GARA > Idatzia > Iritzia> Editoriala

Sin hacer frentes, pero hay que hacer valer la mayoría abertzale y sus derechos

Los resultados de las elecciones de ayer, las primeras sin la excepcionalidad de la ilegalización de las candidaturas de la izquierda abertzale que trampeaba la representación institucional, reflejaron un fotografía real de alta resolución: el voto abertzale se ha hecho oír de forma arrolladora. Dos tercios del Parlamento de Gasteiz serán abertzales. Y con ello, toda la realidad virtual que quisieron construir quienes aprovechándose de la ilegalización accedieron al Gobierno se ha derrumbado como un castillo de naipes. En contra del «cambio» que quisieron proyectar, de la «revolución de la normalidad constitucional» que quisieron vender aquí y en el mundo, Araba, Bizkaia y Gipuzkoa son hoy muy mayoritariamente abertzales. Y lo son en una coyuntura histórica donde el horizonte para la independencia del país se acerca a la velocidad de la luz.

Los buenos datos del PNV y la remarcable irrupción de EH Bildu han hecho posible unos resultados que, si bien reflejan un escenario abierto, no construido, sí abren la posiblidad para nuevos acuerdos con visión de país. Para un liderazgo a la altura de los tiempos que al PNV le corresponde dinamizar, pero que necesitará ser compartido, trazado con una geografía variable de alianzas. Para una nueva cultura que dirima los conflictos en el marco de la política, mediante el diálogo civilizado, y vaya oxigenando la vida pública del país tan distorsionada por el ciclo ilegalizador que ahora se cierra.

La primera lectura de los resultados lleva a la conclusión de que el empate técnico entre el PNV y EH Bildu que proyectaban las encuestas no ha sido tal. El PNV de Urkullu, que aun perdiendo votos en comparación al de Ibarretxe, ante tales previsiones preelectorales ha aglutinado el voto «anti-Bildu». Con todo, los jelkides tienen motivo para sonreir: sus resultados le permiten abrir el baile, ir elegiendo pareja o hacerlo solo.

Como los tiene también, y muy fundados, EH Bildu. Los abertzales de izquierda obtienen un muy buen resultado, sin parangón en la Historia. Si bien la diferencia respecto al PNV es mayor de la que se auguraba, sus 276.989 votos hacen de EH Bildu un motor poderoso en el proceso de cambio social y emancipación nacional. El factor de suma y acumulación que representaron Bildu y Amaiur se ha visto refrendado en Araba y Bizkaia, y solo el factor territorial de Gipuzkoa -que merece un análisis específico- ha hecho que este no fuera homogéneo. Estos resultados, sin duda, refuerzan su centralidad en el país, hacen de ella un actor de primer orden en un momento decisivo de cambio.

Invitación rotunda al reciclaje

Junto a los que tienen motivos para sonreir, están también quiénes hoy mascullan. Los resultados de aquellos que idearon, aprobaron y se aprovecharon de la ilegalización dan motivos para ello. Los resultados del PSE, que pierde más de 115.000 votos y pasa a ser la tercera fuerza, son una invitación rotunda al reciclaje. Aunque tienen una base popular evidente, ni la utilización de los resortes del poder ni la estrategia de venta de su candidato como el lehendakari que trajo «la paz y la libertad» a este país han resultado creibles. El castigo que reciben necesitará su tiempo para ser metabolizado y cabe esperar que, desde una autocrítica honesta, no se autoexcluya de los acuerdos de país que hoy son más necesarios y más posibles que nunca.

El PP baja 15.000 votos y, sin propuestas de país, enrocado en la no-solución al conflicto como su única receta política para todo, sin hacer ninguna contribución positiva en aras a la normalización política, va camino de la marginalidad. Mención especial merece su resultado en Araba, donde teniendo en minoría la Diputación y el Ayuntamiento de Gasteiz, solo consigue ser la cuarta fuerza.

UPyD, que baja en voto y porcentaje, mantiene su único escaño y podrá alardear de ser la única fuerza constitucionalista que no retrocede.

Por último, el triste espéctaculo de la batalla fraticida entre Ezker Anitza y Ezker Batua, pese a los 47.000 votos que cosechan, les ha privado de una representación en un contexto de crisis pocas veces más favorable a sus tesis y que sí tiene una base popular en este país.

Acuerdos de país, no solo de legislatura

El panorama de país que arrojan estos comicios, con su inapelable mayoría abertzale que ha hecho oir su voz como nunca, preludia la apertura de una fase determinante que requiere políticos y una política a la altura de las expectativas. Una fase que tiene que cimentarse sobre acuerdos no solo de legislatura, sino dotados de visión de país; que sitúen al alcance las oportunidades que se vislumbran en el horizonte de Euskal Herria y que, una vez desaprovechadas, tardan tanto en volver a presentarse, y eso en el caso de que lo hagan.

Hoy Euskal Herria está en una situación bastante mejor que ayer para encarar ese desafío. Las amenazas y los alicientes de la fase que se abre requerirán capacidad de liderazgo, asumir riesgos y responder al claro mandato abertzale depositado en los nuevos representantes. ¡Que todas las manos se pongan a esa obra!

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo