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Arantza Santesteban Historiadora

Sí, lo reconozco, yo también

Conviene andarse con cuidado para no reproducir esquemas que son precisamente los mismos que nos someten

Lo admito. Escribir en  esta tribuna me ha permitido expresar dudas, sentimientos y deseos. Sí, lo reconozco, también me ha posibilitado disparar contra aquello que me irrita, me subordina y me somete. Y, por qué no, me ha dado la opción de decir cosas de las que no estaba realmente segura hasta el momento de verlas publicadas sobre el papel.

Pero una vez llegada a este punto, una vez dicho lo dicho, creo que también es el momento de decir lo no dicho. Creo que ahora me toca a mí. Y pensaréis, ¡pero si siempre te ha tocado a ti! No, quiero decir que ahora me toca a mí ponerme en este lado de la diana, me toca a mí recibir por lo menos alguno de los disparos que pego desde aquí, y así, exponer las grandes contradicciones que me empujan a vaciar lo que siento cada quince días, que son exactamente dos semanas.

Sí, lo sé. Escribir desde aquí sobre el poder, y sobre todo contra el poder, detentado por hombres, por estados y por culturas, me otorga capacidad de ejercer poder y de relacionarme con el poder. Sí, es verdad, yo también me reconozco como una agente más de esta Sociedad del Espectáculo que se apodera de las ideas y de los conceptos para vaciarlos y hacerlos servir en contra de lo que en un principio pretendían y utilizarlos así, en nuestro propio beneficio. Como democracia, justicia y libertad. ¿Os suena?

Sí, yo también he transitado algunos círculos que manejan el poder contra hegemónico, es decir, que detentan el poder de aquellos que se enfrentan con el poder. Al igual que otras compañeras, en esos círculos he sido enseñada, cuidada y también a veces, cuestionada. Cuestiones de la realpolitik y del poder, blanco, masculino y contra hegemónico.

Pero sí, es verdad. A mí también me ha seducido el poder en muchas ocasiones, sobre todo si lo he podido ejercer yo, o si ha sido en mi favor. Y sí, yo también ejerzo poder por cuestiones de clase, de etnia y de género. En este caso, por ser blanca, persona conocida y mujer. Y me reconozco ejerciendo poder, inmersa en una estructura que a veces invita a hacerlo, sea porque nos seduce, sea por una cuestión de supervivencia dentro del citado círculo. Conviene andarse con cuidado para no reproducir esquemas que son precisamente los mismos que nos someten. Lo confieso. Qué fácil y qué inocuo es reclamar la deconstrucción de las categorías, o del género masculino, con el objetivo de acabar con las relaciones de poder que se les asocia, y caer en el riesgo de reconstruir posiciones antagónicamente miméticas.

Por todo esto, y aunque no reniegue de ninguna de las palabras ni de las frases publicadas hasta ahora, he de admitir y de reconocer que esta declaración y este posicionamiento podría haber sido el punto de partida desde el que empezar a escribir. Porque no sirve de nada disparar contra los demás, si no sabes en qué posición estás, de dónde partes y hacia dónde te diriges.

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