CRíTICA: «Animals»
El amigo imaginario te acompañará siempre
Mikel INSAUSTI
La cantera catalana de la ESCAC sigue dando sus frutos, con el debutante Marçal Forés superando en originalidad a todo lo que de allí ha salido hasta ahora. Es un cineasta único, diferente, poseedor de un absorbente mundo propio que tiene la puerta abierta para quien quiera entrar y perderse. A indie no le gana nadie, ni siquiera el aclamado Carlos Vermut de «Diamond Flash». Y yo no puedo hablar con propiedad de «Animals», porque la he visto en la versión doblada al castellano que hace el caldo gordo al ministro Wert. Originalmente está hablada en catalán y en inglés, con lo que el doblaje elimina las distinciones entre uno y otro idioma, para que todo suene neutro.
Menos mal que los diálogos son escasos y escuetos, permitiendo apreciar la cuidada labor de dirección interpretativa al máximo. Los chicos y chicas de la película irradian un magnetismo especial, entre el misterio y la personalidad emergente o en fase de desarrollo. Y sus expresivos silencios van fenomenal para que se cuelen canciones que hablan por ellos. El homenaje al grupo Los Claveles es fascinante, incluida la alusión a la muerte de su batería Sergio Grulla. Hay muchas otras claras e intencionadas referencias musicales, y no es casualidad que el amigo imaginario del protagonista se llame Deerhoof, como la banda de culto de San Francisco. La otra gran influencia es el cómic, representado por la obra de Charles Burns «Black Hole». Se combina con el tenebrismo de los grabados de Goya y el sino suicida de la literatura romántica del siglo XIX.
Ya sé que «Animals» ha provocado comparaciones con «Donnie Darko», de Richard Kelly, y también con «Elephant», de Gus Van Sant, pero creo que hay un distanciamiento respecto a tales títulos no exento de ironía, incluso de rasgos paródicos. Forés retrata muy bien la bipolaridad adolescente, hecha a partes iguales de euforia y dolor. Son los riesgos de una existencia nihilista, en la que la vida y la muerte se solapan y confunden. Un desdoblamiento de identidad que da lugar a escenas oníricas que son una liberación de la dependencia infantil.