Barcina afronta mañana el interrogatorio más delicado de su presidencia
Yolanda Barcina se enfrenta mañana en el Parlamento a una comparecencia sobre la dimisión del consejero Jesús Pejenaute por los billetes de 500 euros. El caso tiene muchas incógnitas que la presidenta debe clarificar. Y lo tiene complicado sin llevar papeles.
Aritz INTXUSTA
Yolanda Barcina sabe que su fuerte es el tú a tú, el enfrentamiento directo. No obstante, no es tan buena improvisando una respuesta a una pregunta incómoda. Por eso, siempre, o muerde o se escapa. Normalmente, elige cuándo entrar o cuándo huir asesorada por su jefa de gabinete, Ana Setién. Pero esta vez tiene complicado irse por las ramas, ya que ha reconocido estar al tanto de todo el «caso Pejenaute» y la oposición le exigirá papeles y datos concretos, no respuestas vagas.
La primera pregunta sin respuesta es cuánto dinero cambió Pejenaute. Los correos de la CAN hablan de una petición de 210.000 euros y un cambio efectivo de 180.000. Esto se debe a que, en la tercera de las peticiones, Pejenaute solicitó que se le prepararan 100.000 euros en billetes pequeños y, finalmente, en el fajo de billetes de 500 que bajó su secretaria solo había 70.000 euros. Sin embargo, la versión del «Diario de Navarra», que no cita fuentes, reduce la cifra a 144.000 y añade que provienen de la venta de un piso de Pejenaute en Barcelona. Se desconoce qué cifra es la que Barcina da por buena, pero cabe remarcar que entre la petición original y la publicada por «Diario de Navarra» (que no supo del contenido de los correos hasta el día siguiente) hay 66.000 euros sin justificar. ¿De dónde proviene semejante diferencia?
La segunda gran duda que arroja el caso es cómo y cuándo Barcina se enteró del episodio de los billetes de 500 euros. Ella ocupaba en 2007 la Presidencia de la Comisión de Control de la CAN y ha afirmado en una entrevista que supo del caso porque ocupaba ese puesto. Aún así, intentó echar balones fuera: «Esos temas se llevan más en la Comisión de Auditoría», dijo. Pero lo cierto es que ella también estaba en esa comisión (aunque no era vicepresidenta). Por tanto, Barcina tuvo información privilegiada y no informalmente, sino con documentos a la vista. La presidenta, si no tiene culpa, deberá mostrar esos informes. En ellos, además, tiene que figurar la fecha, que será un dato capital. ¿Barcina supo del caso antes o después de que la Caja decidiera no expedientar a Pejenaute? ¿Pudo ella o alguien de su partido influir en que el exconsejero saliera indemne de esta irregularidad?
Pese a admitir que no expedientó a Pejenaute, Caja Navarra aseguró en una nota que envió un informe sobre el cambio de billetes al Sepblac (la unidad especializada en blanqueo de capitales en el Estado español). ¿Dónde está el remite de ese envío? ¿En qué fecha se mandó? Los plazos que determina la normativa de CAN son tan claros como tajantes y sería clarificador saber qué día se notificó. Aun así, más importante es saber qué investigación realizó el Sepblac. Barcina afirma que el Sepblac no vio delito, pero ¿de verdad la presidenta tiene en su poder el documento que acredita que la investigación se llevó a su término? ¿O lo único que tiene es el aviso de CAN? Resulta perentorio conocer si la investigación aclaró todas las incógnitas o fue un papel que acabó olvidado en el archivo de una oficina de Madrid.
Denuncia atascada y responsabilidades
La presidenta también se agarra a que Pejenaute realizó una declaración complementaria a Hacienda, regularizando todo ese dinero. Otra vez aparece la importancia de las fechas. Existe un plazo para que los defraudadores «se confiesen» con Hacienda que puede durar años y habrá que ver, primero, si realmente Pejenaute declaró todo ese dinero y, segundo, cuándo lo hizo. Máxime, cuando a día de hoy no está claro siquiera el montante total de la operación.
Tampoco aguanta la versión de Barcina de que Pejenaute ha denunciado a Kontuz. Fue mera propaganda. La presidenta sabe que esa denuncia no puede prosperar si no se realiza primero un acto de conciliación, y no se tienen noticias de que Pejenaute haya solicitado esa conciliación. Este asunto es grave porque fue el Gobierno navarro quien notificó la denuncia.
Y lo más extraño de todo, si Barcina sabía de este turbio asunto y aun así lo eligió consejero, ¿por qué cuando sale a la luz pública dimite Pejenaute y no ella?