¿Quién será el próximo en cegarse con el brillo del anillo de la NBA?
LeBron James se quitaba un peso casi insoportable al conseguir el anillo de la pasada temporada, que empezaba con retraso por el «lockout» y terminaba en un duelo entre Miami y Oklahoma favorable con más facilidad de la esperada a los «beach boys». Pero el pasado ya es pasado y la rueda de la NBA vuelve a girar. ¿Con qué resultado?
Arnaitz GORRITI
Ya está aquí. Aunque los Juegos Olímpicos de Londres, sobre todo la finalísima entre los Estados Unidos y España sirvieron como aperitivo para los amantes del mejor baloncesto del mundo, la mejor liga echa a andar. Olvidados quedan -bueno, más bien aplazados- los tiras y aflojas entre millonarios y multimillonarios -jugadores y dueños, vaya- del cierre patronal del año pasado, y solo quedan en la memoria los duelos al más alto nivel entre los equipos y sus figuras. Por supuesto, no puede destacar nadie más que los Miami Heat, que lucen el segundo anillo de su historia con un garbo y un glamour que nadie puede igualar en la costa Este estadounidense, y es la envidia del resto, con LeBron James, más the choosen one que nunca, como principal estandarte.
Porque el «omnipotente» alero le costó lo suyo y mucho más ganar el anillo de campeón. Su controvertida marcha de Cleveland a Miami se convirtió en un culebrón y su andadura como líder de los beach boys, junto con Dwayne Wade y Chrish Bosh, hizo blandir las escobas de aficionados, prensa especializada -en dar palos, sobre todo- y demás, que le hicieron cargar con la derrota de los Heat en la final ante Dallas de la campaña 2010/11, pero que debió callar, o sumarse al carro de los ganadores, cuando en la última finalísima, con LeBron de comandante en jefe, Miami arrollaba a los Thunder de Oklahoma, incapaces los Durant, Westbrook, Harden, Ibaka y compañía, de evitar un 1-4 simplemente inapelable.
En el arranque de esta nueva campaña, los Heat empiezan ante un rival que les debe traer gratos, pero fatigosos recuerdos: los Boston Celtics. Queda en la memoria el 4-3 con el que los beach boys se imponían al big four de la franquicia de Massachusetts. Unos «orgullosos verdes» guiados por Rajon Rondo que desperdiciaron un 2-3 a su favor, superados por la exuberancia física de LeBron James y los suyos, que lograron sacar lo mejor de sí mismos para dar un paso importante en la carrera por el anillo.
El duelo entre Miami y Boston, el segundo en orden cronológico tras el estreno con el duelo entre Cleveland Cavaliers y Washington Wizards, supondrá asimismo un emotivo reencuentro con Ray Allen con su exequipo. Allen, uno de los mejores tiradores de la historia de la NBA, forma parte de la leyenda de los Celtics, después de lograr el anillo de 2008. Pero al finalizar la pasada campaña, una temporada muy problemática para el escolta debido a sus problemas en el tobillo, decidía «traicionar» a Boston. Su marcha, de hecho, no ha sentado muy bien a parte de la vieja guardia céltica. «No tengo el número de teléfono de Ray Allen y no he intentado ni hablar con él», declaraba Kevin Garnett, mientras que Paul Pierce ironizaba diciendo que «Ray Allen se presentó con los Heat diciendo que `me he ido de los Celtics porque en Miami me querían más'. Lo mismo el tirador tenía razón».
En fin, si Ray Allen ha reforzado las filas de unos Heat que siguen apostándolo todo al juego exterior -Bosh ha ganado unos pocos kilos en músculo para poder jugar de pívot a tiempo completo-, llegando a emplear a LeBron de ala-pívot y con reservas como Mike Miller o Shane Battier, los Celtics se han reforzado con la llegada de Jason Terry de Dallas -uno de los mejores sextos hombres de la Liga-, amén de jugadores como el ala-pívot novato Jared Sullinger, candidato a ser uno de los «robos del draft» -una inesperada revelación-.
Por lo demás, la Conferencia Este vivirá el regreso de unos Chicago Bulls en el que se echará de menos a Derrick Rose, toda vez que aún no se ha recuperado de su grave lesión de rodilla -se espera que vuelva hacia finales de año o a inicios de 2013-, aunque mientras tanto podrán ir tirando con Luol Deng, Boozer y Noah. Asimismo, los Sixers de Philadelphia ya forzaron el desempate en las semifinales de conferencia ante Boston. Pierden a Iguodala, pero con la llegada de Bynum de los Lakers -siempre y cuando sus rodillas respondan- pueden dar un salto y dar un susto como outsiders. Los Pacers de Indiana, con Danny Granger y Roy Hibbert, ya tuvieron a Miami contra las cuerdas. Con un año más de experiencia, y partiendo siempre desde la segunda fila, quién sabe... Como tampoco sabe nadie lo que puede venir de los Jurasics -o Knicks- de Nueva York. Con Jason Kidd y Prigioni aportando cerebro, Marcus Camby y Rasheed Wallace la «perrería», Tyson Chandler la intimidación y Carmelo Anthony y Amare Stoudemire los puntos. Les faltará Jeremy Lin, que ponía rumbo a Houston, y oxígeno según avance la temporada y los play offs.
La revolución del Oeste
La Conferencia Oeste se presenta más abierta si cabe. El puñetazo sobre la mesa que han dado los Lakers, que se han desprendido de Bynum, pero a cambio de traerse a Dwight Howard y a Steve Nash, ha sido de órdago. Pero entre que su mala pretemporada -con lesión de Kobe Bryant en el lote- y que ya en las dos últimas campañas el glamour del dúo Kobe Bryant y, sobre todo, Pau Gasol, se ha difuminado hasta el extremo -hace dos campañas, barridos por los Mavericks; la pasada campaña, batidos sin problemas por los Thunder de Oklahoma-, quizá sus golpes de efecto veraniego solo queden a título de anécdota.
Por lo pronto, el arranque de la NBA en el Oeste cruza a los Lakers con unos Dallas Mavericks que llegan con la gran ausencia de Dirk Nowitzki, que fue sometido a una artroscopia en su rodilla derecha y causará baja durante el primer mes de la Liga. El equipo texano seguirá liderado -cuando vuelva- por el otrora Das Wunderkind, pero a sus 35 años, Nowitzki ya es un «veterano prodigio» que tendrá en sus filas a otros veteranazos como Vince Carter, Elton Brand, otros más jóvenes como OJ Mayo y, sobre todo, su compatriota Chris Kaman. El verano pasado, pasaron de ser campeones a caer en primera ronda por 4-0, barridos por los Thunder de Kevin Durant. Si Nowitzki se recupera bien, empero, quizá la NBA contemple un nuevo «milagro alemán».
De cualquier manera, el favoritismo en la Conferencia Oeste debe caer, por fuerza, en los Oklahoma City Thunder. La pasada campaña solo sucumbieron ante el físico de los Miami Heat, y además les pesó la inexperiencia en el momento culminante. Pero eso ya es pasado. El presente los forman una pareja temible formada por Westbrook y, sobre todo, Kevin Durant. Este dúo, más el añadido interior de Serge Ibaka y Kendrick Perkins y la «guardia de corps» que suponen Sefolosha y Collison, amén de las esperanzas puestas en el novato Perry Jones, se puede bastar para dar el paso que le falta a la franquicia que dirige Scott Brooks.
Pero ese presente se cierne con algunas dudas. Los pívots intimidan, pero su aportación en ataque es dudosa, y el banquillo ha perdido fuerza tras la salida a última hora de James Harden -mejor sexto hombre de la pasada campaña, aunque una pequeña decepción en las finales, ya que LeBron James lo maltrató, literalmente, atacándolo continua y sistemáticamente-, quizá pensando más en el futuro -inmediato, eso sí-. El traspaso, que fue cerrado la noche del sábado, incluye también a los jugadores Kevin Martin y Jeremy Lamb, que los Rockets han dado a los Thunder a cambio de Harden, además de dos derechos de primera ronda del draft y otro de la segunda.
La última pata del Oeste la vuelve a formar San Antonio. Los Spurs son, como viene siendo de ley, un año más viejos, con Duncan, Ginóbili y Parker dilatando su adiós un poquito más. Con la colaboración del alero de segundo año Kawhi Leonard y, a su sombra, una colección de «mercenarios internacionales» como Mills, Splitter, Boris Diaw o el novato Nando De Colo, los dirigidos por Gregg Popovych -Entrenador del Año la pasada campaña- querrán demostrar que los viejos rockeros nunca mueren por muchos años que cumplan, amén de que los buenos equipos se forman -y se forjan- a fuego lento, lejos del trompeteo de los grandes traspasos a muchas bandas. Talentosos y discretos, hace tiempo que no son favoritos, pero ya la pasada campaña pusieron en serios aprietos a los Thunder.
A partir de ahí, todo o más puede pasar. Por ejemplo, que los Grizzlies y los Clippers dejen de ser equipos que juegan bonito y no aspiren más que a la segunda ronda de play offs. Sin Mayo, pero con Rudy Gay, Randolph, Conley y Marc Gasol, Memphis es sinónimo de buen hacer, pero que se desenchufa cuando más falta hace estar enchufado. El «otro» equipo de Los Angeles, con Chris Paul y Blake Griffin, asegura portadas y jugadas espectaculares. Ahora toca asegurar que la segunda ronda de play offs del año pasado es un objetivo asequible. Por lo demás, los Timberwolves vivirán el regreso de Brandon Roy de su retiro mientras Kevin Love y Ricky Rubio se recuperan, y Shved y Kirilenko le dan el «toque eslavo» al equipo. Cosas más bien exóticas, pero que si llegan a play offs, lucirán casi tanto como el anillo de los Miami Heat.
El escritor John Dos Passos escribió su celebérrima obra «Manhattan Transfer» en 1925. La primera de las obras dentro de la trilogía U.S.A. narraba la evolución vital de una serie de inmigrantes llegados de todos los rincones del planeta a la prometedora Estados Unidos, casi todos en barco. Algunos de ellos, como el protagonista principal, el periodista Jimmy Herf, hallan el éxito aún a costa de olvidar las raíces de su llegada; otros solo hallan la miseria de una Nueva York implacable; unos cuantos más, la muerte.
Este verano, para el aficionado baskonista, parece haberse traducido a una especie de reedición de la novela de Dos Passos, ya que Mirza Teletovic -como estaba cantado- y Pablo Prigioni -contra todo pronóstico, conviertiéndose en uno de los novatos más veteranos de la historia de la NBA- han recalado en la Gran Manzana. El bosnio en los Brooklyn Nets, y el de Río Tercero en los Knicks. En principio, ninguno de los dos dispondrá de demasiados minutos, pero la capacidad para el pase de Prigioni ya ha sorprendido a «público y crítica» en la pretemporada, mientras que Teletovic -«Teletovis», según la web de la NBA- se ha mostrado errático en el tiro, pero con la habitual falta de complejos -el día en que empiece a meterlas...-.
Por lo demás, Scola, junto con Dragic, recala en Phoenix y entre los dos buscarán meter a los de Arizona en play offs, igual que Calderón a Toronto... si es que los canadienses no cumplen -de una vez- su «promesa» de darle billete de salida al de Villanueva de la Serena. Splitter... es la incógnita. Durante la temporada regular se hizo un hueco, para desaparecer en play offs, fruto de sus males en el tiro libre. ¡Si lo volviera a pillar Iñaki Iriarte! A. G.
En la temporada 2003/04, Los Angeles Lakers rompían la baraja. A la pareja formada por Kobe Bryant y Shaquille O'Neal se le unía un dúo de veteranos que apuraba sus últimas oportunidades en pos del anillo: Gary Payton y Karl Malone.
Un equipo dirigido por Phil Jackson y con cuatro estrellas en su quinteto titular, parecía que nadie iba a toser a los Lakers aquella temporada, pero el tiro les salió por la culata y la franquicia saltó por los aires. La lesión de rodilla de Karl Malone, los pésimos play offs de Payton y Bryant, y unos rocosísimos Detroit Pistons que conquistaban el anillo contra todo pronóstico, hicieron que aquel experimento acabara no solo sin anillo, sino con O'Neal y Bryant enfrentados y una breve travesía del desierto sin anillos ni finales para la franquicia angelina hasta el doble triunfo de 2009 y 2010.
En esta campaña 2012/13, los Lakers vuelven a tomar la vía de hace nueve temporadas. Dwight Howard, que jugó en Orlando una campaña más contra su voluntad y además acabaría lesionado, llega a unos Lakers que se han tenido que desprender de Bynum para hacerle un hueco a «Superman». Parecía que Pau Gasol -muy fundido físicamente, e incluso mentalmente, en las dos últimas ediciones del play off- iba a ser «el elegido» para dejar hueco a Howard, pero al final se estima que los 19 millones que cobra el de Sant Boi bien cobrados estarán, si sus movimientos, su capacidad de pase y su competitividad siguen vivos.
Para el exterior, los Lakers precisaban un base, y Steve Nash una franquicia con opciones de anillo. El matrimonio perfecto. El canadiense sabe que la noche se cierne sobre una carrera casi modélica, en la que solo falta el anillo. Tras coincidir con Nowitzki en Dallas, logró los MVPs de 2005 y 2006, pero nunca una final. Los Angeles Lakers es una trituradora de mitos si se pierde, ¡pero ay como gane! A. G.