GARA > Idatzia > Iritzia> De reojo

Raimundo Fitero

Tres y una

 

Desde el pasado lunes, en La Sexta, nos encontramos con un nuevo espacio de tarde, «Alguien tenía que decirlo» que puede considerarse el esforzado compendio de todos los fracasos de fórmula, estilo, estética y tono. Tres chicos y una chica, como base estructural de comunicación, y vídeos, calle, estudio y chistes rápidos y de bajo nivel para mantener una histeria que se quiere vender como ritmo. Unos jóvenes conductores, ¿para qué tipo de público? Ese horario en el que aparecen, sobre las cuatro de la tarde, está muy bien trabajado por la competencia, y en la propia cadena, no hace tanto, tenían un programa que acaparó buenísimos datos de audiencia a base de talento, descaro, mirada ácida sobre la realidad del corazón y una crítica bastante directa a algunos modelos de comportamiento televisivo de otras cadenas y canales.

«Sé lo que hicisteis...» tenía un nicho de público, adulto, quizás algo pasota, pero no infantilizado. Se hacía con cómicos contrastados, un buen guión y de allí salieron las reporteras más espectaculares de los últimos tiempos televisivos. Una buena plantilla de comunicadores, un juego constante con los públicos, cambios de historias, algo vivo, que llegaba y obtuvo respuesta de las audiencias. Lo de ahora, y hay que decirlo, suena a viejo, a ya visto, a tres presentadores con ínfulas de graciosos que no han logrado su sitio, que no acaban de conectar, que se entorpecen entre ellos, dejando a la chica como reportera que no tiene todavía la solvencia necesaria para cuajar sus intervenciones. Y para redondear, el espacio elegido como plató, en un escaparate de una calle céntrica, no le da más viveza, sino que los encorseta, los sienta en un sofá que es el peor síntoma para poder hacer un diagnóstico claro de que no tiene mucho futuro.

Y no lo tiene porque busca un tipo de tratamiento a los famosos, a los asuntos del corazón, obsoleta, pasada de moda, que ya no se estila, que no tiene una respuesta de la audiencia suficiente porque la clientela objetiva del canal es ajena a esa propuesta tan hortera y descerebrada. Es una equivocación profunda en la parrilla del propio canal porque no encaja con el resto de su oferta.