Cuando en Gipuzkoa Bildu y el PSE acordaron una reforma tributaria que consideraban «un primer paso» hacia una fiscalidad más justa, progresiva y redistributiva, PNV y PP rechazaron de plano la propuesta tildándola de «fuegos de artificio». Cuando el equipo de Martin Garitano disminuyó las subvenciones de dinero público a los clubes de élite y dibujó un horizonte sin más dinero público, no pocos fueron quienes pusieron el grito en el cielo y encajaron aquella decisión con poca deportividad. Paradojas de la vida política, la Diputación de Bizkaia, gobernada por el PNV, ha seguido ahora la misma senda, copiando medidas e incluso jactándose de pasar a Bildu por la izquierda. Ahora, Bizkaia mira a Gipuzkoa al eliminar también las ayudas al deporte de élite y presentar un nuevo Impuesto sobre Patrimonio con el objeto de hacer de la fiscalidad algo cada día más eficaz y equitativo, para que grave más a las rentas del capital.

Examinar lo que funciona y lo que no, exige dedicación; cambiarlo, ambición y actitud. Gipuzkoa ha hecho ese ejercicio, y no solo en el ámbito fiscal, con honestidad y coraje. Es una muy buena noticia que cunda el ejemplo.