Viejas recetas, nuevas aperturas
Raúl Fuentes fue detenido ayer en Liverpool, el mismo día que Iñaki Imaz era encarcelado tras ser entregado por las autoridades francesas a la Policía española. Detenciones que se suceden, euro- órdenes que se activan, un goteo de nuevas encarcelaciones que no para. Este es el paisaje que Madrid y París quisieran dibujar como algo rutinario en este país. Algo a lo que nadie debería acostumbrarse. Una realidad que, lejos de ser un fatalismo para Euskal Herria, una condena del destino, refleja la voluntad de perpetuar las viejas recetas represivas para taponar las potencialidades de este nuevo tiempo que, no sin dificultades y provocaciones, va abriéndose paso. Si creen que deteniendo a militantes vascos niegan el nuevo contexto político -con las armas de ETA calladas para siempre-, se equivocan. Revelan, sin duda, lo peligrosos que son los enemigos de la paz, el alcance de su fuerza represiva, pero también señalan su flanco débil, allá donde dirigir y concentrar la respuesta.
Los enemigos de la paz, los fanáticos de la religión securócrata, no tienen ni agenda ni oferta más allá de la receta «antiterrorista». No quieren construir la paz y la amenazan día sí y día también con esta desatada represión porque saben que la paz amenaza sus intereses, los desnuda de pretextos y excusas, los deja en evidencia. Recrean una retórica de guerra con la consigna de «no-solución» por bandera, como su única propuesta de solución. No están ni van a quedarse de brazos cruzados ante la consolidación de nuevas mayorías, de nuevas expectativas y oportunidades para Euskal Herria. Son conscientes de que si pierden su «ventaja competitiva» de la fuerza bruta represiva, en términos políticos y estratégicos corren el riesgo de perderlo todo.
Mientras personalidades internacionales como Jonathan Powell impulsan el diálogo, Madrid y París siguen con su violencia, en la provocación permanente. Merecen una respuesta firme e inteligente: más proceso, más pueblo, nuevas voluntades y nuevas aperturas.