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PERFIL | XI JINPING

El enigmático «príncipe rojo» que va a dirigir China

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Eneko BASTERRETXEA

Xi Jinping gobernará China hasta 2022, pero la personalidad de este cuadro del partido que ha ido subiendo a la sombra de su predecesor, Hu Jintao, y que será el primer dirigente nacido después de la fundación del régimen comunista por Mao en 1949 sigue siendo un enigma.

Candidato de consenso entre las facciones de poder, es hijo de un héroe revolucionario y, por lo tanto, uno de los «príncipes rojos», la aristocracia que gobierna la segunda potencia mundial.

Xi, de 59 años, es probable que se mantenga diez años como secretario general del PCCh, como ya ocurrió con Hu Jintao, a quien también sucederá en el cargo de presidente de la República Popular China en marzo.

Una década es también la diferencia de edad entre ambos líderes: demasiado poco para representar a una generación, pero quizá lo suficiente para hablar de «sangre nueva» capaz de afrontar los retos de una China en pleno cambio.

Hu es conocido por su aire austero, por la rigidez de sus gestos, casi «robóticos», según algunos. Xi Jinping sería más afable, hasta jovial, y se le ve más relajado en televisión.

En sus contactos con el exterior, ha dejado la impresión de ser un hombre con quien se puede dialogar.

Más allá de su fachada, sin embargo, Xi sigue siendo un enigma. Aunque no ha dado aún pistas de cómo gobernará, existen indicios que apuntan a un cambio respecto a Hu.

Alto, de carácter abierto y seguro de sí mismo, se ha creado una imagen de pragmático, capaz de resolver problemas difíciles, y destaca por su discreción, hasta el punto de que hasta hace muy poco más que por sus cargos se le conocía por estar casado con Peng Liyuan, una famosa cantante folklórica que tiene el rango de general del Ejército. La pareja tiene una hija, Xi Mingze, que, según la prensa de EEUU, estudiaría en la Universidad de Harvard, bajo nombre falso.

El misterio que rodea a su familia, como a la de todos los líderes chinos, fue socavada en junio por Bloomberg, que reveló que los allegados a Xi tenían una fortuna acumulada de varios cientos de millones de dólares. Una información que fue de inmediato censurada en China.

Según un telegrama revelado por WikiLeaks, Xi confió a diplomáticos estadounidenses que le gustaban las películas de acción de Hollywood.

Vuelco familiar

Su padre, Xi Zhongxun, fue uno de los fundadores de las guerrillas comunistas en el norte de China. Víctima, como tantos otros, de la Revolución Cultural de Mao (1966-1976), fue rehabilitado en los años 80 con el retorno al poder de Deng Xiaoping.

Como millones de jóvenes, Xi Jinping fue enviado a los 15 años al campo, a Shaanxi, para ser «reeducado» por los campesinos.

La soledad que vivió allí y el duro trabajo físico le han llevado a criticar siempre la Revolución Cultural. Pero, al mismo tiempo, durante su etapa en Shaanxi decidió -según cables filtrados por WikiLeaks- «sobrevivir siendo más rojo que nadie».

En 1974 ingresó como miembro del PCCh, que le trasladó como secretario local de la formación a la provincia de Hebei, y un año después, a su regreso a Pekín, fue admitido en la prestigiosa Universidad de Tsinghua, en la que también estudió Hu, donde estudió Ingeniería Química. Lo que siguió fue la carrera clásica de un cuadro comunista que, sin llamar la atención y evitando los peligros, se vale de alianzas diversas para acceder a funciones cada vez más importantes: gobernador de Fujian en 2000, jefe del Partido en Zhejiang en 2002, dos provincias costeras que están entre las más destacadas del «milagro económico» chino.

En 2007, fue llamado por Hu Jintao para poner orden en Shanghai, donde el líder del PCCh, Chen Liangyu, a quien sustituyó, fue cesado por un enorme escándalo de corrupción.

En octubre de ese año, durante el XVII Congreso del PCCh, entró en el Comité Permanente del Buró Político, en el «centro de poder», luego que Hu Jintao y su antecesor, Jiang Zemin, se pusieran de acuerdo al respecto.

En marzo de 2008 es promovido a vicepresidente del país y, en octubre de 2010, a vicepresidente de la poderosa Comisión Militar del PCCh, una promoción que lo confirma como heredero de Hu Jintao.

En setiembre pasado, su desaparición de la escena pública durante doce días provocó una ola de especulaciones sobre su salud.

 

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