La Cámara Baja del Parlamento japonés fue disueta formalmente ayer, como propuso el primer ministro, Yoshihiko Noda, abriendo la vía a unos comicios generales anticipados que probablemente devolverán al poder al ahora opositor Partido Liberal Demócrata (PLD), que ya gobernó el país durante más de 50 años.

Tres años después de una victoria histórica frente a la derecha, el Partido demócrata de Japón (PDJ) cayó en su propia trampa al hacer grandes promesas, que no materializó, y ver acentuado su fracaso por la crisis económica y el desastre del 11 de marzo de 2011.

El anuncio de la disolución formal del Legislativo fue celebrado por los 480 diputados con el tradicional grito de «banzai» (larga vida) y recibido por Noda con semblante serio y compungido que contrastaba con la satisfacción de Shinzo Abe, líder del PLD, que, según los sondeos, le sustituirá al frente del futuro Gobierno.

La disolución de la Cámara de Diputados se produjo después de que Noda pactara con la oposición la aprobación de dos leyes cruciales: una reforma del sistema electoral para modificar el peso del voto de las provincias, y otra para desbloquear el gasto público.

Esta última ley ha sido una de las claves que ha servido a los partidos opositores para poner contra las cuerdas a Noda.

La oposición de parte del PDJ a la disolución de la Cámara Baja se plasmó en la «deserción» ayer de nueve diputados que se sumaron a otros 50 «disidentes» que abandonaron el barco en agosto, contrariados por la subida del IVA, entre ellos el poderoso Ichiro Ozawa.

Ahora, los principales ejes de la campaña, que arrancará el 4 de diciembre, serán la recuperación económica, la necesidad de establecer una nueva política energética tras el accidente de Fukushima y las labores de reconstrucción de las zonas devastadas y el histórico conflicto territorial con China por la soberanía de las islas Senkaku/Diaoyu.