«El día que deje de estudiar y cultivarme habré caducado como músico»
Batería
Creativo, elegante, estilizado, dúctil... así es el debut discográfico de Hasier Oleaga con el sello de jazz Errabal. No obstante, para los miles de seguidores de Ruper Ordorika es el músico que coloca su batería a la izquierda de este y en primera línea. Es asimismo el batería que cerró el último festival de jazz en la Trinidad de Donostia o el que alimenta una amplia variedad de proyectos.
Pablo CABEZA | BILBO
En el barrio San Martín de Gasteiz, por el año 94, una cuadrilla de amigos comparten los estudios con el «qué hacemos hoy». En ese grupos de inquietos chavales se encuentra Hasier Oleaga, con sus 15 años. Tras diversas charlas y opciones, y por diferentes motivaciones, entre ellas «delirios» y «anhelos», deciden que la música es una excelente opción, sobre todo si se deja de hacer el vago o el gamberro. Su referentes son bandas como Kortatu, Negu Gorriak, Linton taun, Betagarri, Su ta Gar... Los padres también piensan que la propuesta es una buena idea, un pasatiempos ilustrado para aquellos chiquillos. El proceso inicia su marcha hacia «Cantus caterva».
Hasier Oleaga es uno de nuestros mejores y más completos baterías, cabe pensar que comienza a mostrar sus dotes percutivas con el sonajero, los botes a modo de tambor, pero... no. Los roles en aquella cuadrilla de adolescentes se reparten a dedo y con argumentos: «Tú a la batería por ser el más alto». Aunque por delgado podría haber sido cantante, muy habitual.
Oleaga resulta ser una persona inquieta, por lo que más allá de las casualidades o la improvisación juvenil, comienza a escuchar música, mucha, a preocuparse por su instrumento y a interesarse por los conciertos que se celebran en Mendizorrotza, dentro del festival de jazz de la ciudad. De aquellas sesiones no entiende demasiado, no sabe cuáles son las reglas que rigen entre aquellos soberbios músicos, pero lo que ve y escucha le encienden los motores.
El técnico, imaginativo y espigado músico nace en una clínica de Bilbo ubicada la lado del campo de San Mamés el 13 de enero de 1979. Que nadie nos lo birle, es bilbaino. Parte de su familia reside en las Siete Calles, la otra mitad en Burgos, al lado del río Esgueva. Tras unos meses de biberón la familia se traslada por trabajo a Gasteiz, donde crece y cursa los estudios secundarios. A partir de aquí, la música y la batería son su objetivo, por lo que en breve se traslada a Barcelona para estudiar en la prestigiosa escuela del Taller de Musics. Tras la vital experiencia regresa a Gasteiz, pero termina por ubicarse en Donostia, donde se encuentra feliz y plenamente integrado desde hace ya diez años.
Para no resultar cargante en procesos de grupos, véase de forma sintética el volumen de sus experiencias: Nevermind Trio, The Heckler, RS Factor, Kase-O Two Quartets Experience, Sant Pau 44 Quartet, Miguel Salvador Project, Iñaki Salvador Trío, Zafari Project, Teresa Zabalza Quintet, Jerónimo Martín Trío, Asociación Libre Orquesta... Además, ha acompañado a Mikel Laboa, Gari, Mikel Urdangarin... Desde hace cinco años es un Mugalari de Ruper Ordorika. Su melena o su pelo recogido son parte de la estampa de este amable y simpático batería, que debuta con un admirable y relajado disco de jazz junto a músicos como Mikel Andueza, Julen Izarra, Iñaki Salvador, Jorge Abadias, Jon Piris, Fernando Neira y Teresa Zabala.
Ha estudiado también en Musikene, ¿nunca concluye el proceso formal de aprendizaje?
En mi formación, que durará exactamente lo mismo que lo que dure mi vida, el capítulo de Musikene ha sido muy importante. Allí también, además de tener la suerte de recibir las clases de maestros, he coincidido con grandísimos músicos con los que he podido compartir mi amor hacia la música, inquietudes y pasiones. De manera que el tema de «estudiar», no es algo que se limite a un momento puntual, a un centro o a una ciudad. Tiene más que ver, creo, con una actitud, una forma de entender la vida, una «pedrada» en particular. Por lo que no prescribe, va con uno mismo, es para siempre. O dicho de otra forma, el día que deje de estudiar y cultivarme, habré caducado como músico.
Soy uno de los muchos robots que anda estresado por este mundo, ¿no me diga que vive ahí, junto al mar, sobre ese tejado que ilustra la portada de «Cantus caterva»?
Ese era el lugar donde vivía. Hablo en pasado porque en la actualidad no resido ahí. El tejado es el de una casa del Casco Viejo de Donostia. Pero la foto es tan linda como irreal. Quiero decir que está trucada. [Ahora vive en el barrio de Egia].
¿Y quién ha sido el luminoso ilusionista?
El diseñador y artífice de la portada y la imagen del disco es Gotxi (creatta.net), si bien Maider Oleaga [su hermana] se encargado de supervisar el trabajo, proponiendo ideas, guiando... Por otro lado, Maider estuvo los dos días de grabación registrando todo en video. De todo el material de que dispone, realizó un video promocional que se encuentra en Youtube. Una especie de making off del disco con imágenes tomadas en el estudio de grabación, y diferentes entrevistas a los músicos. Además de ese video promocional, Maider tiene intención de montar otro corto-documental aprovechando el material del que dispone. Está trabajando en ello.
Un guitarrista compone con su guitarra. Es sencillo visualizarlo probando acordes, pero ¿cómo lo tramita un batería?
No creo en que haya tan solo una manera de ver la composición. Sí es cierto que el instrumento que uno toque te puede dar información específica y que esta resulte ser el punto de partida para componer. En este sentido, a mí me interesa la búsqueda sin prejuicios, con la puerta abierta a la sorpresa. Me resulta fundamental dar sentido a lo que quiero usando las herramientas que manejo o puedo manejar. Compongo frente al piano, un cuaderno con papel pautado, un lápiz y un sacapuntas y una goma de borrar bien grande.
¿Un batería puede decirle al teclista lo que tiene que tocar, al saxo, al bajo... o le debe dejar libertad o cierto aire partiendo desde la percusión?
Hay formas diferentes de dirigir una banda. Como se suele decir, dos cabezas piensan mejor que una, y tres ni te digo. De manera que si te rodeas de grandes músicos, y sabes, como hacen los buenos, crear un ambiente en el que todos se sientan parte importante, dejando que cada músico0 se sienta libre para aportar sus ideas y pujar por la idea de grupo, eso es un gol por la escuadra. Es complejo dirigir a un grupo de personas. Y hacerlo bien, más aún. Como en otras muchas facetas de la vida, la experiencia ayuda mucho, aunque yo no dejo de ser, como quien dice, un recién llegado.
Los baterías son muy movibles, sobre todo en el jazz ¿frustra esta condición de acompañamiento o se asume?
No sé si es cuestión de asumirlo. Por lo menos en mi caso no lo es. Me encanta estar en la sombra. Detrás del artista y pudiendo hacer lo que hago. De otro lado, no creo que me llenaría el formar parte de solo un grupo. Además, la escena musical da para lo que da por lo que, en cierto modo, uno se ve obligado a tocar de todo para llenar el puchero. Pero no solo se trata de eso, hay que poner alma y corazón. Me encanta pasar de un escenario donde se ha disfrutado de un supuesto estatus, al anonimato del día siguiente en un club. No tengo problemas con el ego.
¿Los buenos músicos están en el jazz y los regulares en el otro lado?
Alguien decía que en música no hay más que dos opciones: música buena y música mala, o no tan buena, añadiría. Dentro de lo que yo conozco, existen cosas muy interesantes en ambos lados y lo contrario.
El músico de rock puede ser autodidacta, ¿el de jazz?
Es un tema como para dedicarle mucho tiempo. Creo que esta música requiere madurez por parte del ejecutante. Pero sobre todo porque es vivencial. De manera que la evolución personal, y la búsqueda de un camino propio, así como el desarrollo de una voz propia, son indispensables. Si entendemos por tanto el autodidactismo como una búsqueda personal, un aprendizaje y un desarrollo de la persona que utiliza el medio musical para expresarse, creo que resulta indispensable afrontar un camino en el que se desarrolle la persona y el individuo.
«Cantus caterva» es un disco muy libre, cada músico busca su espacio, se relaciona y espera la respuesta del otro.
He tratado de que todos y cada uno de los músicos que participan de mi música se sientan lo suficientemente bien como para expresarse libremente. Por ello escribí la música teniendo en cuenta las personas que quería que la tocaran. Nada mejor que eso para acercarse al universo de cada uno. O para extender el universo propio y hacerlo accesible y acercarlo a esas personas en las que confío ciegamente. Su criterio musical me da la confianza más que suficiente como para que interpreten esa idea.
Ha hablado anteriormente de que le gusta estar «ahí detrás», pero suele colocar la batería en primera línea, ¿reivindicación?
¡Qué va! Creo que a la gente le puede resultar interesante ver lo que pasa en ese «ahí detrás», en el lugar del batería. Además, pienso en que uno de los centros, a muchos niveles, se encuentra en el bajo y/o contrabajo. Partiendo de esa idea, una buena ubicación para la batería puede ser un costado y teniendo en cuenta que yo soy diestro, y que mi plato de ritmo está en ese lado, creo que preferiblemente debe estar lo más cerca posible del bajo. A partir de esa colocación, el resto de instrumentos pueden ubicarse sin problema.
¿LLeva tocando la batería veinte años, cuándo comenzaron a meterse estas canciones en la mochila?
Sí, llevo casi dos décadas tocando los tambores, pero las canciones de esto disco comencé a escribirlas tan solo hace un año.
¿Le tienta regresar a Barcelona donde parece que la musicalidad (o el jazz) está más arraigada que en Euskal Herria?
Mi lugar está aquí. Ese es mi deseo. Permanecer en casa. Junto con mi familia. Porque, después de todo, para poder trabajar y crear música, hace tiempo que me he dado cuenta que necesito cuidar algunas cosas fundamentales, y entre estas se encuentran estar cerca de las personas que quiero. Esto no lo cambio por nada. La cuestión musical se equilibra sumergiéndote en lo que haces, buscar motivación para que esta me llene y me permita seguir soñado. Si no fuese así, buscaría otro trabajo con el que sobrevivir. P.C.