operación israelí contra gaza
Carrera contra el tiempo en Oriente Medio
Dabid LAZKANOITURBURU
Resulta paradójico, pero el tiempo, concretamente la lucha contra él, marca los últimos acontecimientos en torno a un conflicto que lleva enquistado los últimos 70 años.
Israel ultimaba ayer un asalto sobre Gaza que tiene como objetivo acabar con los arsenales de la resistencia palestina islamista. Más cuando sus insistentes bombardeos aéreos y su escudo antimisiles no han impedido que Hamas haya seguido lanzando sus FAJR-5 con un alcance -que no precisión- que aumenta día a día y que han llegado a Tel Aviv y Jerusalén.
Un desafío cuya respuesta no está exenta de interrogantes. Y es que todo apunta a que Hamas no ha desaprovechado los cuatro años transcurridos desde la brutal operación Plomo Fundido contra la franja. Su primer ministro, Ismail Haniyeh, advirtió que «esta vez aguantaremos más tiempo que en 2008», en alusión a una presunta mayor capacidad militar para enfrentarse a los soldados israelíes.
Su amenaza da por sentada una nueva derrota que volvería a retrasar el proceso de reforzamiento de Hamas, por lo que intenta evocar en Israel el fantasma -y el trauma- de la fallida incursión terrestre en Líbano de 2006. Israel no puede permitirse bajas. Es su Talón de Aquiles.
Difícil dilema. Israel no puede esperar a que Gaza siga fortaleciéndose militarmente. Y menos en una coyuntura internacional favorable a Hamas, con sus hermanos musulmanes en el poder en Egipto. Pero se arriesga si confía en que El Cairo se vaya a quedar esta vez de brazos cruzados como hacía Mubarak. El presidente egipcio parece tener también poco margen, con parte de la población indignada por la falta de mejoras y que critica la traición a los principios de la Revolución de Tahrir, que incluían la denuncia de los Acuerdos de Camp David y el realineamiento con los palestinos.
En esta coyuntura, la nueva crisis en torno a Gaza ha estallado justo cuando la ANP de Mahmud Abbas, en el poder en Cisjordania, se apresta a presentar su candidatura en la ONU, siquiera como Estado observador. ¿Casualidad? Las coincidencias no existen, menos en Oriente Medio.
Todo ello en tiempo electoral en Israel y con un Benjamin Netanyahu que sueña con consolidar su poder sobre los cadáveres de los palestinos y depender menos de alianzas con otros grupos.
El tiempo. Siempre el tiempo.