Análisis | elecciones a rector en la UPV-ehu
Goirizelaia aspira a proseguir con una gestión con pies de barro
El que solo un candidato opte a rector en el proceso electoral que vive la UPV-EHU no significa que no haya otros proyectos al margen del que representa en esta ocasión Iñaki Goirizelaia, que pretende profundizar en las líneas emprendidas en sus cuatro primeros años. Más que la abstención, a Goirizelaia le preocupan las papeletas en blanco, ya que, aunque es el único candidato, necesita más de un tercio de los votos.Mientras quienes representan a los funcionarios españolistas no terminan de articular en público su postura ante estos comicios, quienes defienden otro modelo de universidad impulsan un debate.
Agustín GOIKOETXEA
La presentación de una única candidatura a rector de la UPV-EHU ha restado interés mediático a la cita con las urnas del 4 de diciembre para las cerca de 50.000 personas que conforman la comunidad de la principal universidad pública del país. A pesar de que Iñaki Goirizelaia sea el único aspirante al birrete, existen diferentes aspectos de este proceso electoral que merece la pena analizar dada la transcendencia que tiene lo que suceda en esta institución académica para el conjunto de la sociedad vasca.
El pretendiente a la reelección es muy consciente de que estos comicios van a ser «un examen» a su gestión y por ello, sin duda, hubiera preferido competir con otro candidato. «Hubiese sido la situación ideal», confesó en el primer acto de campaña. Los apoyos con los que afronta este nuevo proceso son muy similares a los de diciembre de 2008, ya que dispone del respaldo del 60% del Claustro, con 140 avales, seis menos que hace cuatro años, cuando se enfrentó a la catedrática Marisol Esteban, cabeza más visible por entonces del búnker de funcionarios españolistas -muchos de ellos afines a CCOO- que se oponían a los tímidos cambios introducidos por Juan Ignacio Pérez Iglesias en la euskaldunización.
Por mucho que trate de negarlo, el 4 de diciembre se convierte en un plebiscito para Goirizelaia, y de ahí la composición de la plancha con la que concurre y la campaña medida al milímetro. Trata de evitar las sorpresas, consciente de que su proyecto puede perder fuelle tras el paso por las urnas. El perfil de quienes aspiran a conformar el nuevo equipo de gobierno de la UPV-EHU es variado en cuanto a las facultades y los campus, pero también, y hay que subrayarlo, respecto a sensibilidades ideológicas, en la mayoría de los casos muy diluida o no muy definida públicamente, aunque es difícil escapar a la búsqueda de adscripciones en un equipo que muchos en la comunidad universitaria definen como «equipo académico» con el objetivo de mantener el pretendido equilibrio. Si es complicado encontrar una vinculación política o sindical muy pronunciada, también lo es hallar en su programa algún enunciado que pueda irritar al alumnado, personal de administración y servicios (PAS), personal docente e investigador, y catedráticos -uno de los huesos a roer en cualquier proceso electoral dado su peso en el Claustro y donde los ideales unionistas son santo y seña de muchos de sus miembros más destacados-.
En una campaña «floja» es mejor mantener en calma a quienes tienen la opción de ejercer el voto, consciente de que tienes un caladero fiel, antes que encrespar con algún mensaje a quienes simplemente no tienen ningún motivo para votar o pueden optar por no hacerlo en esta oportunidad al verse «huérfanos» de pretendiente.
La abstención será la ganadora el 4 de diciembre, especialmente entre alumnas y alumnos -aunque por el sistema ponderado es el que menos valor tiene frente, por ejemplo, al de los catedráticos-, pero Iñaki Goirizelaia teme aún más al voto en blanco, ya que tiene que sumar más de un tercio de los sufragios para convertirse en el primer rector de la UPV-EHU que repita en el cargo.
En la primera semana de campaña, a la espera del hito que supondrá su comparecencia ante el Claustro el 30 de noviembre para defender su programa y enfrentarse a las interpelaciones que le hagan, varios de sus mensajes en comparecencias públicas han sonado a puro electoralismo entre docentes y trabajadores: que considera «humillante» la supresión de la paga de Navidad, al tiempo que anuncia que trabaja «para minimizar» sus consecuencias, o su promesa de actuar «con valentía» ante los recortes impulsados por el Gobierno español.
La palabra «recorte» es tabú para el aspirante a la reelección en esta campaña descafeinada, aunque ha tenido que aplicarlos por imperativo. Es cierto que el modo en que ha gobernado hasta ahora ha convertido a la UPV-EHU en una especie de «oasis» frente a las duras realidades que se están viviendo en otras universidades; sin ir muy lejos, en la UPNA. Ha sido un cuatrienio en el que unos presupuestos sin apreturas le han permitido gestionar sin excesivos apuros, evitando conflictos laborales, aunque en declaraciones como «si es posible, seguiremos creando empleo» queda al descubierto que Goirizelaia es consciente de la realidad a la que se enfrenta en el corto o medio plazo, por muy tozudo que sea.
El Plan Universitario 2011-2014, que acordó con el Ejecutivo de Patxi López, es el clavo ardiente al que trata de aferrarse para defender que tiene asegurada la financiación, aunque la realidad económica de la Administración autonómica lleva a dar por hecho que los compromisos previos, por mucho que estén firmados, pueden quedar en agua de borrajas ante nuevas realidades y prioridades. El todavía rector ha dicho que defenderá ante el Gobierno de Iñigo Urkullu «cada punto» pactado, como los que les permiten mantener contratos programa y un plan plurianual de inversiones.
El tiempo dirá si finalmente Lakua desembolsa la totalidad de los cerca de 1.430 millones de euros que firmó la consejera Isabel Celaá. En caso de que el PNV no cumpla lo comprometido por el PSE, frenará o aminorará el impulso que el equipo de Iñaki Goirizelaia pretender dar a la UPV-EHU para que juegue «un papel decisivo en el desarrollo social y económico» en los próximos años. «Es el momento -se recoge en los objetivos principales de su candidatura- de pensar en las necesidades de formación, investigación, innovación y transferencia a las que tendremos que responder dentro de quince años y para las que debemos actuar hoy».
En esa reflexión de partida, como celofán del paquete de propuestas en distintos ámbitos, estiman que la mayor universidad pública del país está llamada a jugar un papel fundamental en el progreso individual y social, «creando capital humano basado en el conocimiento altamente cualificado» que la CAV necesita para generar empleo, crecimiento social, económico y bienestar. «Somos un motor de cambio que opera desde la docencia, la investigación, la crítica, la formación de opinión pública, la creación artística y literaria, dinamizando y activando día a día la sociedad vasca», proclaman desde el equipo del rector.
Al margen de la campaña pura y dura de Goirizelaia, un grupo de profesores, investigadores y trabajadores de administración y servicios han vuelto a activar la iniciativa ``Euskal Herrirako Unibertsitatea, Gure Helmuga'', con la que insisten, como en los comicios de 2008, en reivindicar profundos cambios en la UPV-EHU, partiendo de la democratización de su estructura. Entonces fueron 300 los apoyos que recabaron y ahora pretenden ampliarlos, a la vez que actualizan la reflexión sobre el papel a jugar por la universidad en la sociedad vasca. Por ejemplo, se preguntan si las ideas recogidas en aquel documento son válidas o si la UPV-EHU debe ser un agente activo en el nuevo contexto político que el país vive. Ese enunciado no es tan descabellado cuando habrá pocos que puedan negar que ha sido, a grandes rasgos, un «laboratorio» en el que se ha podido ser testigo de las consecuencias del nuevo tiempo político abierto en Euskal Herria por iniciativa de la izquierda abertzale.
«Es verdad que algunas tendencias que se vislumbraban entonces -en referencia al proceso electoral de hace cuatro años- han hecho acto de presencia y, a su vez, objetivos y posibilidades que planteábamos son más factibles en el contexto actual: Bolonia, más allá de un discurso teórico, es una realidad; estamos sufriendo los mayores ataques del neoliberalismo, también en la universidad; la soberanía de Euskal Herria es cada vez más necesaria y amplios sectores lo ven más posible», apuntan los promotores de este debate. Su intención es interpelar al candidato en el próximo Claustro.
Para aquellos que se sientan un tanto desencantados por la ausencia de una candidatura que represente esos valores, le responden que la presencia de esas ideas es más necesaria que nunca. «No solamente es qué hacer con el voto, sino mucho más», subrayan. Hay quien ha valorado positivamente algunos de los movimientos o el talante de Goirizelaia y su equipo, por ejemplo en política lingüística o en su actitud respecto a los derechos de los trabajadores, aunque es cierto que los consideran «insuficientes» y dudan de que vaya a adoptar alguna decisión audaz que rompa con los corsés de la legislación española. Los recortes y las imposiciones que se aventuran que llegarán desde el Ejecutivo Rajoy, apuntan, complicará la gestión de esta gran institución académica, por mucho que les pese a los elegidos para ello.
Queda por aclarar la actitud de los representantes del alumnado, especialmente de Ikasle Abertzaleak, por su gran peso en ese sector de la comunidad universitaria. La implantación del Plan Bolonia, en opinión de la organización estudiantil «un modelo impuesto», al que han plantado batalla en todas las ocasiones que han podido, ha sido motivo de fricción. Lo cierto es que a ninguno de los rectores de la UPV-EHU, también es el caso de Goirizelaia, le importa mucho la postura del alumnado, por encima de la máxima de «una universidad construida con y para su alumnado» del programa del aspirante a rector. Ahí está su peso real en el Claustro.