José de echave | ex ministro peruano y miembro de cooper-acción
«En América Latina hay una fuerte presión por hacerse con los recursos»
Participó en las jornadas sobre «Crisis global y empresas transnacionales«, que organizó OMAL en Bilbo. Habló sobre las repercusiones de la expansión minera en América Latina y recordó que las transnacionales están «haciendo negocio». Solo duró cuatro meses en el cargo de ministro.
Juanjo BASTERRA |
¿Qué ocurre con la minería en América Latina?
Básicamente, que ha sido una de las características más importante del desarrollo y crecimiento en la región; que en los últimos 20 años ha habido una fuerte expansión; que se ha convertido en la principal captadora de inversión; y que permite el aumento de las actividades, pero que está provocando una fuerte conflictividad social con los pueblos rurales y los indígenas. Hay regiones en el mundo donde hay gas; en otras, petróleo; en otras, minería metálica y no metálica; y en otras reservas de agua potable. Todo eso junto está en América del Sur y hay una fuerte presión por hacerse con el control de los recursos.
¿Las transnacionales buscan quedarse con este control?
En los últimos 20 años la expansión de la inversión ha estado liderada largamente por las grandes transnacionales. Cuando hablamos de minería, petróleo y gas estamos hablando de empresas muy importantes de América del Norte, Oceanía, Europa y, en los últimos años, de los países BRIC, (Brasil, Rusia, India y China), que empiezan a jugar un rol estelar. Del Estado español, Repsol, por ejemplo.
Y ¿Perú qué hace?
Lo bueno es que el escenario político de América Latina no es el de la década de los noventa, donde los gobiernos apostaban por las políticas del «Consenso de Washington», políticas neoliberales que abrían los mercados y que daban excesivas facilidades a las inversiones extranjeras. Hoy en día el escenario ha cambiado. Todavía hay gobiernos apuestan por esa política neoliberal, pero hay ejecutivos como los de Bolivia, Venezuela, Ecuador, y, con matices Brasil y Argentina, que no se pueden calificar de neoliberales, aunque podrían ser neokeynesianos, con una presencia del Estado muy fuerte, que busca obtener la renta de las actividades económicas. Pero sea cual sea la orientación política, hay una tendencia a depender de los sectores extractivos de manera muy directa. No hay gobierno, al margen de su tendencia política, que no sea extractivista.
¿Tanto dinero da?
Efectivamente. Hay una frase histórica de Salvador Allende que decía el cobre es el salario de Chile. Ocurre en varios países de América Latina.
Y, en el caso peruano que usted conoce desde dentro ¿dónde se sitúa?
Tuvimos elecciones. Ganó el señor Humala. Planteaba una propuesta de grandes transformaciones. Creó mucha expectativa. Se pensó en un giro de un país que apostó por las vías neoliberales en décadas anteriores. Sin embargo no se ha producido ese cambio sustantivo. Muchos estuvimos ilusionados con el Gobierno de Transformación, como se calificó, pero es un ejecutivo de continuidad. No están habiendo muchos cambios, se sigue apostando fuertemente por la inversión minera y de hidrocarburos y, a diferencia de Bolivia, Ecuador y Venezuela, no hay una presencia fuerte del Estado y sigue bajo el liderazgo de las empresas transnacionales.
¿Es partidario de seguir los esquemas de esos tres países?
Con ciertos matices, sin duda. En esos países también hay un fuerte conflicto social porque la problemática ambiental está arraigada muy fuerte. América Latina tendría que depender menos del sector extractivo, porque hay otras posibilidades, otras alternativas. Creo que Perú debiera de apostar por los derechos sociales, por los derechos humanos de los pueblos indígenas y los ambientales.
¿Las transnacionales pueden con todo?
Sin duda. La estrategia de las mismas es precisamente trasladar sus esquemas de expansión y crecimiento a países de América del Sur. Así, gran parte de la rentabilidad de empresas españolas está dependiendo de las inversiones de allí, pero se estáproduciendo una fuerte resistencia del movimiento social, que está en alza.
¿Qué dirección deberían tomar esos países para que los recursos quedasen allí?
Grandes poblaciones están diciendo basta, porque esas políticas expansivas no suponen desarrollo. No es lo que los pueblos indígenas llaman el buen vivir. Hay una estrategia orientada en la defensa de los derechos culturales, económicos, sociales e indígenas, queplantea y propone cambios en la reglas de juego y abre el debate de cuál sería el sujeto político. Estamos en esa lucha de resistencia, de rechazo y de debate más político y, paralelamente, en la construcción del sujeto político que permita esos cambios. No va a ser de la noche a la mañana, pero creo que es un proceso imparable.
¿Cómo fue su experiencia en el Gobierno peruano?
En el Ministerio de Medio Ambiente apoyé un gobierno que ofrecía grandes transformaciones. Duré cuatro meses, que es lo que duró el sueño de las grandes transformaciones. En el caso del medio ambiente la idea era construir una verdadera autoridad ambiental, que generase equilibrios. Hubo mucha resistencia y renuncie cuando se permitió a una transnacional secar cuatro lagunas por un proyecto minero. No lo acepté y hubo mucho conflicto. Lo revisé y vi que era maligno. Me fui.
¿Está decepcionado?
En muchos países de aquella región sus electorados votan por cambios a la izquierda, pero los gobiernos acaban gobernando por la derecha. Se buscan candidatos prestados al movimiento social y no hay una institucionalidad propia del movimiento social que produzca representación pública. Los candidatos prestados, una vez en los gobiernos, se olvidan de los cambios. Hay que transformar esos movimientos de resistencia en sujetos políticos.
«Estuve en el ministerio de Medio Ambiente en el Gobierno Humala en Perú, pero duré cuatro meses, que es lo que duró el dueño de las grandes transformaciones»