Análisis | Crisis financiera
Endeudamiento y riesgo en el sector financiero vasco
El análisis parte de que los problemas del sistema financiero vasco, que no del español, son exógenos y proceden de la caída de la demanda internacional y de las restricciones crediticias generadas desde el exterior. El sector bancario necesita defender el extraordinariamente positivo activo social y económico que supone su solvencia y equilibrio patrimonial.
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Apesar de que hemos hecho referencia a este concepto en documentos anteriores, parece necesario insistir. La confusión entre los problemas y retos del sector financiero vasco y los del conjunto del Estado español es permanente y viene distorsionando las políticas bancarias de nuestras instituciones públicas y privadas de forma alarmante durante los últimos años.
Ni la economía vasca en su conjunto, ni nuestro sector financiero en particular, se sobre-endeudaron de forma desproporcionada. Este hecho trascendental condiciona el conjun- to de las políticas anti-crisis a desarrollar en el País Vasco y debiera ser tenido en cuenta de forma constante no solo por nuestra clase política, sino por expertos y, sobre todo, por los medios de comunicación, que están confundiendo permanentemente a nuestros ciudadanos sobre cuáles son y no son nuestros verdaderos problemas y, por lo tanto, cuáles son y no son nuestros verdaderos retos.
Como consecuencia de este menor sobre-endeudamiento anterior a la crisis, la salud de nuestro sistema financiero es sustancialmente mayor que en el Estado. Los activos de la banca española se han financiado con depósitos de clientes en aproximadamente un 43%, frente a un 67% en KutxaBank y un 85% en Caja Laboral.
Estos datos son de una extraordinaria importancia. Aunque no exclusivamente, el sobreendeudamiento de la banca española básicamente se refleja en los recursos captados de acreedores (normalmente a través de cédulas, bonos...), en buena parte procedentes de otros países, que han permitido a bancos y cajas endeudarse por encima de lo que la economía del entorno genera de forma natural a través de los depósitos de clientes.
Es evidente que una entidad en concreto puede sobre-endeudarse e invertir eficientemente estos recursos añadidos, pero esto es prácticamente imposible en el conjunto de la economía puesto que, si el sector bancario se sobreendeuda, es imposible que la economía real posibilite inversiones adecuadas para estos recursos.
De esta forma, comparando los datos del conjunto de la banca española con los de KutxaBank y Caja Laboral (entre ambas suponen dos tercios del sector bancario en la Comunidad Autónoma Vasca) nos encontramos con un reflejo claro de una economía real sobre-endeudada sólo de forma limitada.
Como es de esperar, el que la economía real no esté sobre-endeudada tiene una relación directa con el hecho de que las inversiones de los bancos sean más solventes. Y esto se refleja, por ejemplo, en las tasas de morosidad que, aunque se han venido elevando progresivamente, se sitúan en niveles radicalmente distintos en el País Vasco y en el conjunto del Estado. Las conclusiones que se desprenden de estos datos son esenciales para el conjunto de nuestras políticas anticrisis. Lo son para las políticas relacionadas con el sector financiero, pero también para el conjunto de las políticas presupuestarias y de relanzamiento económico.
Si nuestra economía no está sobre-endeudada, entonces podemos afirmar claramente que las raíces de la crisis económica en el País Vasco no son endógenas sino exógenas. Es decir que, más que existir desequilibrios estructurales internos a corregir en la economía financiera, en la economía real o en los presupuestos públicos, nuestros problemas proceden del exterior, como consecuencia:
a) de la caída de demanda internacional -y, en particular, española- que afecta a las ventas externas de nuestras empresas
b) de las restricciones crediticias generadas en nuestro sistema financiero desde el exterior.
Por supuesto, esto no significa en absoluto que nuestros problemas no sean graves. Significa que son problemas esencialmente distintos de los que afectan a la economía española. Y que, por lo tanto, tanto el diagnóstico como las estrategias anticrisis deben ser sustancialmente diferentes.
Este criterio, válido para el conjunto de la economía vasca, lo es mucho más para el sector financiero donde, al contrario de lo que sucede en el Estado español -y, en general, en el conjunto de Occidente- el gran reto de las políticas anticrisis no es la reestructuración del sector bancario, imprescindible en economías sobre-endeudadas y con entidades bancarias excesivamente apalancadas. El sector bancario vasco no necesita reestructurarse sino, al contrario, defender el extraordinariamente positivo activo social y económico que supone su solvencia y equilibrio patrimonial.
No haber sido conscientes de este criterio esencial para nuestras estrategias económicas ha sido un fallo imperdonable del conjunto de nuestras políticas anticrisis. Un error que no solo ha tenido consecuencias conceptuales de desenfoque de nuestras políticas públicas sino otras mucho más concretas a las que ya hemos hecho referencia en otras ocasiones.
En lo que respecta, en concreto, al sector financiero vasco, la distorsión conceptual y mediática sobre nuestros retos y nuestros objetivos ha sido inexplicable y lamentable. Durante años hemos sido bombardeados por mensajes relacionados primero con el concepto de crisis bancaria, después con el cuestionamiento institucional de las cajas de ahorros y con la imperiosa necesidad de consolidación del sector financiero -fusiones de entidades- para, finalmente, mantener viva una extraña obsesión por el crecimiento de las entidades financieras. Ninguna de estas obsesiones mediáticas -repetidas incansablemente por medios de comunicación, «expertos» y responsables políticos- tenía nada que ver ni con la realidad de nuestro sistema financiero ni con sus verdaderas necesidades.
Urge una reacción inmediata de nuestros responsables políticos en primer lugar, pero también de nuestros medios de comunicación y, en definitiva, del conjunto de agentes de nuestra economía y, en particular, de nuestro sistema financiero.