«¡Pues claro que los catalanes tienen el derecho a decidir su independencia!», igual que «todos los pueblos del mundo tienen el derecho y la obligación ética y moral de abolir un sistema que no hace felices a las personas». Fue el portavoz del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), Diego Cañamero, quien a pulmón abierto pronunció estas palabras en el encendido discurso con el que puso en pie un abarrotado Teatre Musical de Barcelona, en el que ayer se celebró el acto central de la campaña de la Candidatura d'Unitat Popular-Alternativa d'Esquerres (CUP-AE).

Dos mil catalanes rompiéndose las manos ante las palabras de un andaluz; toda una paradoja para aquellos que, dentro y fuera, quieren ver en el conflicto catalán una mera pugna nacional entre Catalunya y España. Pero la más absoluta normalidad para una candidatura que como ayer remarcó su candidato, David Fernández, quiere convertirse «en un caballo de Troya dentro del Parlament», con el objetivo de «impugnar su sistema, desobedecer el miedo y hacerles la vida imposible». Y la oportunidad de hacerlo parece cada vez más cerca, a tenor de lo que dicen las últimas encuestas publicadas ayer y, sobre todo, viendo a las 700 personas que se quedaron sin poder entrar al recinto, siguiendo el acto a través de una pantalla gigante. La ilusión de las primeras veces se palpaba en el ambiente y las porras sobre el resultado que puedan obtener el 25 de noviembre se extendían entre los diferentes corros de simpatizantes.

Unos simpatizantes mayormente jóvenes, pero con las largas luchas, victorias y derrotas del independentismo de izquierdas en la mochila. Como le gusta repetir a Fernández, «el pasado que seremos». Una juventud y una experiencia condensados en el joven cabeza de lista por Girona, Lluc Salellas -encargado de abrir el acto-, y en el sindicalista de dilatada trayectoria que encabeza la candidatura en Tarragona, Jordi Martí -cuyo discurso puso fin al acto-.

Un mitin central con recuerdos para los cinco huelguistas de hambre de Telefónica y para la población palestina de Gaza, pero también para Euskal Herria, presente a través de Txelui Moreno, que trasladó el saludo de la izquierda abertzale y arrancó la ovación del público al tomar prestada la ya clásica despedida de Arnaldo Otegi: «Sonreír, porque vamos a ganar».