Gloria REKARTE Expresa
Gaza
La Agencia Efe, sin embargo, reconoce que no está claro si uno de los varones adultos fallecidos es miembro de Hamás» (Cadena SER). Ibrahim, Mohamed, Ranin, Jamal y Yousef Al Dalou, de 1, 4, 5, 7 y 10 años, terminaron su corta vida el domingo por la tarde, cuando un misil israelí impactó en su casa y la convirtió en la tumba que enterró sus cuerpos desgarrados junto a los de otros 6 miembros de su familia.
A pesar de todos ellos, hay un «sin embargo»: uno de los adultos podría ser de Hamás. Un «sin embargo» para hundirlos un poco más entre los escombros que los mataron. Un adverbio perverso para facilitarnos la ceguera. Para que sea legítimo el silencio, ilegítima la rabia. Legítimo, el derecho de Israel a la defensa, ilegítima la obstinación palestina de no dejarse matar en silencio y sin molestias. Legítimos sus misiles y bombas de fósforo, sus objetivos «selectivos» que revientan civiles, sus «errores» que también. Legítimos los fanáticos que gritan «no nos dejaremos exterminar» alineándose con los exterminadores, victimizándose con los victimarios. Legítimas las más de 100 muertes que han causado en apenas cuatro días. Ilegítimas, las propias víctimas.
No hay guerra en Gaza. No puede haberla cuando es la cuarta potencia mundial la que se enfrenta a una población en la que, sin defensas antimisiles, sin ejército, sin fuerza aérea, ni naval, cada palestino es su propio y único escudo. Los escudos humanos que llenan la boca de sus asesinos. No hay guerra en Gaza. Hay destrucción y genocidio. Cesará tarde o temprano una vez más. Haremos recuento de víctimas. Nos dejaremos sacudir por el dolor y por el horror. Y volveremos a olvidar Gaza, a olvidar Palestina, hasta el próximo bombardeo.