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CRíTICA: «Holy Motors»

El hombre de las mil caras

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Mikel INSAUSTI

Resulta sorprendente que el quinto largometraje de Leos Carax en casi treinta años no recibiera ningún premio en Cannes, mientras que en Sitges, que es un festival especializado en cine fantástico, se lo llevó todo. Tal vez fue la introducción de «Holy Motors» a lo David Lynch lo que creó confusión, o simplemente que el surrealismo salvaje y la poesía delirante ya solo encuentran refugio entre los más extremos, pero la cuestión es que la crítica convencial de hoy en día no ha sabido dar respuesta a una propuesta hecha desde la total libertad creativa, y movida por una pasión por el cine tan enfermiza como terminal.

Leos Carax hace suya la máxima de Godard, según la cual la ficción viene a ser un documental sobre los intérpretes con los que trabaja un director. En consecuencia, el autor de «Les amants du Pont Neuf» dedica la obra cumbre de su rara y escasa filmografía a su actor fetiche Denis Lavant, que se queda sin Juliette Binoche como pareja, la cual es sustituida por la australiana Kylie Minogue, que tiene la ventaja de ser cantante para protagonizar el número musical. Aunque el suyo no es el único, porque hay otro más con una orquesta de acordeones (sic). La sombra de Jacques Demy es alargada.

El genial cineasta deja claro que no existe sustituto posible para Lavant cuando dice que, de no haber podido contar con él, se habría decantado por Lon Chaney. Esto nos lleva a una reflexión insomne sobre el oficio del actor, en cuanto transformista u hombre de las mil caras. Los cambios de escenario de la película remiten a un juego de máscaras, concebido dentro de la tradición del folletón del Fantomas de Feuillade, y con la presencia de Edith Scob, actriz representantiva del cine de Franju, al que «Holy Motors» debe tanto como a Cocteau, a Buñuel, o a Etienne Jules Marey, pionero de la fotografía en movimiento. Y de la prehistoria del arte visual se pasa a su futuro, ya que en uno de los nueve actos de la función el estelar Óscar, que no se puede llamar de otra manera siendo actor, se pone un traje de captura de movimiento.

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