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«Las giras internacionales de hace unos años ahora son impensables»

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Iñigo Alberdi

Director de la Orquesta Sinfónica de Euskadi

La Orquesta Sinfónica de Euskadi está ya inmersa en su nueva temporada de abono, con la que clausura las celebraciones de su treinta aniversario y abre las puertas a nuevos proyectos. En la última temporada como director musical de Andrés Orozco-Estrada visitarán la orquesta solistas internacionales y algunos de los jóvenes más prometedores del panorama clásico.

Mikel CHAMIZO | DONOSTIA

Con la entrada de Iñigo Alberdi en la dirección técnica de la Orquesta Sinfónica de Euskadi en el 2005, el buque insignia de la música clásica vasca comenzó a reorientarse hacia nuevas direcciones. Esta temporada resume bien algunas de ellas, que ya van materializándose: afianzar la presencia de la Orquesta en Europa y en el Estado, un mayor compromiso con la música contemporánea, un sólido departamento pedagógico y la búsqueda de un repertorio de concierto y discográfico versátil como la propia orquesta.

¿Cuáles son las líneas principales que vertebran la programación de este año con respecto a temporadas anteriores?

La principal novedad son los encargos de nuevas obras a través del proyecto TESELA y la mayor presencia de la música contemporánea que ello supone. A nivel de repertorio tradicional, destaca el estreno de la «Sexta» de Mahler, que la Orquesta no había tocado nunca, y el colaborar con el Ballet Biarritz tras aquél espectáculo en torno a Tchaikovsky que hicimos hace unos años. Hay también mucho repertorio clásico, en concreto Beethoven, por deseo expreso del maestro, que lleva unos años queriendo trabajar el sonido de la orquesta con obras no tan densos.

¿Qué nombres destacaría entre los artistas que visitarán la orquesta?

Junto con Andrés Orozco-Estrada, que será nuestro titular por último año, y Andrey Boreyko, que seguirá siendo nuestro principal director invitado, vendrán nombres ya conocidos pero también algunos artistas con los que hace tiempo queríamos trabajar. Es una temporada muy fuerte en lo que respecta a los directores, pero también van a pasar solistas tan destacados como Frank Peter Zimmermann, Martin Frost o Rafal Blechacz, junto con nombres menos conocidos como Ana María Valderrama o Josu de Solaun. Es una temporada muy intensa que se complementa con todos los conciertos didácticos y un KlasikAt con Ken Zazpi que, finalmente, hemos tenido que postponer unos meses.

Las salidas al exterior de la Orquesta son bastante numerosas esta temporada.

Efectivamente, comenzamos en septiembre con conciertos en San Juan de Luz y Soria; más tarde dos conciertos en Burdeos, en la que es la primera temporada del Auditorio de Burdeos; después llegará Madrid y cerraremos la temporada en París, en Versalles, con cuatro funciones de la «Cenicienta». Nuestra intención es realizar giras cada dos años, pero el concepto de gira que abordábamos hace diez años no tiene nada que ver con las actuales. El objetivo ahora no es ir en giras ad hoc a los lugares, sino insertarnos en los ciclos que ya existen en la ciudad que nos acoge. Este año estamos programados en ciclos interesantes y eso es un paso muy importante para nosotros. Además la economía tampoco da para más. Esta temporada solo tenemos una salida en la que tengamos que coger aviones, la de París, pero las otras citas, como la madrileña o la de Burdeos, aunque estén cerca son prestigiosas.

¿Han desaparecido de la perspectiva las grandes giras internacionales que hacía la OSE hace unos años?

Los proyectos de giras muy grandes que hicimos en el pasado reciente, por ejemplo en el 2007, recorriendo Brasil y Argentina, hoy en día son absolutamente impensables, económicamente inabordables en este contexto de crisis. Además nuestro ámbito natural creo que está en Europa. El hecho de que hayamos conseguido tocar en los ciclos de ciudades como Düsseldorf o Milán para nosotros tiene mucho sentido estratégico. Las grandes giras también las tenían, pero como ahora no podemos ni plantearlas, estamos centrando nuestros esfuerzos en el circuito europeo, donde creo que la Orquesta de Euskadi tiene algo que decir.

Parece que la OSE mantiene una cierta estabilidad presupuestaria, sobre todo con respecto a otras orquestas del Estado, como las andaluzas, que están en situación realmente crítica.

Igual que la situación económica en Euskadi es muy diferente de lo que puede ser Andalucía o Levante, la situación económica de la orquesta, siendo dura y habiendo sufrido recortes, está estable y se mantiene con esfuerzo por parte de todos los implicados. Seguimos con el mismo número de conciertos por temporada, mismo ritmo de trabajo, los proyectos, las grabaciones... Es verdad que contamos con un fuerte apoyo institucional como entidad dependiente del Gobierno Vasco, pero se están manteniendo también las aportaciones de otros patrocinadores. Y, sobre todo, de nuestro público, esos siete mil abonados que son nuestro mayor tesoro.

En el apartado discográfico ahora mismo están concluyendo la colección de compositores vascos, pero los nuevos proyectos parecen ir por derroteros muy distintos. El disco dedicado a Gubaidulina ha recibido uno de los reconocimientos discográficos más prestigiosos del mundo, el Editor's Choice de la revista Gramophone. ¿Hacia dónde van a orientar la nueva discografía?

La colección de compositores vascos ha sido un proyecto indispensable para la orquesta y, como entidad pública que somos dedicada a ella, también para la música vasca. Era una labor importante que había que realizar y que, con el volumen final, el decimoquinto, dedicado a Bernaola, ya ha alcanzado un corpus suficiente. El reto que tenemos ahora es diversificar la actividad. Sin duda seguiremos grabando obras de compositores vascos, pero necesitamos también abrirnos a otros repertorios. Tengo fe en que podemos aportar grabaciones valiosas y lo intentaremos con solistas selectos. La orquesta es versátil, creo que lo demostramos con todas las actividades tan distintas que realizamos, pero esa versatilidad no se refleja en nuestra discografía, que está dedicada en un 85 por ciento a los compositores vascos.

¿En que nuevos repertorios está pensando para ampliar la discografía?

De cara a futuro se nos abren varias vías. Principalmente estará la música contemporánea, pero también tenemos en mente grabar obras líricas, de compositores vascos preferentemente, las que están sin grabar o las que sí lo están pero los registros son muy antiguos. Y también, por qué no, nos gustaría estar presente en el repertorio sinfónico estándar, con solistas jóvenes, y grabar los Conciertos para piano de Brahms, por ejemplo.

Desde que usted asumió la dirección de la OSE se está desarrollando una labor muy seria y estructurada en el apartado pedagógico. Hay un esfuerzo que va más allá del típico concierto para escolares, creando materiales como Sinfokids.

Es una parte constitutiva de la labor de una orquesta. El peligro, cuando haces actividades para público infantil o joven, es que no haya un cuerpo que deje constancia de ello. Por eso desde el año 2006 tenemos un departamento pedagógico, con Mikel Cañada como responsable, en el que la planificación es mucho más específica. Dentro de ese departamento se engloban los conciertos educativos, las actividades previas a estos, los talleres de sensibilización, los ensayos abiertos, la asistencia en las clases de música de los colegios, etcétera. Para centrar todas estas actividades se necesitaba un material escolar actualizado, también en euskara, y moderno, que es Sinfokids. Este año hemos presentado el segundo volumen y nuestra intención es que dar forma a una colección de materiales didácticos para su uso en el aula.

¿Existen materiales parecidos que haya desarrollado alguna otra orquesta del Estado?

No hasta donde yo conozco. Hay proyectos muy activos, como el del L'Auditori educa de Barcelona, pero ninguna orquesta ha desarrollado materiales como el de Sinfokids. La de Gran Canaria publicó una colección de cuentos musicales muy interesantes, pero la confección de DVDs y cuadernos educativos no me consta en ninguna otra orquesta.

¿Cómo les ha afectado la subida del IVA?

Es un golpe muy grande, porque se trata de una subida de trece puntos. Este año asumimos con esfuerzo la diferencia en los abonos, pero en las entradas sueltas estamos aplicando ya la subida, que en las entradas más caras supone en torno a 2 euros más. En las temporadas siguientes el precio de los abonos se irá incrementando paulatinamente, a un ritmo algo mayor que el del IPC, hasta ponernos al día.

Para terminar, dígame una cita de esta temporada que quede por llegar y que le haga especial ilusión.

Te diré dos: la actuación del clarinetista Martin Frost, en el «Concierto para clarinete» de Mozart; y el último programa de la temporada, el ballet «La Cenicienta» de Prokofiev con el Ballet Biarritz, que será algo mágico.

«Queríamos que comenzase a sonar en Europa como una orquesta comitente»

Los primeros meses de esta temporada son también los últimos de celebración del treinta aniversario de la fundación de la orquesta. ¿Cómo se han desarrollado esas celebraciones?

Está siendo una temporada intensa, con mucha actividad y muchos proyectos. El más destacable, el proyecto TESELA, que está en marcha y finaliza a principios del 2013. Se trata del estreno absoluto de una serie de ocho obras encargadas a otros tantos compositores de diferentes nacionalidades y de prestigio internacional, teselas que componen un mosaico de música contemporánea con un leit motiv común que es la cultura vasca. Con este proyecto queríamos entablar una buena relación con compositores muy importantes del panorama internacional y, de esta manera, que el nombre de la OSE comience a sonar en Europa como el de una orquesta comitente de obra. Se trata de un proyecto que confiere prestigio en un plano diferente al de las giras.

En la coyuntura económica que estamos viviendo, otras orquestas hubiesen apostado justamente por lo contrario, una programación más conservadora. ¿Por qué esta apuesta por la música contemporánea, que es un repertorio siempre complejo de programar y económicamente comprometido?

Teníamos claro que tenía que ser así. Nuestro treinta aniversario se cumple en el año 2012, así que nos interesaba hacer proyectos con las personas que están creando en el 2012. Tenemos mucha relación, históricamente, sobre todo con los compositores vascos, a los que la orquesta seguirá manteniéndose muy cercana. Pero queríamos dar un paso más allá en el sentido de la contemporaneidad de las propuestas y tejer alianzas a nivel internacional.

¿Cómo está recibiendo la orquesta y el público estas nuevas creaciones?

Muy bien, porque se trata de composiciones amables, de escucha muy interesante y, además, no son para nada largas. Lo más especial de ellas es que desde la orquesta hubo una petición a los compositores para que, con total libertad, plasmaran en sus composiciones algo que conocieran o les gustase especialmente de la cultura vasca, bien fuera el idioma, la rítmica, los instrumentos tradicionales... Es ese punto el que hace que en estas obras se forje una relación íntima con nuestro repertorio y nuestra cultura, y que sean aportaciones muy valiosas para nosotros. En cuanto al público, reciben las obras con expectación. En la de Ivan Fedele había mucha curiosidad por ver qué uso haría de la txalaparta. En el «Zortziko» de Michael Finissy, hubo quien reconoció el ritmo de zortziko y otros que no. Pero el interés es innegable.

¿Cómo consiguieron convencer a compositores tan importantes como Eötvös para que escribieran una obra inspirada en la cultura vasca?

Para eso hemos contando con la colaboración inestimable de Ramón Lazkano, que nos ha abierto muchísimas puertas. Él ha sido el presentador entre la sociedad de compositores de este proyecto. Y la inmensa mayoría han aceptado muy gustosos y con mucho interés: nos pedían información sobra la orquesta, las compositores vascos, los instrumentos tradicionales... M.C.

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