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Alto el fuego en Gaza

Las críticas en Israel contrastan con la euforia por la «victoria» en Gaza

La población de Gaza salió a la calle a festejar una «victoria» por la que Hamas fue felicitada tanto por sus enemigos internos de Al-Fatah como por los libaneses de Hizbullah. Esta euforia contrastaba con la frialdad, no exenta de críticas, con la que parte de la población y la oposición israelíes recibieron el anuncio del alto el fuego. El Gobierno de Benjamin Netanyahu salió al paso de este clima advirtiendo de que reanudará sus ataques en caso de violación de la tregua.

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GARA | GAZA-TEL AVIV

El Ejército israelí y Hamas respetaban el alto el fuego, inicialmente de 24 horas, decretado en la noche del miércoles y la euforia en la parte palestina contrastaba con las reacciones frías, que incluían algunas críticas, en el seno de Israel.

Enarbolando las banderas verdes de Hamas, pero también las de sus rivales históricos de Al-Fatah, los gazatíes se echaron a la calle para festejar el final de los bombardeos. El ruido de los cláxones y los disparos al aire sustituyeron al estruendo de los bombardeos que asolaron durante ocho días a la abigarrada población de la Franja. Furgonetas de Hamas circulaban a toda velocidad por la capital y difundían a través de altavoces mensajes de victoria y de esperanza para el pueblo palestino en una jornada declarada festiva. «Allah akbar (Dios es grande), la resistencia ha triunfado», repetían los altavoces de las mezquitas de toda la Franja Los milicianos de las Brigadas Ezzedin al-Qassam eran felicitados por la población, feliz por poder salir de sus casas por primera vez en varios días.

La alegría contrastaba con la destrucción, visible en cada rincón. El ambiente era sin duda una mezcla de alivio por el final de los ataques -ayer fue recuperado de entre los escombros el cadáver de una niña de cuatro años que murió con toda su familia- y de orgullo por haber logrado detener la maquinaria militar israelí, logrando un acuerdo que, si se hace efectivo, supondría el final del criminal bloqueo sobre la Franja.

El primer ministro de Gaza, Ismail Haniyeh, instó al resto de grupos de la resistencia palestina a respetar el alto el fuego y no frustrar esas expectativas, lo que no le impidió reivindicar la victoria. «La batalla y la victoria muestran que el enemigo (Israel) deberá reflexionar mucho antes de comprometerse en otra batalla con cuaquier país de la región decidido a resistir», señaló en un guiño a Irán.

Hamas recibió la felicitación de la resistencia libanesa de Hizbullah, cuyo secretario general, Hassan Nasrrallah, instó a que todos «aprendan las lecciones de esta experiencia» que calificó de «grandiosa» y que, auguró le ha dado a los palestinos «el poder que les llevará a la victoria». Haniyeh recibió, asimismo, la felicitación por la «victoria» en llamada telefónica del presidente de la ANP en Cisjordania, Mahmud Abbas.

Sensación de unidad

Junto a Haniyeh en la balconada del Parlamento, uno de los líderes de Al-Fatah, el negociador jefe de la ANP, Nabil Shaat, recibía ovaciones y gritos de apoyo. Muchos quieren ven en el acuerdo de tregua con Israel y en estos gestos de las dos corrientes palestinas, duramente enfrentadas desde que Hamas tomó en 2007 el control de Gaza, la apertura de una posibilidad real para la reconciliación y la vuelta a la unidad. «Hemos ganado y habrá unidad», declaraba a Jalil Il Haya.

«Vergüenza para Israel. Hoy hemos ganado en Gaza y mañana ganaremos en Jerusalén y en toda nuestra tierra», afirmaba orgulloso un miembro de Hamas. «Fatah, Hamas y la Yihad (Islámica) somos solo uno», gritaba entre aplausos.

Críticas y advertencias

Esta alegría contrastaba con el ambiente circunspecto, y que incluía críticas, palpable en Israel. Ayer mismo murió un teniente herido por el impacto de un cohete palestino, lo que eleva a seis las bajas mortales israelíes durante la crisis.

Pese a ello, no hay duda alguna de que la población israelí tenía menos que festejar -sus vidas no corrían un peligro tan diáfano y evidente como las de los palestinos-. Pero el problema va más allá.

Mientras los 57.000 reservistas israelíes movilizados para entrar en Gaza durante la operación «Pilar Defensivo» comenzaban a regresar a sus hogares asomaban las primeras críticas.

Moshe Remy, un jubilado de Ashkelon, ciudad del sur de Israel objetivo de cohetes palestinos, se mostraba «totalmente decepcionado por la humillación de Israel».

«¿Cómo ha podido Israel aceptar detenerse sin lograr la victoria definitiva? Estoy avergonzado de ver a los soldados volver sin haber acabado la misión. Tenían que haber triturado a esa basura», señalaba Michel, un conductor de camion, en referencia a los palestinos.

El contexto electoral sumaba un nuevo elemento a esta ecuación. El líder del partido opositor Kadima, Shaul Mofaz, se quejaba de que «la seguridad de los israelíes no ha sido restablecida, ni tampoco nuestra fuerza de disuasión». El antiguo jefe del Estado Mayor israelí y exministro de Defensa calificó el alto el fuego de «error. No es así como se lleva adelante una guerra contra el terrorismo». El dirigente laborista Shelly Yacimovich mostraba sus dudas de que ésta operación haya sido un «éxito estratégico para Israel».

El actual jefe del Estado Mayor, general Benny Gantz, tuvo que salir al paso de todas estas críticas asegurando que la operación «ha cumplido todos sus objetivos». Tesis que era rechazada por buena parte de la población y de los medios de comunicación israelíes, que auguraban un retorno de las hostilidades, más cercano o lejos en el tiempo.

El ministro de Defensa, Ehud Barak, salió al paso de las críticas pero desde otro ángulo, y puso en duda la posibilidad de una incursión terrestre a Gaza. En su opinión, resultaría imposible desalojar a Hamas del poder sin que Israel no volviera a reocupar todo el territorio. «Y no estoy seguro de que esa sea la opción más inteligente», añadió.

Con todo, Barak advirtió de que el alto el fuego «puede durar nueve días, nueve semanas o más, pero si no lo respetan sabremos qué hacer, y consideraremos la posibilidad de reanudar nuestras actividades (militares) en caso de tiros o provocaciones».

El primer ministro, Benjamin Netanyahu, coincidió al advertir de que «damos una oportunidad a la tregua, pero estamos listos ante la eventualidad de que no sea respetado y sabremos actuar en consecuencia».

Pese a ello, y habida cuenta de que Israel encara ya una campaña electoral hasta el 22 de enero, los analistas estiman que la suerte de Netanyahu y de su aliado Avigdor Lieberman depende ahora de que la tregua sea respetada hasta ese día.

CISJORDANIA

El Ejército israelí detuvo a primera hora de ayer a 55 palestinos en una redada masiva en Cisjordania apenas horas después de la entrada en vigor del alto el fuego. Las redadas son habituales pero esta es excepcional por su amplitud y extensión.

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