Kurdistán Oeste se blinda tras combates con grupos islamistas
Las Unidades de Protección Kurdas (YPG) han intensificado su entrenamiento tras los choques con grupos opositores islamistas en Ras al-Ain. El Partido de la Unión Democrática (PYD) acusa a Turquía de dar apoyo al Frente al-Nusra y Ghuraba al-Sham permitiéndoles operar desde su territorio.
David Meseguer | Efrin
Cubiertos con kufiyyas, el típico pañuelo palestino, milicianos de las Unidades de Protección Kurdas (YPG) hacen prácticas de tiro con fusiles de asalto AK-47 y simulan situaciones de combate entre los olivos de un campo situado cerca de Efrin, principal ciudad kurda de la provincia de Alepo. Roj, antiguo combatiente del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y encarcelado en Turquía durante ocho años, dirige e imparte disciplina a los 30 jóvenes que conforman esta brigada.
Las YPG se crearon en julio después de que el Partido de la Unión Democrática, brazo político del PKK en Siria, se hiciera con el control administrativo de diferentes regiones de Kurdistán Oeste tras la retirada del régimen. Al principio, la organización de estas unidades defensivas era muy precaria, carecían de formación, disciplina militar y su arsenal se reducía simplemente a armamento ligero.
«Solo somos una fuerza defensiva, pero los últimos acontecimientos y la injerencia de potencias extranjeras nos ha obligado a organizarnos y estar preparados para entrar en acción», explica a GARA Roj, combatiente con una amplia experiencia en Qandil, bastión montañoso del PKK en el norte de Irak.
Ahora las YPG, que cuentan con diferentes brigadas en ciudades como Efrin, Amude o Qamishlo y tienen como referente ideológico a Abdullah Öcalan, disponen de uniformes, mejor armamento con lanzacohetes RPG y también albergan una gran cantidad de mujeres en sus filas.
Los enfrentamientos de finales de octubre entre las Unidades de Protección Kurdas y el Ejército Libre de Siria (ELS) en Ashrafiyeh, barrio de mayoría kurda de Alepo, y Qestel Cendo, en la región de Efrin, unidos a los combates que actualmente tienen lugar en la población de Ras al-Ain entre las milicias kurdas y los grupos islamistas Frente al Nusrat y Ghuraba al Sham han abierto un nuevo frente militar en Siria.
A pesar de que hace pocos días las fuerzas kurdas expulsaron de la ciudad de Derik a las tropas leales a Bashar al-Assad, los rebeldes sirios siguen acusándolos de colaboradores del régimen.
Como consecuencia de la escalada de la tensión, las YPG han incrementado la presencia de efectivos en las vías de comunicación con gran valor estratégico. Mohammed Jemu, responsable del punto de control en la carretera que une Jendires con el paso fronterizo de Bab al-Hawa, explica que «cada checkpoint cuenta con unos 20 hombres pero si la situación lo requiere somos capaces de movilizar rápidamente más de un centenar de hombres».
Apostado detrás de unos sacos terreros y a los mandos de una DShK, está Mazlom Hasan, uno de los jóvenes voluntarios que hace guardia en este punto de control. «Es un honor para mí defender la dignidad de mi pueblo. Estoy listo para sacrificar mi alma y mi sangre por mi tierra», se sincera el combatiente.
Grupos islamistas y el apoyo turco
«Ankara no puede permitir bajo ningún concepto que los kurdos de Siria tengamos derechos y libertad y está apoyando a grupos islamistas para combatirnos», denuncia Attef Abdo, miembro del PYD y máximo responsable del Parlamento del Pueblo Kurdo en Efrin.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) con sede en Londres, los combates que tienen lugar desde el lunes en Ras al Ain, villa fronteriza con Turquía, han dejado 34 muertos, entre ellos 29 combatientes opositores y Abid Xellil, miembro local del PYD. Unos 400 combatientes de las YPG controlan el norte y el este de la ciudad, mientras que unos 300 milicianos pertenecientes a los grupos islamistas radicales del Frente al-Nusra -vinculado a Al Qaeda- y la brigada Ghuraba al-Sham, tienen bajo su poder el sur y el oeste así como el paso fronterizo hacia Turquía.
«Los rebeldes llegaron armados con tres tanques capturados al Ejército del régimen procedentes de la parte turca», según manifestó un residente local a la agencia France Press. Fuentes de las Unidades de Protección Kurdas han afirmado a este diario «que el Gobierno turco está armando diferentes facciones islamistas de la oposición y las está utilizando como quinta columna para combatir a las milicias kurdas». Este mismo contacto defiende que «dichos grupos yihadistas cuentan con el beneplácito de Ankara para lanzar operaciones armadas desde territorio turco».
Después que el YPG lanzara el sábado un ultimátum de 48 horas a los grupos rebeldes para que cesaran sus ataques y propusieran un comité mixto compuesto por kurdos y árabes para gobernar la ciudad, la actividad armada ha cesado y la calma parece haber llegado momentáneamente a esta ciudad de Kurdistán Oeste.
Ararat, periodista de Ronahi TV que cubrió hace un mes los combates en Qestel Cendo, población cercana al paso fronterizo de Bab al-Salam en Azaz, cuenta que «el ataque de la qatiba Asefat al-Shamal (Tormenta del Norte) se produjo desde el lado turco de la frontera».
Desde que el pasado mes de julio esta brigada liderada por Ammar Dadikhi se hiciera con el control de este punto estratégico de vital importancia económica, se han producido varios enfrentamientos con brigadas rivales del ELS que han tratado de arrebatarle el mando del puesto fronterizo.
Este grupo armado que antes de la guerra se lucraba con el contrabando transfronterizo, contaría en sus filas con gran presencia de combatientes sirios de ascendencia turcomana, por lo que Ankara les estaría apoyando para desestabilizar la región kurda de Efrin a cambio de una suerte de autonomía futura.
«Turquía está financiando las qatibas Selaheddin y Azadi que cuentan con mercenarios kurdos en sus filas», denuncia Attef Abdo. Estos grupos vinculados al Ejército Libre de Siria protagonizaron hace tres semanas los incidentes armados con las YPG en Ashrafiyeh, barrio de mayoría kurda de Alepo.
La fragmentación de las fuerzas opositoras como ocurriera en Libia con los grupos contrarios a Muamar al Gaddafi está dificultando la interlocución entre las fuerzas kurdas y los grupos rebeldes. «Las relaciones con el Ejército Libre de Siria comandado por Riad al-Assad son fluidas pero los contactos con las facciones opositoras islamistas son prácticamente inexistentes», apunta Aref Sheiko, destacado miembro del Movimiento Democrático Popular de Kurdistán Oeste (TEV-DEM).
El hecho de que Turquía haya solicitado oficialmente a la OTAN el despliegue de baterías de misiles Patriot en territorio turco para protegerse de posibles ataques desde Siria, aún incrementa más la tensión en las regiones kurdas fronterizas con el Estado otomano.
Los partidos kurdos cierran filas
La reunión mantenida en Doha hace diez días por grupos contrarios a Bashar al-Assad sirvió para certificar la unión de la oposición siria y a su vez dejó entrever la debilidad del Consejo Supremo Kurdo puesto que tres formaciones de las quince que componen el Consejo Nacional Kurdo (CNK) acudieron por cuenta propia a la reunión.
El Consejo Supremo surgió fruto del acuerdo de Arbil firmado a mediados de julio entre el PYD y el CNK bajo el auspicio de Massoud Barzani, presidente del Gobierno Regional del Kurdistán iraquí. Aunque los diferentes comités están incorporando miembros del CNK, el PYD es quien está llevando el peso administrativo de la proclamada autonomía de facto.
«Que tres partidos fueran al encuentro de Qatar a título individual fue un grave error que cometimos», comenta Mustafa Ras Waliq, miembro del Partido de la Unificación de los Kurdos de Siria (PYDKS), formación integrada en el CNK. El político reconoce que «los intereses privados de los partidos y las injerencias extranjeras han dificultado la normal puesta en marcha del Consejo Supremo». Para limar estas asperezas, miembros de los diferentes partidos que forman parte de este órgano están reunidos estos días en Arbil para redefinir sus funciones y cerrar filas en torno a las Unidades de Protección Kurdas.
«Las YPG protegen a todo el pueblo kurdo y nuestro deseo es que se conviertan en las fuerzas de seguridad del Comité Supremo», asegura Ras Waliq. En verano, algunas informaciones señalaron que en Duhok, población de Kurdistán Sur, el Gobierno de Massoud Barzani estaba entrenando a militares kurdos desertores del Ejército sirio para formar una futura fuerza que pudiera proteger la autonomía kurda, aunque de momento el proyecto parece no haber fructificado.
Estas fricciones entre las diferentes formaciones kurdas se han dejado a un lado como consecuencia de los sucesos de Ras al-Ain. Ejemplo de ello es la manifestación en apoyo de las YPG que tuvo lugar en la población de Jendires, donde representantes de todos los partidos políticos marcharon juntos en la misma fila.
«Ahora más que nunca los partidos kurdos debemos mantener la unidad, porque sino es así tanto Turquía como el régimen sirio se beneficiarán», sentencia Mustafa Ras Waliq.