Crónica | reacciones tras la matanza de newtown
Entre el «miedo engendra miedo» y la mera fascinación
El asunto de las armas en Estados Unidos es la pescadilla que se muerde la cola. Tras Newtown, como hace unos meses tras la matanza en un cine de Denver, la venta de armas se dispara de nuevo. Y con ello, el problema sigue. No se trata solo de sicosis.
Izaro IZU
En los cuatro días siguientes al tiroteo del pasado mes de julio en un cine de un suburbio de Denver, donde se estrenaba ``Batman'', los comerciantes de armas en tiendas y en webs pidieron al estado de Colorado autorización para vender 3.647 armas, lo que suponía un 41% más que en los cuatro días previos. Un año antes había ocurrido lo mismo en Tucson (Arizona), después del tiroteo que costó la vida a seis personas y dejó malherida a la congresista demócrata Gabrielle Giffords. Y ahora se anuncia, todavía sin datos concluyentes, que otro tanto está ocurriendo de costa a costa tras la matanza de Newtown.
No parece que solo se trate de un mecanismo de autodefensa, siguiendo la vieja máxima de que «miedo engendra miedo», sino también de la consecuencia de una fascinación generalizada por las armas muy interiorizada en el subconsciente de la población estadounidense. Solo así se explica que las ventas de fusil semiautomático utilizado en la matanza de la escuela, con sus municiones y cargadores, se hayan incrementado desde el pasado viernes, al parecer por el temor a que sea relegado o prohibido. Un responsable de esa empresa, Chuck Nesby, explicaba ayer a la cadena CNN que «la gente quiere tenerlo antes de que el Gobierno imponga alguna restricción. Quieren comprarlo todo. Hay cifras de ventas récord ahora mismo».
Otro tanto había ocurrido ya en vísperas de la pasadas elecciones. Las ventas de armas de fuego y municiones se incrementaron ante el rumor de que en su segunda legislatura la Administración Obama quizás pudiera tomar medidas restrictivas. Una de las compañías que, ya en marzo, había afirmado sentirse desbordaba por la demanda era Southport, radicada precisamente en Connecticut, el estado sumido en el dolor y el espanto desde el viernes. Según explicó, solo en los tres primeros meses de este año había recibido un millón de pedidos.
El problema, por tanto, no tendrá fin a no ser que se imponga una legislación radicalmente distinta a la actual, tan permisiva que el FBI da respuesta on-line a las solicitudes de los vendedores de armas en menos de 60 segundos. Desde que se implantó el sistema de control electrónico sobre el historial de los compradores hace ahora catorce años, se estima que la agencia ha autorizado más de 100 millones de ventas mientras que ha denegado el permiso solo a 900.000. O sea, menos de un 1% de los demandantes.