Dabid LAZKANOITURBURU Periodista
Israel, el lobby judío y un viejo republicano llamado Chuck
Se llama Chuck pero no es un ranger de Texas ni se apellida Norris (o Walker) Es, sí, republicano, pero goza de la total confianza de Obama. Chuck Hagel ha sido propuesto para sustituir a Leon Panetta -también republicano de origen- en el Pentágono.
El inquilino de la Casa Blanca hace gala de una visión superadora del partidismo en EEUU, lo que le ha llevado a aupar a teóricos rivales a puestos clave de su administración aunque le ha deparado no pocos disgustos y fiascos en sus intentos de consensuar proyectos con el Old Party en el Congreso.
Hay quien ve en ello la prueba de que, en las cuestiones cruciales, republicanos y demócratas son clones.
Tesis discutible y que no pasa la prueba del nueve en este caso. Obama ha elegido a un veterano de Vietnam que puso de vuelta y media a Bush por Irak, que se ha declarado poco proclive a declarar la guerra a Irán y que ha advertido que la política de EEUU no puede ser dictada por el lobby judío e Israel.
Y eso solo lo puede hacer en Washington un -en el sentido político, que no biológico- viejo republicano como Hagel, alguien no abducido por el sionismo cristiano, esa mistificación de EEUU como la «nueva Israel» que ha hecho creer al partido de Lincoln que la capital del mundo es Jerusalén.
Alguien como Hagel y, por elevación, Obama, que es quien le ha propuesto. Y que, con esta jugada, no solo lanza un órdago a los republicanos, sino que pone en un brete a buena parte de su propia bancada demócrata, históricamente proisraelí. Y que afronta en la votación del Congreso el dilema de desoir a su lobby judío o desairar a su presidente.