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LA MANIFESTACIÓN MÁS MULTITUDINARIA

115.000 personas se mojan por los presos y desbordan Bilbo

Lo de ayer fue una ocupación del centro de Bilbo en favor de los derechos de los presos sin recorrido del todo definido y también sin un principio ni final concreto. Mucho antes de la hora prevista, gran parte de las calles estaban ya llenas

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Iñaki IRIONDO | BILBO

Cuarenta minutos antes de la hora prevista para el inicio de la manifestación, la calle Autonomía de Bilbo estaba llena de gente. También buena parte de las trasversales que desembocan en ella. La situación era paradójica: lo que debía ser la cabeza de la marcha era en esos momentos su cola. Para que la movilización hubiera discurrido por cauces habituales, la pancarta tendría que haber comenzado un recorrido distinto en dirección contraria a la prevista. Y, como queda dicho, todavía faltaba más de media hora para que dieran las 17.30.

A la hora de arrancar, prácticamente todo el recorrido estaba abarrotado. Se abría un pequeño paréntesis entre los que situados mucho más cerca del final que del inicio dudaban entre esperar o acercarse a coger sitio en la explanada del ayuntamiento donde debían desarrollarse la lectura del comunicado y las actuaciones musicales.

De hecho, tampoco se dio un único acto final. En la Plaza Circular, donde la organización había instalado una pantalla gigante, se concentraron también miles de manifestantes que no pudieron llegar más lejos.

La de ayer no fue una manifestación al uso. La movilización consistió en que los familiares de presos, exiliados y deportados, y quienes portaban la pancarta, completaron el recorrido –tardando para ello más de hora y media– abriéndose camino entre los manifestantes. A su paso, miles de los congregados se fueron incorporando a la marcha. Otros miles iniciaban recorridos paralelos para avanzar por otras vías.

Lo de ayer fue una ocupación de las principales calles del centro de Bilbo en defensa de los derechos de los presos y las presas. Una concentración que no tuvo una hora concreta de inicio y que tampoco tuvo una conclusión muy determinada. Cuando hacía tiempo que el acto que cerraba la marcha había terminado, por la calle Hurtado de Amezaga seguían bajando miles de manifestantes (otros miles se habían desdoblado por la calle Aldapa) y se abrían en abanico al llegar a la Plaza Circular. Unos seguían hacia el ayuntamientos, punto final oficial, otros bajaban hacia el Arriaga para adentrarse en el Casco Viejo, algunos se encaminaban por la Gran Vía... Luego estaban quienes optaban por dejarse tragar por las bocas del Metro para volver hacia sus lugares de origen.

La de ayer fue, además, una demostración de la capacidad de movilización de Herrira, a pesar de que los denominados partidos mayoritarios –con excepción de EH Bildu– se habían desmarcado abiertamente de la movilización. El PNV dejó claro que no se sumaría como partido. El PSE añadió que no daba a sus militantes libertad para decidir si ir o no. El PP se posicionó en contra. De hecho, el ministro español de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, dijo que la manifestación debió haber sido prohibida por la Audiencia Nacional.

Mojarse por los presos y presas

Ninguno de esos pronunciamientos en contra hizo mella en las decenas de miles de personas que tomaron el centro de Bilbo. Una presencia superior, según varios indicadores, a la colosal manifestación del 7 de enero de 2012.

Tampoco la lluvia arredró a los manifestantes. La gente llegó a Bilbo dispuesta a mojarse por las presas y los presos. Preparada para ello. La sorpresa, en realidad, fue que hasta las seis de la tarde estuvo seco. Apenas alguna gota impertinente molestó a los concentrados. Pero después sí, cayó y mucho, como estaba previsto. Se abrieron entonces miles de paraguas. Lo que no se pudo hacer en esta ocasión fue acelerar el paso, ya que en muchos tramos no había siquiera por dónde pasar.

Presencia política plural

Para las 16,30, en las inmediaciones de La Casilla comenzaban a agruparse por un lado los voluntarios de la organización y por otro los portavoces de partidos, sindicatos y organismos que se habían sumado a la convocatoria y que iban haciendo las primeras declaraciones a los medios de comunicación.

En la marcha pudo verse a los principales dirigentes de los partidos integrantes de EH Bildu y a prácticamente todo su grupo parlamentario. También de Ezker Batua. Y líderes de ELA, LAB y otros sindicatos.

Acudieron responsables institucionales como el diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, y el alcalde de Donostia, Juan Karlos Izagirre.

Pese a que hubo partidos que recomendaron a sus militantes no acudir, hubo presencia de personas del PNV y también del PSN. En la representación de Ahotsak acudió, entre otras, Ainhoa Aznarez, del PSN (con ellas se vio también a José Luis Uriz), y habían confirmado sus asistencia las jeltzales Arantza Itxasmendi, Usune Retolaza y Amaia Goirigoltzarri. Al que sí se vio fue a Iñaki Zarraoa.

Hubo además una representación de formaciones catalanas como ERC y las CUP. El diputado republicano Joan Tardá y el portavoz parlamentario de las CUP, David Fernández, concitaron la atención de los medios de comunicación.

En la marcha no solo se vieron senyeras esteladas catalanas, sino también banderas de otras comunidades del Estado español. Todas ellas saludadas con entusiasmo. El pueblo kurdo también estuvo representado y, tras la ejecución de tres mujeres militantes en París, fue objeto de notables muestras de simpatía y solidaridad.

A lo largo del recorrido se pudieron observar banderas de distintos puntos del mundo, además de pancartas que recordaban a presos de diversas localidades o barrios de Euskal Herria.

Pese a que la previsión era que la manifestación fuera silenciosa, fueron constantes los gritos de «Euskal presoak Euskal Herrira!». Abrían camino entre la multitud las furgonetas de los voluntarios que cada fin de semana llevan a familiares a las cárceles. La organización dispuso a continuación un autobús de dos pisos para los cámaras.

Cientos de familiares de presos, refugiados y deportados se dispusieron a continuación en cinco hileras. Tras ellos, la pancarta, portada por una nutrida representación de las personas convocantes: Eñaut Gantxegi, Iñaki Olasolo, Paulo Agirrebaltzategi, Arantza Gutiérrez, Pako Letamendia, Eba Ferreira, Itxaso Fernández, Estitxu Garai, Irati Tobar, Begoña Zabala, Juan Ibarrondo, Juanje Soria y Oskar Bañuelos.

De entre ellos, los encargados de dar lectura al comunicado final tuvieron que salir de la pancarta para poder llegar a tiempo al ayuntamiento y desde allí lanzar su mensaje a las más de cien mil personas que habían acudido a la manifestación para exigir el respeto de los derechos de las presas y los presos.

marchas paralelas

Dada la multitud concentrada, se improvisaron manifestaciones paralelas por calles cercanas a Autonomía y Hurtado de Amezaga, con gente que buscaba avanzar hacia el final y evitar el tapón que se había producido en el recorrido oficial.

familiares

Las cinco largas hileras con cientos de familiares de presos, exiliados y deportados que recorrieron las calles de Bilbo dan también la medida de un problema político sin igual en el conjunto de la Unión Europea.

en inglés

La pancarta que debía abrir la manifestación, además del lema de la convocatoria escrito en euskara, incluía la exigencia de repatriación de los prisioneros vascos escrita en inglés para los medios internacionales.

organización

En medio del descontrol que podía haber supuesto la necesidad de abrirse paso entre la marea humana, la labor de los voluntarios la organización y la disciplina de los asistentes favoreció que no hubiera ningún problema.

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