Dadas las circunstancias, lo importante era ganar. Fue el mensaje que se transmitió entre semana y el que se mantuvo tras superar al Deportivo en una victoria que se antojaba clara mediada la segunda parte, pero que se fue enrareciendo a medida que se acercaba el pitido final, hasta el punto de que casi se pudo convertir en una tragedia griega.

Porque aunque Osasuna se quedó con los tres puntos, importantísimos a medida que fue avanzando la primera jornada de la segunda vuelta, lo cierto es que el botín no estuvo exento de una serie de acontecimientos favorables, que no siempre caerán del lado rojillo.

Para empezar, el primer gol local, que estuvo precedido por un fuera de juego de Armenteros -también es cierto que ya era hora de que los errores arbitrales favoreciesen a la escuadra navarra- y, para continuar, la fantástica actuación de Andrés Fernández, que protagonizó dos extraordinarias paradas a Nelson Oliveira en un momento decisivo del encuentro. De no haber acontecido todo ello, quién sabe qué resultado se podría haber dado en el duelo a muerte de los dos últimos clasificados.

Por eso, aunque el triunfo hay que medirlo en kilates, máxime cuando los de Mendilibar volvieron a reencontrarse con la victoria más de mes y medio después, tampoco se puede ocultar que el equipo rojillo sigue teniendo muchos problemas para firmar un envite completo. El tramo final fue prueba suficiente de lo dicho, encajando un gol en el descuento que habrá que confiar en que no resulte mortífero, caso de que haya que echar mano del gol average particular entre gallegos y navarros para decidir uno de los puestos de descenso.

Con todas esas puntualizaciones, también hay que dejar claro que, si bien el encuentro no fue un dechado de virtudes futbolísticas, sí que en esta ocasión Osasuna supo llevar la iniciativa, al menos en lo que se refiere al primer periodo y gran parte del segundo. Sin hilvanar un juego de campanillas, sí que los de Mendilibar al menos desempeñaron el papel de anfitriones, creando cierto peligro y no permitiendo el ajeno. El Deportivo no llegó ni en una sola ocasión de gol durante los primeros cuarenta y cinco minutos.

Juego en largo

Osasuna se fajó con sus mejores armas: envío directo y segundas jugadas, secundadas en ciertos momentos con el manejo de Lolo, que se ha convertido en el conductor de la medular encarnada. El rival no supo digerir la receta, como así lo confirmó implícitamente con posterioridad su técnico. Ello no suponía embotellar a los deportivistas, pero sí meterles cierto miedo en el cuerpo en jugadas aisladas. De una de ellas se fraguó el primer gol, con un remate entre forzado y virtuoso de un Kike Sola que hasta ese momento no había estado acertado.

La quinta diana del cascantino reforzó las ideas rojillas y aportó cierta dosis de tranquilidad al objetivo final de hacerse con la victoria. No la suficiente como para cerrar el partido antes de la llegada del descanso, que marcó un antes y un después, ya que los visitantes saltaron con otro aire tras pasar por vestuarios.

Sin embargo, fueron los de Mendilibar los que mejor tajada sacaron a prácticamente el único lance de mérito que protagonizaron tras la reanudación, gracias a la picardía de Lolo y Nino. A partir de ahí, Osasuna desapareció, el Deportivo se le subió a las barbas, Andrés Fernández tuvo que aparecer de manera decisiva para impedir la remontada y los locales se dejaron perder el gol average en el descuento. Al final, habrá que admitir que lo importante fueron los puntos.