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Crónicas, cuentos y novelas: el fútbol tiene quien le escriba

Más allá del negocio construido en torno al fútbol y de las funciones extradeportivas que muchas veces se le atribuyen, el fútbol es una actividad humana más y, como tal, susceptible de ser reflejado en crónicas periodísticas o de inspirar cuentos, novelas e incluso poemas.

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Alvaro HILARIO

El fútbol es un deporte, una actividad humana, que a pocas personas resulta indiferente. Capaz de generar las adhesiones más férreas, es también, a nuestro alrededor, rechazado sin contemplaciones por una buena parte de la ciudadanía.

En nuestro entorno, en nuestro país, son muchos quienes, parafraseando a Karl Marx, opinan que «el fútbol es el opio del pueblo». Puede que todas estas personas estén en lo cierto o que, simplemente, se agarren a un prejuicio extendido por una izquierda -heredera de los «apóstoles revolucionarios» de fines del XIX- demasiado sobria o dogmática en exceso a la hora de considerar el papel del fútbol u otras formas de exparcimiento.

No sucede igual, por ejemplo, en Sudamérica, donde intelectualidad y compromiso son compatibles con el fútbol. Así, en Argentina, son legión los equipos creados por agrupaciones socialistas y anarquistas que veían en el deporte un modo de fomentar el asociacionismo y las buenas maneras, igual que con los cuadros de teatro aficionado.

Para mucha gente, el nivel de mercantilización donde se encuentra el fútbol profesional puede ser razón más que suficiente para detestarlo y negarle virtudes. En estas líneas, sin embargo, queremos acercar a los lectores unos pocos ejemplos donde letras y fútbol se dan la mano con indudable éxito.

Tres partidos, disputados en El Sardinero, necesitaron la Real Sociedad y el FC Barcelona para saber quién se proclamaba campeón de Copa en 1928. En el primero de ellos, celebrado el 20 de mayo, resultó lesionado el húngaro Franz Platko, portero de los culés. El periódico «Sport Cantabria», lo reflejo de este modo: «Cuando la Real estaba achuchando la portería catalana, su delantero centro Cholin, en una posición envidiable, avanzó hasta la portería. Cuando el gol parecía inevitable, el guardameta Platko realizó una gran estirada y se arrojó sobre el pie del jugador donostiarra conteniendo así el tiro, pero a cambio de recibir en la cabeza el golpe destinado al balón. La patada fue brutal, Platko quedó conmocionado y tuvieron que retirarle del campo para aplicarle 6 puntos de sutura en la herida ensangrentada».

Rafael Alberti (1902-1999), poeta y militante comunista, espectador en aquel partido, quedó impresionado por la actitud de Platko. Días después, «La Voz de Cantabria» publicaría la célebre «Oda a Platko», una muestra de cómo un jugador puede inspirar a un genio de la poesía.

Es bien sabido la pasión que genera el fútbol en ambas riberas del Río de la plata. No es extraño, por lo tanto, que hayan sido unos cuantos los escritores argentinos y uruguayos seducidos por la pelota.

Igual que un regalo de Reyes, nació Osvaldo Soriano el 6 de enero de 1943 en la ciudad balnearia de Mar del Plata. Un regalo para el periodismo y la literatura donde fue y es aún maestro.

Cofundador del diario «Página 12» y autor de excelentes novelas y tan originales como «Triste, solitario y final» (1973), «No habrá más penas y olvido» (1978) o «Cuarteles de invierno» (1980), era también hincha acérrimo del San Lorenzo de Almagro, amén de, en su juventud, haber sido futbolista en pequeños equipos de la Patagonia. Entre sus cuatro libros de artículos y relatos hay uno titulado «Arqueros, ilusionistas y goleadores» (Seix Barral), que reúne sus crónicas y cuentos futboleros. Soriano, un outsider de la escritura, pensaba que «la literatura argentina es muy solemne, carece de épica y de sentido del humor»; y son esos dos elementos, algunos de los indispensables en sus creaciones.

En «Arqueros, ilusionistas y goleadores», podemos encontrar entrañables historias («El nacimiento de San Lorenzo de Almagro», «Obdulio Varela, el reposo del centrojas»), relatos en los que se mezclan personajes históricos y de ficción («El hijo de Butch Cassidy»), denuncias políticas («Maradona sí, Galtieri no») y toda la serie de cuentos que tienen de protagonista al extraordinario entrenador Míster Peregrino Fernández, capaz de poner al mismo Perón de árbitro en un encuentro entre los revolucionarios de Patrice Lumumba y los soldados belgas.

África es también el escenario de «El área 18», de Roberto «el Negro» Fontanarrosa (Rosario, 1944-2007). En esta novela cuenta la historia de Congodia, un país africano que logra su independencia apostando a los triunfos de su selección. Así una poderosa multinacional, en busca de los recursos del país, decide armar un equipo formado por una pandilla de desesperados y dirigidos por un mercenario.

El también creador de cómic y tiras Negro Fontanarrosa tiene en su haber un buen número de cuentos con el fútbol como pretexto, muchos de los cuales pueden leerse en www.negrofontanarrosa.com/futbol/cuentos/ff_ch.asp. Uno de los más conocidos es «19 de diciembre de 1971». También podemos destacar «No te vayas, campeón» (2000), un recorrido sentimental por los equipos de fútbol que más le impresionaron.

Si saltamos a la otra orilla, a Uruguay, nos encontramos con Eduardo Galeano, quien en 2012 estuvo en Bilbo disertando sobre fútbol, invitado por el Athletic Club. «El fútbol a sol y sombra» (1995) es el título de la obra que recoge la producción de Galeano dedicada a este deporte.

No es intención de esta nota elaborar un catálogo sobre la producción editorial vasca relacionada con el fútbol. Pretende, nada más, rescatar esta unión y facilitar algún título para quien tenga curiosidad al respecto. Una novela muy conocida hace años es «El otro árbol de Guernica» (1967), de Luís de Castresana (Trapagaran, 1925-Bilbo, 1986), una historia del exilio de los niños vascos en la guerra de 1936-39.

Ramiro Pinilla (Bilbo, 1923) publicó en 2012 «Aquella edad inolvidable» (Tusquets), una historia de amor y dignidad que tiene como protagonista a Souto Menaya, un albañil que da el salto desde el Arenas de Getxo al Athletic. Souto marcará el gol que, en 1943, dé la Copa a su equipo. En esta muy buena novela, Pinilla, partiendo del fútbol, trata temas universales como el amor, la dignidad y los sentimientos.

Al igual que ha sucedido siempre que el Athletic Club ha realizado una campaña ilusionante, en 2012 aparecieron unos cuantos libros relacionados con la historia del equipo o alguno de sus jugadores. «El Athletic Club. Origen de una leyenda o cuando el León era aún cachorro» (Txertoa), escrito por Josu Turuzeta (Bilbo, 1951), es, por ejemplo, un libro de historia con novedosas tesis sobre la llegada del fútbol a Euskal Herria o la fundación del club. El periodista Jon Rivas publicó dos: «Paisajes, escenas y personajes» (Córner) y «Las locuras de Bielsa» (Al poste).

Jose Angel Iribar, uno de los grandes mitos de nuestro fútbol, tiene ya su primera biografía, planteada y plasmada originalmente en euskara, «Iribar, irudia eta eredua» y con versión en castellano, «Iribar, la alargada sombra del Txopo». Su autor es el periodista Pedro Mari Goikoetxea y está editado por Alberdania. Es un repaso a la trayectoria vital y deportiva de Iribar.

 

«El gol más rápido de la historia», carta de Osvaldo soriano a eduardo galeano

Ofrecemos aquí una muestra de la unión entre pasión y relato literario:

«Querido Eduardo:

Te cuento que el otro día estuve en el supermercado Carrefour, donde antes estaba la cancha de San Lorenzo. Fui con José Sanfilippo, el héroe de mi infancia, que fue goleador de San Lorenzo cuatro temporadas seguidas. Caminamos entre las góndolas, rodeados de cacerolas, quesos y ristras de chorizos. De pronto, mientras nos acercamos a las cajas, Sanfilippo abre los brazos y me dice: `Pensar que acá se la clavé de sobrepique a Roma, en aquel partido contra Boca'. Se cruza delante de una gorda que arrastra un carrito lleno de latas, bifes y verduras y dice: `Fue el gol más rápido de la historia'.

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