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El «sheriff» que consiguió derrotar a los malos: el homenaje baskonista a Manel Comas

De las 250 victorias cosechadas por Saski Baskonia en Europa, una se recordará sobre otras: la del 12 de marzo de 1996, fecha en la que el Taugrés ganaba la Recopa en Zurbano. Enfrente, un PAOK de Salónica temible, al que batía gracias a, sobre todo, la fe de su singular entrenador.

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Arnaitz GORRITI

Cuando juegas una final y la ganas, perfecto. Pero si juegas y pierdes, lo que te preguntas es «¿cuándo volveremos a disputar otra final?» Además, aunque es verdad que jugábamos en casa, ello significaba una presión añadida, porque te entraba la necesidad de no pifiarla. La responsabilidad era grande, pero creo que estábamos confiados, aunque hay una anécdota de la noche anterior al partido. La directiva nos vino de visita: Josean Kerejeta, Alfredo Salazar y demás, y les comenté que tenía la «relativa seguridad» de que íbamos a ganar al PAOK de Prelevic, Stojakovic, Rentzias, Garret... Cuando los directivos volvían a Gasteiz, se decían algo como que «Manel ha perdido la cabeza»».

Son palabras dichas por Manel Comas a este diario hace casi siete años. En realidad, el sheriff tenía más razón que nunca. Aquel 12 de marzo de 1996, en un Zurbano a rebosar -solo 5.000 espectadores frente a los más de 13.500 que se reunirán esta noche; eran otros tiempos- vio cómo el Taugrés Baskonia, a la tercera tentativa seguida, después de caer ante el Olimpija de Lubliana de Hauptman y Horvat, y la Benneton de Treviso de Pittis, Naumoski y Orlando Woolridge, lograba imponerse en la final de la Recopa, superando a un equipazo como el PAOK de Salónica, que doblaba en presupuesto a los gasteiztarras. El sheriff pudo con los malos.

Pese a la ausencia por una hernia discal de Kenny Green, Ramón Rivas jugó el partido de su vida sumando 31 puntos, y un agazapado Marcelo Nicola decantaría la final apareciendo, como dijeran Pepe Laso y Ramón Trecet en aquella inolvidable narración televisiva, «apareciendo en el momento justo, como el Séptimo de Caballería». La defensa de un juvenil llamado Carlos Cazorla sobre «el tigre» Prelevic, dando descanso a un renqueante Perasovic, los minutos de calidad de un imberbe Jorge Garbajosa, una zona 1-3-1 que cortocircuitó el ataque de un PAOK que disfrutó de ventajas de hasta diez puntos, hicieron posible el 88-81 final, una de esas 250 victorias continentales del Baskonia que nunca se borrarán.

Todo fruto de la fe y la ambición. «Josean me presentó un proyecto ambicioso, teníamos un grupo humano que no se paga con dinero y luego estaba una afición como no he visto en mi vida. Pierdes una final, y otra, y otra, ¿y cómo te cabe en la cabeza que haya 25.000 personas en la Virgen Blanca gritando como si hubiésemos ganado?», declaraba en una entrevista a Radio Euskadi.

Pero aquel 12 de marzo llegó la «liberación» después de un año difícil. «Éramos un equipo de recorrido corto, de modo que no podíamos aspirar a una Liga, pero sí podíamos competir en la Copa -la ganarían en 1995- o la Recopa. Tras perder dos finales, y por todas las vicisitudes que pasamos para llegar a la final, el año en que ganamos tiene aún más mérito. Le debía tanto a aquellos 25.000... ¿Qué más podía decirles yo si perdíamos? «¿Volveremos el año que viene?» ¡Tu padre! Les debía tanto, que aquel día quedé liberado», reconocía Comas.

«Un lugar en el corazón»

En las 250 victorias del Baskonia por Europa, muchas han sido míticas, pero hasta ahora solo aquella ante el PAOK ha traído un título. Por eso, el club gasteiztarra homenajeará a Manel Comas en los prolegómenos del duelo de Euroliga del Caja Laboral Baskonia ante el Barcelona. «Espero estar a la altura de mi apodo y no derrumbarme», reflexionaba el sheriff a este respecto. «Gasteiz es mi casa, y se me erizan los pelos nada más pisar el parqué por el cariño del público», añadía.

El propio Zan Tabak se permitía mostrar su lado más humano ante Comas. «Manel es uno de los entrenadores, como ser humano, como amigo, de los que más cerca está en mi corazón. Es un homenaje merecido y seguro que será un momento muy emotivo».

Y más sabiendo que el extécnico baskonista lleva un año luchando contra un cáncer. «Estoy plantándole cara como un campeón», afirmaba. «Aparte de algunas complicaciones, nada que no tuviéramos controlado, estamos en una segunda fase, con unas pruebas a primeros de mes, con todo más o menos controlado. Peleo contra «el bicho» porque siempre he sido peleón, y a este cabrón le tengo preparada la táctica del conejo». El sheriff podrá otra vez con los malos.

 

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