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El diagnóstico de la hiperactividad, en el ADN

Araitz Molano, licenciada en Bioquímica y doctora en Farmacología por la UPV-EHU, ha desarrollado una nueva herramienta para el diagnóstico del Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH): un chip de ADN que afinará también en el pronóstico de la enfermedad.

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Nerea GOTI

Es el trastorno neurosiquiátrico más común de la infancia, tiene una prevalencia que oscila entre el 8% y el 12% de la población y, sin embargo, hasta hace solo unos años se dudaba incluso de la existencia del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Aun así, el diagnóstico sigue siendo difícil, como lo es en muchos casos afinar con el tratamiento farmacológico más adecuado a cada paciente. En ambos flancos, la herramienta que ha desarrollado Araitz Molano se presenta como un gran avance para especialistas y familias.

«Es un trastorno de difícil diagnóstico. Lo que se hace es un diagnóstico clínico a través de una serie de test, entrevistas con padres, profesores... para determinar si el niño puede clasificarse como hiperactivo», explica Molano. Lo que ocurre es que «el TDAH es un trastorno complejo, sobre todo en niños hasta cierta edad, porque se puede confundir con otros. De hecho, los médicos señalan que hasta los siete años el pronóstico no es fiable, porque se puede confundir con trastornos como el bipolar o tener relación con la madurez del niño. Por ejemplo, que un niño sea demasiado movido no significa necesariamente que tenga el trastorno», precisa esta joven licenciada en Bioquímica y doctora en Farmacología por la UPV.

Una muestra de saliva

Atendiendo a los problemas que rodean el diagnóstico certero de la enfermedad y el acierto en el fármaco más adecuado a cada caso, Molano se planteó la tesis doctoral en la que ha trabajado con el objetivo de desarrollar y validar clínicamente una herramienta de genotipado que ayudara a confirmar el diagnóstico, a predecir la evolución y a elegir el tratamiento más adecuado. La tesis se ha llevado a cabo en la empresa Progenika Biopharma en colaboración con el Departamento de Farmacología de la UPV-EHU, con la ayuda de una beca del Departamento de Industria de Lakua.

La investigación se centró en el análisis de unas 400 muestras de saliva de pacientes de TDAH y otras 400 muestras de controles sanos sin antecedentes de enfermedades siquiátricas. Tomando como base más de 250 polimorfismos (variaciones en la secuencia de ADN) se encontraron «32 polimorfismos asociados tanto al diagnóstico de TDAH como a la evolución del trastorno, al subtipo de TDAH, la severidad sintomatológica y la presencia de comorbilidades».

De forma que, tomando como base que los niños que padecen este trastorno tienen una peculiaridad genética, «nosotros, para hacer el estudio, en lo que nos basamos fue en asociaciones ya descritas previamente en otras poblaciones. Observamos a nivel mundial, población asiática, africana... qué cambios de base del ADN se habían asociado con este trastorno y lo que hemos hecho es analizar todos estos cambios, más de 250, en población española y ver cuáles se confirman en nuestra población, porque las asociaciones genéticas varían mucho de una población a otra», indicó a GARA Molano.

El denominado chip de ADN es lo que llaman una «herramienta de genotipado», que ya ha pasado la fase de ensayo y validación. Molano explica de una forma muy gráfica cómo funciona esta herramienta: «Es un porta de vidrio de los que ponemos al microscopio para mirar, en el que hemos puesto una serie de secuencias de ADN que se corresponden con los 32 cambios de base que hemos encontrado que están asociados. No analizamos todas las bases de ADN, sino simplemente las que hemos encontrado en población española. Lo que haríamos sería obtener una muestra de saliva o sangre del paciente, extraer el ADN e hibridarlo (cruzarlo) con nuestro porta de vidrio. Analizando los resultados, obtendríamos las susceptibilidades genéticas de ese paciente a presentar TDAH o no, a mayor sensibilidad sintomatológica o no, incluso a qué subtipos se asemejaría».

Los especialistas distinguen tres subtipos de TDAH, que clasifican como «inatento, hiperactivo y combinado». Molano constata que existen diferencias genéticas entre pacientes que se corresponden a estos grupos. Su investigación no se ha quedado en el desarrollo del chip. El trabajo continúa, ahora centrado en la respuesta a los fármacos. Por ello, subraya que «tenemos una herramienta para el diagnóstico y pronóstico del TDAH pero, si conseguimos encontrar polimorfismos asociados a la respuesta al tratamiento, también nos serviría para indicar qué tratamiento sería el más indicado para cada paciente».

Acertar con el fármaco

Este sería otro gran avance, porque según comenta la doctora, actualmente el tratamiento se dispensa de acuerdo al método del ensayo y el error; es decir, se aplica al paciente un fármaco que funciona en la mayoría de los pacientes a una dosis determinada y se espera a ver cómo reacciona, pero en ocasiones no llegan los efectos esperados o aparecen efectos secundarios, se cambia la dosis y, si así tampoco se observa respuesta, se cambia de fármaco, de modo que hay niños que están tomando hasta tres y cuatro fármacos».

No obstante, Molano afirma tajante que esta herramienta en ningún caso reemplaza el diagnóstico clínico, sino que es un instrumento de apoyo a la observación médica, que sigue unos criterios diagnósticos y atiende a los síntomas que presente el niño no solo en casa, sino en distintos ámbitos, dentro de una evaluación que se alarga en el tiempo, «por eso esta herramienta será muy útil», indica. A la espera de la comercialización del chip, en manos de empresas farmacéuticas, la nueva herramienta supondrá una gran ayuda para afectados y familias, en la medida en que se reducirá el tiempo en consultas en casos diagnósticos dudosos y, si la investigación en curso da resultados, atinará en el tratamiento más efectivo.

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