Si no parís, a París
Mikel INSAUSTI Crítico cinematográfico
Los famosos tienen la mala costumbre de bautizar a sus hijos con nombres de ciudades, dejando a sus retoños expuestos a las burlas de quienes nos dedicamos a llenar espacios en blanco. La célebre frase histórica «Si no parís, a París» pertenece a unas coplillas populares que le dedicaron a María Luisa de Orleans, y que bien podría haber sido traducida al inglés por Robert Redford, cuando el otro día echó a Paris Hilton del Festival de Sundance.
Ya sé que, por fortuna, hoy en día no se trata a las mujeres como en el siglo XVII, así que es más correcto decir que el rubio Redford invitó cordialmente a la señorita Paris Hilton a hacer sus maletas y dejar la habitación que ocupaba en uno de los hoteles del turístico poblado de Park City, en las montañas de Utah. No es nada frecuente que un festival de cine internacional declare a uno de sus invitados «persona non grata», por lo que conviene tomarse el insólito hecho como un aviso para navegantes.
La hija del magnate hotelero está muy bien, como ya ha quedado demostrado, para lucir palmito en los programas televisivos de Tele 5, pero no pinta nada en una cita cultural de primera magnitud como es Sundance. Tal vez hace unos años, su fundador no habría querido salir a la palestra para enfrentarse a ella; en cambio, hoy es el día en que este tipo de gestos se hacen necesarios.
Todos los festivales, sin excepción, están ajustando sus presupuestos. Dentro de esa política de austeridad la figura del gorrón profesional tiende a desaparecer, puesto que no hay que confundir el glamour de las estrellas de la pantalla con el parasitismo de los fiesteros que ni siquiera asisten a las proyecciones.