En la segunda mitad de los 90 el realizador irundarra Mikel Aguirresarobe irrumpió con los cortos «Toros» y «Pasaia», para después dedicarse profesionalmente a la publicidad. Desde entonces ha esperado su oportunidad para debutar en el largometraje, por lo que sacar adelante el proyecto de «Muertos de amor» le ha costado más de diez años, a pesar de que lo primero que hizo fue obtener la cesión de los derechos de la novela de Carlos Cañeque en la que se basa esta comedia de enredo.

Los líos que se suceden son provocados por el demonio de los celos, que resultan patológicos en el caso del posesivo personaje interpretado por Javier Veiga. Y quien los sufre es su novia. Acaba tan harta de la presión a la que se ve sometida por parte de su pareja que, sin buscarlo, llegará a sentirse atraída por otro. Se trata de un famoso chef con el que empieza a trabajar como ayudante de cocina. Los celos del protagonista van asociados a otros complejos, que a su vez derivan de limitaciones físicas. Además de perder el brazo en un accidente, lo que le cuesta la pérdida de su trabajo, es estéril y sufre por el hecho de no poder tener descendencia.