M uy mal tiene que ver el PNV las arcas autonómicas para ponerse a hacer los juegos malabares que está practicando a cuenta de algunas infraestructuras. Eso de dar una rueda de prensa en la sede del Gipuzku Buru Batzar en favor de algo contra lo que se votará poco después en el Parlamento de Gasteiz habrá sido un trago difícil de sobrellevar, a buen seguro. Pero donde hay patrón no manda marinero. No es una crítica, tarde o temprano casi todos hemos tenido que doblar la testuz en algún momento.

Cabe destacar el papel protagonista que se ha otorgado a la consejera Ana Oregi. Se ha integrado el transporte y los puertos bajo el Departamento de Medio Ambiente y se ha puesto al frente del mismo a una persona sin carnet del partido. Posiblemente, en otras circunstancias estos temas hubieran recaído en el Departamento de Desarrollo Económico y Competitividad, liderado por una veterana jeltzale de pro como Arantza Tapia. Lo que sucede es que Tapia tendría complicado justificar un volantazo de 180 grados en lo referente al puerto exterior de Pasaia, por ejemplo.

Por el momento se ha hecho oficial la paralización de la pasante ferroviaria por La Concha. El tren electoral atropelló a Arriola y Gasco, sus prisas por firmar adjudicaciones no les han servido para hacer irreversible el proceso. Todavía se pueden ver en algunas partes del barrio del Antiguo las estacas y las cuerdas con las que se marcaron algunas jardineras a fin de publicar a bombo y platillo que «Ya han comenzado las obras del Metro».

Personalmente, el suburbano es un sistema que me encanta. Conozco los de París, Madrid, Barcelona, Lisboa y Bilbo. Ciudades todas ellas bastante más grandes que Donostia. Evidentemente, el transporte público en la capital guipuzcoana y sus alrededores es mejorable. Sin ir más lejos, la conexión entre Amara y Ondarreta-Universidades deja bastante que desear. La pregunta es si la mejor opción es gastarse 100 millones de euros solo en el agujero.