El cardenal Keith O' Brien, la figura más veterana de la Iglesia católica en Gran Bretaña, dimitió ayer de su puesto de arzobispo de St Andrews y Edimburgo, que ocupaba desde 1985, y decidió renunciar al cónclave que designará al nuevo Papa -y que se queda sin representante británico- tras haber sido acusado por otros sacerdotes de acoso, un nuevo escándalo en el seno de esta Iglesia a tres días de que sea efectiva la marcha de Benedicto XVI, que aceptó esta renuncia «por motivos de edad».

En un comunicado divulgado ayer por la Iglesia católica escocesa, O'Brien aclaró que no asistirá al cónclave en marzo para evitar que «la atención mediática en Roma» se centre sobre él.

Su renuncia, efectiva desde ayer, se produjo después de que el domingo trascendiera que tres sacerdotes y un exsacerdote emitieran ante el Vaticano una queja por el supuesto «comportamiento inapropiado» que llevó a cabo durante años, en la década de los 80, hacia otros religiosos que se encontraban bajo su tutela, según publicó el dominical británico «The Observer».

Según la Iglesia escocesa, O'Brien, que ha negado las acusaciones, presentó en noviembre su renuncia por motivos de edad al Papa, que la aceptó el 18 de febrero y la hizo pública ayer, un día después de las denuncias por conducta indebida.

Como norma, los cardenales entregan su renuncia al Papa al cumplir los 75 años (O'Brien los cumple el 17 de marzo) y, generalmente, este los mantiene en su puesto varios años más o la acepta de inmediato.

Comisión cardenalicia

Por otro lado, Benedicto XVI, que ha dado libertad al Colegio Cardenalicio para que pueda adelantar el inicio del cónclave, recibió ayer en audiencia a los tres purpurados que conformaron la comisión cardenalicia creada en abril para esclarecer el escándalo de la filtración de documentos reservados, una audiencia que supuso el fin y la disolución de la comisión.

El contenido de los informes, que desvelaron una «extendida resistencia» en la curia romana al cambio y a la transparencia, solo es conocido por el Papa y los tres cardenales que realizaron la investigación. Ayer, Benedicto XVI decidió que esa documentación sea puesta «exclusivamente» a disposición de su sucesor, en lugar de ser archivada para su estudio y posterior publicación.

El Vaticano criticó el sábado con dureza las informaciones sobre los escándalos financieros y sexuales de la Curia romana, calificándolos de «informaciones falsas» que pretenden «condicionar» el futuro cónclave.