CRíTICA: «Un asunto real»
Un ilustrado alemán en la corte de los Oldemburgo
Mikel INSAUSTI
Llos aficionados al cine histórico van a gozar con «Un asunto real», película ejemplar dentro del género, porque además de estar bien documentada sabe sacar sus propias conclusiones sobre lo que fue la segunda mitad del siglo XVIII en Dinamarca, haciéndose entrenida de paso para el público profano. No en vano indaga en la relación entre el poder y el sexo, entre las ideas y sus servidumbres, de forma amena e instructiva a la vez. Es en definitiva una obra muy viva, que deja atrás el acartonamiento y las solemnidades de la puesta en escena academicista, para resultar dinámica y moderna de cabo a rabo.
Pero donde marca las diferencias en mayor medida «Un asunto real» es en sus interpretaciones, todas ellas sobresalientes. Mads Mikkelsen se sale una vez más con su caracterización del médico alemán Johann Friedrich Struensee, un ilustrado que intentó sacar a la corte danesa de los Oldemburgo de su estancamiento en la Edad Media, mejorando la sanidad pública y las condiciones sociales del campesinado frente a los abusos de los nobles terratenientes y de la Iglesia. Sus enemigos le atacaron hasta hacer rodar su cabeza por el lado de su comportamiento libertino y de la relación oculta que mantuvo con la reina.
La ascendente actriz sueca Alicia Vikander borda asimismo el papel de la reina Carolina Matilde, la joven inglesa casada a la fuerza con un rey mentalmente inestable e incapaz de gobernar, por lo que encontró en Struensee al compañero perfecto y al regente que supo ganarse la confianza del desquiciado monarca.
Por último, y completando el triangulo de la película, está Mikkel Boe Folsgaard como Christian VII. Son cantidad los actores que han encarnado a reyes locos con mayor o menor fortuna, pero pocos con el talento innato de este joven y desconocido actor danés premiado con el Oso de Plata en la Berlinale. Todas las escenas que protagoniza son memorables, ya que su personaje se cree un actor de tragedia de Shakespeare... «algo huele a podrido en Dinamarca».