GARA > Idatzia > Iritzia> Jo puntua

Fede de los Ríos

Falta cultura

 

Un nuevo 3 de Marzo y treinta y siete años después las campanas de la iglesia de San Francisco de Asís del barrio de Zaramaga en Gasteiz siguen repicando a muerto. Tañidos en exigencia de justicia, mientras el busto en bronce del responsable, entre otras atrocidades, de los asesinatos de cinco trabajadores, luce desde el pasado martes en el Senado español.

En Febrero de 1980, asesinaron, después de torturarla, a la estudiante vasca Yolanda González en Madrid y ese mismo mes, treinta y tres años más tarde, sale a la luz que uno de sus asesinos es asesor del Ministerio de Interior español y formador de los cuerpos de seguridad del Estado.

Dos ejemplos nada más de una miríada de casos de criminales al servicio del Estado y de la transición democrática que recuerdan los versos del poema de Erich Fried, «Saludo alemán a España»: «Españoles/ no seáis tan crueles/como proclama/ vuestra fama. No os mostréis demasiado severos/ con los hombres/ de vuestro/ antiguo régimen. Aprended de Alemania/ cuán útiles resultan unos especialistas/ experimentados. Pensad en Globke/ en Karl Schiller/ en Filbinger/ ¡ay en tantos de nuestros generales y de nuestros jueces!/ ¿Quién reconocería sin ellos/ a nuestro país? Españoles sed tan magnánimos/ que al cabo de treinta años/ pueda decirse que en el fondo/ vuestro país se mantuvo fiel».

Pocos países han resultados tan fieles a sus atávicas tradiciones como España. Donde los criminales sientan cátedra y los corruptos tienen miles sino millones de seguidores bajo el argumento de que el que no roba es porque no tiene ocasión.

Un país donde su clase dominante es capaz de poner a políticos como Rubalcaba y Rajoy para dirigir los asuntos de la cosa pública. Donde los jueces no ven implicación de la infanta en los delitos cometidos por su propia empresa. «La justicia debe ser igual para todos» balbuceaba su padre lleno de orgullo por televisión hace tan sólo cuatro días ¿Ya no os acordáis, españoles todos?

El Gobierno y sus ministros, responsables de unas políticas causantes del empobrecimiento de amplios sectores de la población no se sienten obligados a rendir cuentas. A veces la podredumbre rebosa los aliviaderos y el hedor resulta insoportable para algunos, otras las ambiciones personales chocan entre sí haciendo aflorar la corrupción. Entonces, una suerte de idiotas morales aparecen en escena emi- tiendo unos sonidos guturales a modo de argumentación que provocan la hilaridad de propios y extraños al objeto de distraer nuestra atención.

«Vamos a españolizar a los niños catalanes», afirma el destalentado y taurino Wert; la Virgen del Rocío nos va a echar un capote con el desempleo dice una despotenciada Fátima. Y ahora llega la de la peineta y mantilla para rizar el rizo del discurso: «La indemnización que se pactó fue una indemnización en diferido en forma efectivamente de simulación, simulación de lo que hubiera sido en diferido en partes de lo que antes era una retribución».

En un país culto, después de troceados, aderezados y cocinados se los habrían comido.

Aquí los criminales gozan de impunidad.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo