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Los obreros toman las riendas de las fábricas en Grecia

VIOME, de la quiebra a la autogestión

En la convulsa situación laboral griega, la decisión de los obreros de VioMe (Viomijanikí Metaleftikí, Industrial Minera) de hacerse con las riendas de la factoría ha supuesto un revulsivo para muchos otros trabajadores que, de pronto, comienzan a vislumbrar la que podría ser su única posibilidad para conservar el puesto de trabajo y su salario.

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Antonio CUESTA | Periodista

VioMe es una de las mil empresas que semanalmente cierran sus puertas en Grecia desde el inicio de la crisis. Solo que en su caso los problemas iniciados hace tres años han finalizado con la ocupación de la fábrica y el reinicio de la producción por parte de sus empleados bajo un sistema asambleario y autogestionado. Situada en la segunda ciudad del país, Tesalónica, y filial de Philkeram-Johnson (el mayor fabricante de azulejos y materiales cerámicos de Grecia), la empresa se dedicaba a la fabricación de materiales y productos químicos destinados al sector de la construcción. En 2009 y 2010, VioMe obtuvo beneficios por valor de 2,7 millones de euros, llegando a vender sus productos a las empresas encargadas de construir el aeropuerto de Dubai, entre otras. Pero a finales de ese año, coincidiendo con la irrupción de la crisis de la deuda soberana en Grecia, la gestión del negocio comenzó a hacer aguas y pocos meses después, en mayo de 2011, la empresa se declaró en suspensión de pagos.

A partir de ese momento los empleados trataron por todos los medios de mantener sus puestos de trabajo y de volver a percibir sus salarios. Su propuesta de comprar las acciones de la empresa, dejando claro que no se harían cargo de las deudas acumuladas por la administración anterior, fue rechazada por los propietarios. En la misma línea el ministerio de Trabajo denegó su demanda de ayuda financiera, pese a contar con programas destinados a desempleados que tratan de iniciar su propio negocio. Tampoco llegó a materializarse una ayuda de emergencia de 1.000 euros prometida por los responsables de Trabajo al no lograr el visto bueno de los de Hacienda. E igualmente fue desestimada por el Gobierno la solicitud de crear un marco legal que contemplara la creación de cooperativas laborales bajo gestión asamblearia.

Llegados a este punto, la plantilla consideró que la única respuesta razonable a la tragedia del desempleo (que en Grecia ya se acerca al 30%) es que la fábrica pasase a manos de los trabajadores y se estableciera un sistema de producción equitativo, sin jerarquía ni explotación.

La propuesta fue recibida con indiferencia por el Estado y con cierta frialdad por parte de las burocracias sindicales. Solo el movimiento social acogió la noticia con gran entusiasmo, y mediante una iniciativa de solidaridad desarrollada dentro y fuera del país se consiguió reunir, durante los últimos seis meses, el apoyo social y los fondos necesarios para poner de nuevo en funcionamiento la factoría. A nivel internacional se sumaron a la campaña intelectuales de la talla de Naomi Klein, David Harvey, John Holloway, Silvia Federici o Raúl Zibechi. Pero además se recibió ayuda económica de organizaciones populares y sindicales de América Latina y Europa, así como un buen número de resoluciones de apoyo procedentes de colectivos de muchos países.

Una empresa que comienza ahora

A principios de esta semana, GARA se desplazó hasta VioMe para conocer de primera mano la situación de la fábrica y las expectativas de sus trabajadores, convertidos ahora en gestores de su propio destino. En una fría y húmeda mañana visitamos unas instalaciones que comienzan a despertar del letargo de meses.

Lo primero que nos llamó la atención fue la ilusión en el proyecto y la certeza de estar en el camino correcto. La crisis en el sector de la construcción, que ha sufrido una recesión del 80% desde el inicio de la crisis, no ha frenado el entusiasmo de los trabajadores a la hora de poner en pie la factoría. Aunque el dinero procedente de donaciones y conciertos de apoyo supone el presupuesto de los dos próximos meses, su principal prioridad es comenzar a vender a los clientes las existencias almacenadas, para poder dar paso a la nueva producción.

Dimitri Nikolaidis, electricista y responsable del mantenimiento de las máquinas, es uno de los 35 operarios comprometidos en el proyecto, toda vez que los componentes de los departamentos de administración y productos químicos rechazaran sumarse a la empresa colectiva. «Nos hemos quedado trabajadores y técnicos -explicó Nikolaidis-; se fueron los químicos y estamos buscando ayuda para esos puestos».

Sin embargo, el principal obstáculo es la prolongada ausencia de ingresos. Su última nómina llegó en setiembre de 2011, desde entonces -según señaló- «tenemos serios problemas de supervivencia. Muchos sindicatos nos ayudan con comida y por eso seguimos aquí, gracias a las donaciones de muchas personas seguimos aquí luchando con coraje».

Durante nuestra conversación, Nikolaidis mostró su firmeza y convencimiento en el éxito de la empresa, subrayando que, en su opinión, «funcionará. Además, no tenemos nada que perder, así que vamos a intentarlo con todas nuestras fuerzas. Cuando no tienes nada ¿qué haces? ¿Te sientas en casa a ver la televisión esperando a que Dios te de algo? A nosotros nos ha dado esta fábrica así que la usaremos, lucharemos hasta el final, tenemos que intentarlo».

Otro trabajador de la planta, Alekos Sideridis, nos detalló la dura lucha sindical llevada a cabo durante los meses en que la anterior dirección de la fábrica comenzó a reducir salarios y derechos laborales.

«En 2010, cuando los problemas económicos afectaron a la empresa, empezaron con los recortes y los trabajadores intentamos negociar con la dirección, al tiempo que iniciamos huelgas, paros de la fábrica, bloqueamos sus puertas....pero no hubo respuesta. En abril de 2011 nos rebajaron el salario y un mes después dejaron de pagarnos. Seguimos acudiendo al puesto de trabajo para poder exigir nuestros sueldos pero sin producir más. Finalmente, la justicia dictaminó que no podíamos ser despedidos mientras no recibiéramos lo que se nos debía».

Durante todo ese tiempo surgieron varias ideas sobre lo que se podía hacer. Finalmente se optó por tomar la fábrica, como pago de lo adeudado, y reanudar la producción para mantener el empleo. 35 de los 42 trabajadores apoyaron la medida, y a partir de ese momento comenzaron a realizar turnos de vigilancia, 24 horas al día, para evitar que desmantelaran las instalaciones llevándose los equipos o las existencias almacenadas.

Por el momento, no han tenido ningún contacto con los anteriores propietarios, «en los últimos dos años únicamente hemos mantenido conversaciones con el Ministerio y parece que quieren hacer algo», pero no existe ninguna propuesta formal. Sin embargo, la perspectiva de trabajar sin patrón es una de las consecuencias más positivas de esta nueva etapa. A la pregunta se si «están mejor sin jefes», le siguió un rotundo «sí, sí, claro, sin ninguna discusión».

Como su compañero, Sideridis destacó la extremadamente dura situación personal en la que se hallan. «Para nuestras familias no hay otro camino, tenemos que sobrevivir en estos tiempos tan difíciles. Hace meses que no cobramos pero gracias a la solidaridad de Grecia y también de otras partes del mundo estamos todavía vivos. Nuestra lucha es diaria», remarcó. Comentó al respecto que han recibido la visita de personas procedentes de algunas de las fábricas ocupadas en Argentina.

Sideridis reconoció que la primera idea que llegó a su cabeza cuando, meses atrás, dejaron de pagarle su salario fue violenta. «Creo que todos los trabajadores tuvimos el mismo pensamiento, quizá por nuestra cultura», pero posteriormente y con la mente en frío, llegó a encontrar junto a sus compañeros «un camino que ha sido la mejor solución».

Desde hace algo más de dos semanas todos los trabajadores se reúnen en asamblea a primera hora de la mañana para discutir el orden del día, «nos asignamos las tareas de acuerdo con la especialidad de cada uno y para que todo el mundo esté en el lugar que se le necesite. Luego empezamos con el control del stock y posteriormente vendemos los productos en subasta».

No dudó en animar a los trabajadores de otros pueblos y naciones a tomar el camino de la autogestión, pues «sin trabajo, sin dinero, sin ayuda del Estado y con las fábricas cerradas, no hay otra solución que pensar en hacer lo mismo que nosotros». Por encima de culturas y fronteras «cuando no tienes nada que perder, esta es la solución», sentenció.

Antes de finalizar la visita, otros trabajadores allí presentes también nos insistieron en que «la lucha no debe limitarse a VioMe, para que sea victoriosa debe generalizarse y extenderse a todas las fábricas y empresas que están cerrando», porque solo a través de una red de fábricas autogestionadas será posible alumbrar un nuevo tipo de economía.

 
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