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Alertas

Carlos GIL | Analista cultural

En unos pocos días se puede acabar con más de treinta años de esfuerzos, sacrificios, ilusiones, hallazgos, compromisos, suma de talentos, estrategias y logros en la cultura vasca. Cuesta entender que alguien con una mínima sensibilidad y formación en el ámbito de la cultura se coloque al frente del comando de exterminio. Me encantaría poder acceder a la cabeza de esas personas que hoy forman parte del conglomerado creativo o gestor y al día siguiente deben defender un presupuesto restrictivo que acaba con proyectos en los que hasta unos segundos antes estaban involucradas.

Una rebaja presupuestaria del veinte por ciento lineal en las actividades culturales es un delito. Lo sería en cualquier circunstancia, pero cuando se va acumulando estos recortes, sus efectos son más devastadores porque actúan sobre un tejido muy debilitado al que le quitan el único suero que lo mantiene con una vida cultural digna de ser considerada como tal. El equipo cultural del actual gobierno vasco anuncia el desastre. Parece un plan, más que una estrategia económica. Las omisiones no parecen casuales, sino políticas. Y aquí reclamamos políticas culturales no políticas partidarias de baja estofa como apunta todo lo que se escucha. Tienen tiempo todavía para rectificar, pero me temo que viene con consignas claras y van camino de convertir en un erial lo que existía en el campo de la cultura universal y democrática.

Ya no hay otra opción que activar las alertas y defender la justicia cultural frente a la estrategia de la desazón y la ignorancia. Es una cuestión vital que concierne a toda la ciudadanía, no solamente a los agentes culturales. Es una agresión a todos.

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