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Gontzal Martinez de la Hidalga | Komite Internazionalistak

Venezuela, más allá de Chávez

Pese a todos sus méritos, nadie debe hacerse imprescindible y es ahora cuando hay que demostrar las bases tan sólidas en las que se sostiene la Venezuela Bolivariana

Esta semana ha sucedido algo que se antojaba inevitable en los últimos meses. A pesar de parecer inmortal hasta hace poco, ha fallecido uno de los grandes protagonistas de la historia en las últimas décadas. No por esperado resulta menos impactante. Hugo Chávez ha supuesto un revulsivo para las luchas de los pueblos y un azote para los deseos de los poderosos y las grandes instituciones financieras responsables de este sistema en crisis que actualmente padecemos. Desde la llegada al poder de Hugo Chávez, Venezuela ha tenido un papel de primera línea como contención y enfrentamiento al imperialismo y al sistema capitalista en el contexto latinoamericano y por extensión en el mundo en general.

El proceso revolucionario que está teniendo lugar en Venezuela comenzó tomando el testigo de luchas previas, cuyo inicio podríamos situar 500 años atrás en las primeras resistencias contra la colonización española. Desde entences no han cesado los intentos de emanci- pación en todo el continente americano. Más recientemente, tras las luchas guerrilleras, campesinas y obreras de los años 60, podemos situar un hito importante en el llamado Caracazo del año 1989. Fue una respuesta popular contra las políticas impulsadas por los organismos financieros internacionales, cúpula del capitalismo, e implementados por el entonces presidente de turno Carlos Andrés Pérez, compañero del PSOE en la Internacional Socialista, que ejercía de marioneta de los mencionados organismos.

Esa revuelta popular fue sometida con sangre y fuego pero no cayó en el olvido. Tres años después fue el primer intento del Comandante Chávez de iniciar un proceso revolucionario mediante una asonada que no triunfó. Sin embargo, una frase que dijo entonces resultó profética: «Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados». Ese «por ahora» se extendió como la pólvora y de boca en boca fue una consigna que se vería plasmada unos años después.

A los seis años de ese suceso y utilizando los cauces de las democracias burguesas, Hugo Chávez llegó al poder aupado por las masas desheredadas y trabajadoras. Se inició entonces un proceso largo y difícil, que aun hoy intenta sentar los cimientos para una sistema social más justo y comenzó a desarrollarse lo que dio en llamarse «Socialismo del siglo XXI»: nacionalizaciones, leyes que facilitan la organización popular desde la base, afirmación de los derechos indígenas, participación de las mujeres, rescate de los más olvidados, salud, educación, cultura, etc. Toda un hilera de cambios a los que pone rostro Hugo Chávez, pero que lidera el pueblo venezolano.

En la esfera internacional Venezuela da oxígeno, y no sólo en Latinoamérica, a todas las experiencias que intentan construir un mundo más justo y luchan contra el capitalismo. Para el Gobierno de los Estados Unidos, Venezuela se convierte en su mayor pesadilla y comienza numeroso intentos de desestabilización, ayudados por los poderes económicos y bendecidos por la mayoría de la prensa burguesa internacional. En 2002 incluso intentan un golpe de estado en el que no caben disi- mulos: el jefe de la patronal se convierte en presidente de la nación. Por suerte sólo es un espejismo y gracias a un levantamiento popular Chávez es liberado y el pueblo recupera las riendas. Desde entonces, con mayor o menor acierto, se acentúan las medidas para acercarse a un socialismo que están construyendo día a día. Se da un impulso sin precedentes a los consejos comunales y a las comunas para crear poder popular desde la base, y el pueblo se cree más que nunca dueño de su historia. La participación popular en la vida política se convierte en una máxima y a partir de entonces se aceleran los cambios: misiones sociales, alfabetización, reparto de viviendas, nacionalización de las grandes fuentes de ingresos como el petróleo, etc. Chávez consigue una comunión con su pueblo como pocas veces sucede en la historia. La relación es bidireccional. Se alimenta mutuamente.

Por supuesto, el papel de un gigante de la historia como Hugo Chávez también implica riesgos. Pese a todo sus méritos, nadie debe hacerse imprescindible y es ahora cuando hay que demostrar las bases tan sólidas en las que se sostiene la Venezuela Bolivariana. Aunque es un momento triste en el que la izquierda mundial se siente un poco huérfana, es el momento de apuntalar un proceso, que no sólo es justo, sino imprescindible. Como tributo a la memoria de ese gran compañero, más que nunca hay que seguir luchando por ese mundo con el que sueñan millones de personas en Venezuela y miles de millones en el mundo.

Chávez, al igual de otras muchas personas revolucionarias caídas en la historia, nos alimenta y da aliento para seguir luchando.

¡Chávez vive, la lucha sigue!

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