Alvaro Reizabal | Abogado
Chávez
Ahora se inicia la tarea de continuar la obra sin su presencia y de consolidar los logros obtenidos, tratando además de avanzar hacia los objetivos aún no alcanzados
Muy de mañana tuve noticia de la muerte de Hugo Chávez, que aunque venía presintiéndose últimamente, no ha dejado de ser el notición que ha removido todas las redacciones del mundo, y no solo las redacciones. Desde Venezuela llegaban declaraciones de dolor de sus partidarios y otras de sus adversarios, que lejos de seguir el guión del catecismo yanqui de los gusanos de Miami, me han parecido criticas pero respetuosas con su labor. Al menos las que yo he oído, le reconocían que una gran parte del pueblo llano había mejorado sus condiciones de vida durante su mandato y que, precisamente esos, los descamisados de los ranchitos, son los que con sus votos le han mantenido en el poder a lo largo de los años.
Y es que hay que subrayar que han sido sus éxitos electorales los que le han permitido ser presidente, pese a que sus críticos le tacharan de caudillo o den a entender malévolamente que sus mandatos no eran democráticos y que era un simple dictador. Y entre estos últimos, destacan los voceros de la conferencia episcopal, primero hablando de los muchos que celebran el óbito con champán y, después y en un autentico ejercicio de la caridad cristiana que les caracteriza, seguían hablando del difunto llamándole «Gorila Rojo», insulto racista que podría justificar el cierre de un campo de futbol si lo pronuncia algún hincha desalmado, pero que emitido por una emisora de radio ultracatólica es una gracieta. Para acabar con su imparcial información, despotricaban de las autoridades venezolanas por denunciar que la enfermedad que ha llevado a la tumba al presidente bolivariano le ha sido inoculada por sus enemigos imperialistas, algo no descabellado, pues no sería el primero ni será el ultimo, y Chávez les hacía mucha pupa con su indiscutible liderazgo y su papel de ensamblador de toda la America Latina.
La marea humana que le ha acompañado por las calles abarrotadas de Caracas no deja lugar a duda sobre su popularidad y, duela a quien duela, los efectos de su tarea política ahí quedan: durantes sus mandatos aumentaron los presupuestos en Sanidad y Educación y disminuyeron los gastos de Defensa. La tasa de paro en diciembre de 2012 no llegaba al 6%, datos incontestables y de los que ya quisieran poder presumir quienes aquí gobiernan. Ahora se inicia la tarea de continuar la obra sin su presencia y de consolidar los logros obtenidos, tratando además de avanzar hacia los objetivos aún no alcanzados. Algo que no será fácil, habida cuenta de las bandadas de cóndores que sobrevuelan ya el cielo venezolano tratando de lanzarse en picado para hacer suyo el mar de petróleo que se esconde en su subsuelo.
No negaré que algunas de las facetas de su personalidad no eran de mi total agrado, pero tampoco ocultaré que su muerte tan prematura y con tanto quehacer por delante me ha producido profundo disgusto. Hay muchos que habían hecho ya meritos suficientes para haber muerto antes. Así es la vida.
No hagas caso Hugo, Presidente: ¡No te calles!