Al menos 31 milicianos filipinos murieron en la madrugada de ayer a manos de las fuerzas de seguridad de Malasia después de que el primer ministro malayo, Najib Razak, rechazara la propuesta de alto el fuego presentada por los rebeldes filipinos que habían ocupado el Estado de Sabá, en el norte de la isla de Borneo. Los herederos del Sultanato de Sulú exigen al Estado malayo que les devuelva dichos terrenos. «Queremos que se rindan incondicionalmente y depongan sus armas», declaró Najib en su primer viaje a la zona desde que estalló el conflicto hace un mes. El primer ministro aseguró que si no se rinden, las acciones militares «durarán todo el tiempo que se tarde en eliminarlos».