Raimundo Fitero
La espera
A la espera están muchos medios de comunicación en lugares tan inverosímiles como es el portal de la vivienda particular de un ex-tesorero de un partido político, en la acera de la sede de ese mismo partido con gaviota y muchas sospechas de corrupción, lo que suple, en parte, y añade nuevos escenarios televisivos a la narración periodística en vivo y en directo que estaban casi copados por las escaleras de los diversos juzgados, tanto en el ámbito de la vida política, como en la del famoseo, aunque éste último negociado anda en perfiles un poco más bajos.
Apostados en esos lugares están cámaras y periodistas de alcance, y parece que hay casi el triple de mujeres con sus micrófonos en mano que la de hombres, dato que no se puede analizar nada más que como una constatación, probablemente considerada positiva o muy positiva, que tendrá sus explicaciones sociológicas, políticas y de las condiciones laborales existentes. Parece claro que el número de licenciadas en todas las careras es superior al de varones, como se ve también en cualquier concentración de profesionales de la enseñanza o de la salud.
Digo que están a la espera de si ese hombre que hace peinetas y que tiene acojonada al PP entre, salga, se monte en auto con chófer, o si aparece su esposa vestida como artista de incógnito, un ritual que no acaba de convencernos, que es utilizar el mismo tipo de marcaje que se ha venido haciendo con los famosos en exposición. Y casi nunca aportan esas conexiones con estos puntos nada sustancial, porque Bárcenas y afectados, no contestan sino para defenderse o intoxicar. Y les dan el esquinazo o les confunden con frecuencia. Está de moda este tipo de periodismo de espera y guardia perpetua.