Ayer parecía domingo en las páginas deportivas de los periódicos: en estas mismas entrevistábamos a Susaeta, los jugadores levantaban su extraoficial veto y también ``El Correo'' hacía lo propio con Ibai Gómez, ``Deia'' con De Marcos... Y si algo quedaba claro en cada diálogo, además del profundo sentimiento por el Athletic de cada uno de ellos, es que para la mayoría de la plantilla, para ellos pero es de suponer que igualmente para hombres como Ekiza, Laporte, Aurtenetxe, Iturraspe, Aduriz, Muniain... Marcelo Bielsa sigue teniendo mucho crédito, tanto que no parece que ninguno de ellos, si Josu Urrutia, incluso el propio José Ángel Corres, les preguntaran, pondrían pega alguna para que el argentino siguiera la ilusionante temporada que viene en el banquillo, con el nuevo San Mamés de fondo y las lecciones, las buenas y las no tanto, bien aprendidas.

Habrá gente en el club e incluso fuera de él -como asegura nuestro compañero Beñat Zarrabeitia-, que se la tenga jurada, pero a falta de cómo acabe esta pesadilla de temporada, si de lo que se trata es de consultar al vestuario, parece evidente que si no son unos Judas y creen en lo que en público afirman, los jugadores respaldarían su continuidad. Otra cosa es que Bielsa quiera seguir, y aquí es donde surgen las dudas. Si él cree que su semilla futbolística aquí ha germinado y entiende necesario, cual misionero, seguir profetizando su fútbol por el mundo, o si por el contrario el amargor de esta su segunda campaña y su inequívoco mimetismo sentimental con el Athletic le obliga a salir con un mejor recuerdo y darse un año más para encarrilar de manera definitiva a este joven y ambicioso equipo que ha encontrado en el de Rosario a su mejor maestro. Bielsa tiene crédito, pero también la última palabra.