GARA > Idatzia > Kultura

«Me gusta asomarme al borde del abismo, con la adrenalina que conlleva»

p050_f01.jpg

Iñaki Garitaonaindia «Gari»

Vocal, guitarra, compositor

A cinco años de la salida de «Esperantzara kondenatua» y a tres de la revisión «16 lore (1984-2009)», Gari regresa a la actividad discográfica con «Ez da amaiera», su álbum más arriesgado, profundo y creativo. Once canciones que surgieron en espíritu tras su pasada estancia en la República Democrática del Congo, asimilando la sencillez de vida, la energía de sus gentes, su luz y su sonrisa.

Pablo CABEZA | BILBO

¿Es músico a tiempo parcial o piensa en música de habitual?

Hace más o menos cuatro años que decidí economizar mis energías, mi tiempo. No quería grupo, esa responsabilidad, desviar mi tiempo hacia tareas queme restaban dinámica. Pasé a ser un dúo con Miguel Moyano. Ahora disponía más de mi tiempo, lo estructuraba mejor. No dependía de tantos factores externos como antes. Tenía más cintura. Con Miguel me arreglo muy bien para trabajar y para combinarnos.

¿Quiere esto decir que trabaja en casa a su ritmo, grabando ideas poco a poco, pero con asiduidad?

En general, en casa casi siempre estoy con algún instrumento, buscando ideas. Muchas cosas quedan grabadas para retomarlas en el momento oportuno. Además he mejorado con diferentes instrumentos y me siento más seguro. Grabo tanto en analógico como en digital.

¿En Euskal Herria es un inconveniente ser solista por la complicada salida que se tiene?

Quizá no sea sencillo, pero yo no me puedo quejar mucho. Tengo un público fiel y me van saliendo actuaciones. De todas formas, muchas veces es cuestión de tener un perfil. Si tocas de una determinada manera, como por ejemplo Lisabö, hay determinados medios que te van a apoyar porque van esa dirección. Tundra ha llenado recientemente Kafe Antzokia de Bilbao; no parece normal, sin embargo cuentan con un perfil apoyado por algunos medios que apuestan fuerte por ello y se crean dinámicas favorables.

¿Piensa en el futuro musical o deja que llegue? ¿Reflexiona sobre con quién quiere trabajar para ese próximo disco, cómo va a ser el estilo musical?

Sí, lo pienso. Vi tocar la batería a Borja Barrueta y tuve claro que lo quería para el próximo disco, el actual. Y ha hecho una gran labor. También tenía claro que quería un sonido contemporáneo, no solo rock, nuevos arreglos, experiencias, vientos, voces...

¿El disco llega muy trabajado al estudio o ha asumido riesgos como suele ser su costumbre?

Las canciones están compuestas con guitarra acústica, pero hemos querido que todo se desarrolle y desenvuelva en el estudio. Al borde del precipicio, con la carga de adrenalina que conlleva. Hemos pasado más de un mes en Lorentzo Records y ahí se han ido creando las canciones en un entusiasta reto. Es un disco más de estudio que de otra cosa. Siempre me ha gustado asomarme al abismo.

En ese reto entra sin duda «No space no time», la primera vez en su carrera en solitario que utiliza vientos.

En el estudio pensamos en unos arreglos de viento, pero no veíamos quiénes nos podrían ayudar. Anjel Valdes, de Elkar, se ha volcado con este disco y el nos dijo: «¿Queréis unos vientos? Yo os los traigo». Y vino con Alberto Urretxo, que ha colaborado en algunos discos de Elkar, y él, a su vez, se trajo a Miguel Torres, ambos de la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Miguel les envió la canción y posteriormente la grabaron en el estudio de inmediato. Son grandes músicos, tanto por lo que tocan por cómo tocan.

La perplejidad por esos vientos tan sugerentes se vuelven a confirmar en «Begirada bat».

Sí, pero en este caso yo ya llevaba las líneas de viento grabadas de casa. Lo hice con melodía vocal y ellos lo ampliaron con su capacidad como músicos. Ese arreglo de metal nace un fin de semana en el que estaba jugando con mi hija y mi chica. Surgió esa melodía y la guardé.

En su página web (www.gari.tv), se le puede ver tocando una canción con un montón de niños africanos rodeándole. Son como 20 segundos muy expresivos, y el sonido lo ha incluido en el inicio del disco, ¿por qué?

El tiempo que pasé, hará unos tres años, en la República Democrática del Congo, en Lukotola, provincia de Katanga, fue muy importante para que surgiera este disco. Parte de ahí. Es la energía que me transmitieron, la inocencia, cómo viven. Es un homenaje hacia ellos.

La única versión es el «We shall overcome», de Pete Seeger, que de forma indirecta también se relaciona con África.

Colaboro en Bilbao con la Fundación Ignacio Ellacuria, un centro de ayuda, de atención e integración de inmigrantes y se solía cantar esa canción. Por eso le doy las gracias a Xabier Zabalo, misionero que estuvo en el Congo cuarenta años.

Trabaja con letristas que le son familiares por ser, en cierto modo, habituales de sus discos. Las letras son muy personales, podrían pasar por letras autobiográficas. ¿Cómo se mimetiza con ellas, cómo las interioriza si la historia es de otro?

Porque es la vida, porque son letras que hablan de ella. Ellos me conocen y yo les conozco. Canto una letra mía y puedo pasar a una de ellos y sentirla igual de mía. No noto la diferencia al respecto. Lo que no cantaría es una letra, aunque fuese buena, con la que no me identificara, no podría. Hablamos entre nosotros un poco de los textos, pero, en general, los asumo como vienen.

Uno de esos ejemplos de interiorización más claros es «No space no time», si no me equivoco.

Sí, así fue. Es un texto muy largo, pero es de los que mejor interioricé. Algunos los tuve que leer para grabar, pero con Maia me ocurre algo especial. Con esa canción las palabras me fluían sin necesidad de leer la letra, se incrustó en mí con mucha facilidad..

Otra de las aportaciones del disco son los arreglos vocales, un trabajo muy cuidado, ¿quiénes son Natividad Solaguren e Itxaso Azkona?

Son profesoras de canto. Me las presento un amigo común. En este caso se pasaron antes por mi casa y ya se iba al estudio con unas ideas prefijadas. La experiencia ha sido muy positiva y fácil con ellas..

En «Etxe txikia» hay una introducción, no es el único caso en el disco, extraña a la canción que viene. En este caso, se trata de un viejo tema cantado bien por un ochote o una pequeña coral.

Es una canción de Alan Lomax, del disco que grabó en Euskal Herria hace muchos años. Ese disco se lo regalé a Patti Smith cuando estuve con ella. Esa idea de unir unas canciones con otras mediante algún motivo musical no es mío, ya lo hacía Paul Weller, a quien también le hago un guiño en la canción «Eternitatea eta beste egun bat» y en referencia a una canción de su álbum, «As is now».

El diseño del disco lo veo dividido en tres espacios: la portada, con el astronauta, luego esos colores y círculos tan sugerentes, casi art-pop, más las variadas ilustraciones interiores.

Aitor Oñaederra es el responsable del diseño. Estuvimos viendo muchas cosas, para ver qué camino tomar. Al final, lo que más nos gustó fue el trabajo del cubano Raúl Cordero. Queríamos algo que visualmente resultara sugerente, llamativo, que no pasara inadvertido.

 
Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo