(...) ¿Qué país deja tras de sí? ¿Un paraíso? Por supuesto que no. ¿Cómo es posible eso, dada la magnitud de los problemas? Pero deja tras de sí una sociedad muy cambiada en la que los pobres sienten que tienen una participación importante en el Gobierno. No hay otra explicación para su popularidad. Venezuela está dividida entre sus partidarios y detractores. Chávez murió invicto, pero los grandes retos sigén estando ahí. El sistema creado por él, una democracia social basada en la movilización de masas, tiene que seguir progresando. ¿Estarán sus sucesores a la altura de esa tarea? En cierto sentido, esa es la prueba final del experimento bolivariano..

De una cosa podemos estar seguros. Sus enemigos no le dejarán descansar en paz. ¿Y sus partidarios? Sus partidarios, los pobres de todo el continente y de otros lugares, lo verán como un líder político que prometió y entregó los derechos sociales contra todos los pronósticos, como alguien que luchó por ellos y ganó.