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COUNTERPUNCH Andre Vltchek 2013/3/6 (Traducción:GARA)

El triunfo de Chávez

(...) Sus palabras y hechos eransimples y pragmáticos: los pobres tienen que ser alojados, alimentados, educados y recibir atención médica y, sobre todo, tienen que estar armados con dignidad. Y el mundo rico, que se enriqueció mediante el saqueo, las expansiones coloniales y la brutalidad sin igual, tiene que dejar de aterrorizar y saquear; los países de Europa y América del Norte tienen que ser forzados a comportarse como miembros de la comunidad internacional formada por estados en igualdad de derechos, en lugar de eso a lo que han estado acostumbrados durante décadas y siglos: a ser un grupo de matones que viven por encima de la ley.

Hugo Chávez fue un hombre que parecía venir de otra época, donde la propaganda occidental, el adoctrinamiento y la vigilancia no habían roto todavía el espíritu libre de los hombres y las mujeres. Se puso en pie y habló en voz alta y de manera coherente, llamando a las cosas por su nombre, y señalando con el dedo. No tenía miedo de su propio pueblo: bebía litros de café y hablaba con él desde el balcón del Palacio Presidencial y en las esquinas de las calles.

Tres musas, tres seres celestiales, estuvieron a su lado durante todo su combate (...):

Amor: para Venezuela, para América Latina, por la propia humanidad.

Fe: en la justicia, en su fuerza y en el vigor y la determinación de su pueblo.

Esperanza: que le susurró al oído, sin descanso, que la presente disposición brutal del mundo no es definitiva; que podía ser combatido y cambiado. (...)

La vida humana es corta, pero los sueños de humanismo y el amor por la humanidad son eternos. Y uno solo puede amar a la humanidad y luchar por ella con la espalda recta, nunca doblado, jamás arrodillado.

El hombre que liberó a Venezuela ya no existe. Pero su combate seguirá adelante, sin duda, con él dentro de su corazón, con sus palabras en sus labios. (...)

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