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Iñaki LEKUONA Periodista

La puntita nada más

Francia está triste, asegura Gérard Depardieu desde su exilio fiscal, esta vez en Bélgica tras un paseo imperial por la Rusia de Vladímir Putin que, precisa el actor, no es ninguna tiranía. Desde que cayó en la marmita de la fama, ha ido acumulando tanta prosperidad que aunque vaya de sobrado por la vida, llora como si le faltara de todo. Su melancolía le viene desde que la socialdemocracia que gobierna su país decidió perforar agujeros en los cinturones de los potentados. Y Gérard Depardieu no está dispuesto a adelgazar. Y añora el régimen de Nicolás Sarkozy que establece que la mayoría trabaje más para aportar más, al tiempo que los pesos pesados hagan con su dinero lo que gusten mientras sigan contribuyendo aunque sea menos.

No es el único que siente nostalgia. La consorte del ex presidente asegura que prefiere no pensar en un regreso al Elíseo. Prefiere que acepte ese trabajo que al parecer le han propuesto desde un fondo de inversiones catarí. Y ello muy a pesar de que Francia, ese país triste que Carla Bruni tanto ama pero que tan mal se portó con su marido en las últimas elecciones. Asegura esta artista universal e imprescindible que su marido es el único que podría evitar en las próximas presidenciales un «duelo horrible» entre François Hollande y Marine Le Pen, pero «por mi parte, no tengo ninguna gana de que Nicolas vuelva». Y sin embargo, en su próximo disco, que se publicará en abril, se pregunta para cuándo la revancha frente al «pingüino», en una metáfora de enorme calidad literaria. Carla quiere que su Nicolas asome la nariz, pero la puntita nada más. Sólo es cuestión de tiempo que Sarkozy la muestre con toda ella. Entonces se verá cómo de triste es Francia.

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