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IX CONGRESO DE UPN

Barcina consigue mantenerse al frente de una UPN dividida

El partido llegó dividido a su IX Congreso y las votaciones para renovar los cargos de su dirección reflejaron que la militancia estaba partida por la mitad. Con un triunfo muy ajustado, Yolanda Barcina continúa al frente de UPN y, por ende, como presidenta del Gobierno navarro.

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Aritz INTXUSTA | IRUÑEA

Yolanda Barcina ha salido reelegida como presidenta de UPN, pero por la mínima. Al final, solo le separaron 76 votos de su rival, Alberto Catalán. Tras una polémica en el primer recuento de votos, que obligó a contabilizar manualmente las papeletas, finalmente la presidenta se impuso por 871 votos a 795 frente al corellano. La tarea de restañar heridas que le queda por delante resultará muy complicada.

A pesar de que se trataba de listas abiertas, solo uno de los candidatos que se alinearon con Catalán estará en la nueva Ejecutiva. Así, el sentir de prácticamente la mitad del partido, queda sin reflejo en las estructuras y deja a Barcina con un partido controlado por los pelos para sostener un Gobierno que solo tiene 19 escaños de 50. Y además, sin aliados en el Parlamento. La presidenta evitó ayer convertirse en un cadáver político, pero nada más. El Gobierno navarro sigue en parihuelas.

Barcina tendrá el equipo que quería. Juan Antonio Sola, alcalde de Fustiñana, será el nuevo vicepresidente. El segundo puesto más ansiado, la Secretaría General, ha recalado en manos de un joven hasta ahora desconocido en la política navarra, se trata de Óscar Arizcuren, el alcalde de Noain. Arizcuren, con el 50,6% de los sufragios, tumbó a la senadora Amelia Salanueva, que es la que más pelea dio, al obtener 807 votos.

Lo demás fue coser y cantar. 16 de los 17 nombres propuestos por Barcina para la Ejecutiva obtuvieron su cargo, apeando incluso a Carlos García Adanero, actual secretario general que, en el último momento, apareció en las listas de Catalán. Así, la nueva Ejecutiva de UPN estará compuesta por: Carlos Salvador (diputado), Enrique Maya (alcalde de Iruñea), Juan Luis Sánchez de Muniáin (portavoz del Gobierno), José Iribas (consejero de Educación), Maribel García Malo (exconsejera), Ana Elizalde (edil de Iruñea), Sergio Sayas (Parlamentario), Cristina Sota (alcaldesa de Tafalla), José Javier Esparza (consejero de Desarrollo Rural), Begoña Ganuza (alcaldesa de Lizarra), Mariano Herrero (presidente FNMC), María del Carmen Segura (alcaldesa de Villafranca), Luis María Iriarte (alcalde de Zizur Nagusia), Jesús Esparza (alcalde de Cáseda), María José Lasterra (alcadesa de Caparroso), Juan Manuel Rubio (edil de Obanos).

La única voz discordante que surgió ayer es la de Luis Casado, que venció por la mínima después de un empate a 798 votos, que superó por llevar más tiempo de militancia. En realidad, Casado tendrá un único aliado en la Ejecutiva, aunque no se prodigue mucho en las visitas. Se trata de Miguel Sanz, quien es miembro nato en calidad de expresidente del partido. Oficialmente, Sanz no apoyaba a ninguno de los candidatos, pero esa supuesta imparcialidad no resulta creíble. La propia Barcina le apuntaba como el principal apoyo de Catalán en una carta de opinión publicada ayer. El antaño líder indiscutible del partido ha sido derribado.

La presidenta logró barrer de las estructuras al sector de Catalán gracias a que se emplearon papeletas con los nombres premarcados. Las dos candidaturas utilizaron este sistema, pero en el último momento, el sector de Barcina fue más agresivo. La burgalesa arañó cada voto y esperó a los militantes un buen rato en la entrada repartiendo sus papeletas.

Barcina había marcado distancias en la recta final del embite utilizando técnicas electorales propias de unos comicios. Por ejemplo, elaboró carteles con su plantel de candidatos y los difundió por las redes sociales. Ayer, incluso había pegatinas de la candidatura de Barcina. Catalán, por su parte, buscó sus apoyos del modo convencional, convenciendo uno a uno. Muchos le daban como el favorito y quizá se confió.

El voto del miedo, la gran duda

Barcina también se agarró a la estrategia del miedo y este es un factor que resulta determinante para calificar esta victoria como pírrica. La presidenta puso el Gobierno en la contienda electoral, amenazando con el adelanto electoral si ella perdía. Así, uno de los motivos para votar a Barcina era evitar unos comicios donde los nacionalistas ganasen peso. Por tanto, es probable que, aun habiendo vencido a Catalán, éste tenga igual o más apoyo en la militancia. El partido está fracturado en dos mitades prácticamente iguales.

La reconciliación de ambas corrientes es complicada. En su discurso, Barcina pidió que la terna rival (Catalán, Salanueva y Conchi Mateo) subiera a sacarse la foto de familia en el estrado. Les llamó directamente, pero estos no subieron cuando escucharon sus nombres sonar en los altavoces. Barcina trató de quitar hierro «Ah, ¿no queréis subir? No pasa nada», dijo.

Este malestar también quedó en evidencia antes de las votaciones. Barcina retrasó su entrada al acto de clausura (cuando no se conocían aún los resultados) todo cuanto pudo. Así, se ganó el aplauso a la presidenta de la entrada triunfal. Sin embargo, solo media sala aplaudió. Es de reconocer que Barcina pareció la más popular entre las juventudes, que siempre son más ruidosas. Pero la mitad de la sala se negó a aplaudirle, ni tan siquiera le regalaron un aplauso lacónico de la cortesía debida al líder de la formación.

Queda por ver cómo asume Barcina esta reválida y si consigue volver a poner de su parte a la mitad del partido. García Adanero lo dejó claro antes de las votaciones (y sin saber que se había apuntado al bando perdedor). «En el camino van a quedar heridas y el que diga lo contrario miente», afirmó.

El primer lugar donde Barcina debe buscar aliados es en el propio Parlamento. Los consejeros son muy afines a la presidenta, pero hasta ahora tan solo nueve de los parlamentarios han roto una lanza en favor de la líder reelecta. Entre ellos, se cuenta el propio García Adanero, portavoz de UPN en la Cámara y hoy, rival derrotado por Barcina.

casado, en solitario

El único nombre que aparece en las filas de Catalán y que tendrá un hueco en la Ejecutiva es Luis Casado. Por su parte, Carlos García Adanero, actual secretario general, se ha quedado fuera.

sanz llega tarde

Miguel Sanz fue el último líder de peso de UPN en dejarse pasar ayer por Baluarte. Hubo momentos en los que se valoró que quizá no acudiera. Al final, lo hizo confiando en que el resultado de ayer sirviera para reforzar al partido.

la juventud, clave

Barcina contaba con el apoyo del líder de las juventudes de UPN y parece que las nuevas caras del partido fueron uno de los principales apoyos de la presidenta reelecta. Arizcuren, el nuevo secretario general, también es un guiño hacia Juventudes Navarras.

Por error se detectaron 132 votos de más y en el segundo recuento faltaron seis

El final del IX Congreso fue delirante. Hubo un parón muy largo antes de proclamar al ganador, haciendo saltar rumores. De hecho, la victoria de Barcina fue publicada en los medios antes de conocerse en el interior de la sala. Cuando la presidenta dio el discurso oficial, se escuchaba que había 132 papeletas de más, un desfase que ponía en entredicho los resultados, ya que la diferencia entre los dos candidatos era bastante menor que las supuestas «papeletas fantasmas».

El sector de Catalán (en concreto, los ediles de Iruñea Juan Frommknecht y María Caballero), presentó una queja formal, solicitando un recuento manual. El presidente del Congreso, Pedro Eza, cerró el Congreso reconociendo que existía esa reclamación, lo que dejó estupefactos a los presentes. La gente se marchó sin descartar una segunda votación. Las redes sociales ardieron durante las horas de desconcierto y arreciaron las acusaciones de un supuesto pucherazo. La cifra de los 132 votos de más salió del entorno de Alberto Catalán, pero hasta la propia Barcina y el nuevo vicepresidente, Juan Antonio Sola, reconocieron que los números no habían cuadrado a la primera, pese a que ya habían ofrecido el discurso de vencedores.

El segundo recuento se dio a conocer por la tarde. Sorprendentemente, no cambió el número de votos, sino el número de votantes. Al final, aparecieron 139 votantes más, que eran los que habían descuadrado el resultado. Finalmente, la cifra oficial de votantes es de 1.673, entre los que hubo dos nulos y 15 blancos.

Aun así, persistía un error. Esta vez, faltaban seis papeletas. Sin embargo, estos seis votos desaparecidos no eran suficientes como para alterar el resultado final de las votaciones, por lo que UPN decidió dejarlo pasar.

El sistema informatizado de recuento dio problemas desde por la mañana. El registro de votantes se estropeó y la organización tuvo que paralizar las votaciones durante un tiempo. Después de comprobar que, durante el fallo, nadie había votado dos veces, se reabrieron las urnas con normalidad pero se registró a los afiliados con derecho a voto uno a uno, manualmente. Parece ser que este error es el que luego generó los otros dos posteriores.

Pese a la marejada que generaron estos descuadres entre votantes y votos, el recuento manual no hizo variar las cifras de apoyo recibidas por los candidatos, incluyendo las ajustadísimas votaciones de la Ejecutiva. A.I.

la afiliación, estancada

Desde el anterior Congreso, UPN ha perdido 93 militantes y tiene 54 caras nuevas. Según explicó García Adanero, 32 de estas bajas se han debido a defunciones. Poco más o menos, ha habido las mismas afiliaciones que abandonos dentro del partido.

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