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El elevado nivel de exigencia no ha sido el mismo esta temporada

Demasiado Bielsa

El equipo necesitaba entregarse al cien por cien de nuevo para tratar de repetir éxitos y no lo ha hecho.

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Joseba VIVANCO

«Ay, ¿por qué se ha llegado hasta aquí? ¿Por qué se permitieron llegar hasta aquí? Porque aquí no se llegó por casualidad, ni fruto de un día tonto. Los mismos que estaban hartos de aquella presión enfermiza por los detalles, los mismos, lloraban ahora desconcertados, anonadados. ¿Qué nos pasa? Y pasaba que era el juego con todos sus atributos: la agresividad con balón; la intensidad en las recuperaciones; el respeto a la manera de moverse y a las posiciones de un juego que no por nada se llama posicional; la intencionalidad en el avance; la búsqueda de los espacios; el olvido de lo superfluo; y la atención a esa exigencia mayúscula del fútbol de elite que es correr, correr y correr. Poquito a poco, este equipo había ido cediendo en cada una de las parcelas. No mucho: solo un poco. Pequeñas concesiones. Pep ya no estaba; Tito tampoco. Todo valía, somos muy buenos. Por todo esto se había llegado hasta aquí».

¿Lo han adivinado al final, no, que lo escrito por el bueno de Martí Perarnau días atrás se refería al Barça tras su clasificación europea ante el Milan? Porque cualquiera podría pensar que de quien hablaba era del Athletic y citaba algunos de los porqués el equipo que gestiona Marcelo Bielsa no funciona esta temporada de la armónica manera que la anterior. A estas alturas de la película y después de arrastrar en Getafe la indolente imagen real de este plantel, sería de `locos' creerse una «recuperación» en lo que queda de curso, como insistía, con el corazón más que con la cabeza este lunes, un Markel Susaeta que en los últimos encuentros, como otros compañeros, es fiel reflejo del errático nivel de juego de este equipo.

Un servidor ha insistido por activa y por pasiva desde que se empezara a vislumbrar que este Athletic no terminaba de arrancar, que además de todos los aspectos deportivos y extradeportivos que han rodeado al club, Marcelo Bielsa había moderado su «invasiva» actitud hacia sus jugadores a los que había «terminado intoxicando», como él reconoció. El nivel de exigencia máxima al que los sometió la campaña anterior, en la que cada uno de sus hombres dio el máximo, día tras día en cada entrenamiento y partido a partido hasta alcanzar cifras récord de minutos, se ha resentido en la actual temporada. Fuera por expresa demanda del vestuario, fuera porque el propio técnico detectó desde un inicio las reticencias a un nuevo sacrificio de tamaño calibre, lo cierto a estas alturas es que este equipo, estos jugadores, con todas sus virtudes y potencialidades, solo respondiendo al máximo como lo hicieron un año antes son capaces de dar el nivel que un día lograron desarrollar sobre un terreno de juego.

«Parecernos a los grandes»

Hay pocos equipos en la Liga española y lo mismo diríamos de cualquier otra, capaces de mantenerse campaña tras campaña entre los tres y cuatro primeros de su campeonato. Barcelona, Madrid, incluyan al Valencia y últimamente al Atlético, y paren de contar. El resto se limita a hacer la típica goma, hoy arriba, mañana abajo. Y el Athletic está entre ellos. Este plantel, ilusionante como hacía mucho tiempo, es aun bisoño para aspirar a plantar cara a esa dinámica de la goma que se estira.

Bielsa dijo algo que se pasó por alto entre tanto que rescatar en su polémica rueda de prensa de las obras de Lezama. «Quería mejorar las condiciones de trabajo, parecernos a los grandes equipos del mundo», argumentó. En definitiva, dar ese salto de calidad que al Athletic le falta para estar entre los mejores, y estar ahí de una forma más o menos permanente. Empezar por Lezama.

En aras de ese obetivo defendía el de Rosario unas importantes mejoras en las instalaciones rojiblancas, atendiendo a su máxima de «yo trato de dar antes de pedir», pero sin atisbar que de primeras a segundas se iba a quedar sin tres de sus principales pilares (Javi Martínez, Llorente y Amorebieta) y que la disposición del resto de la plantilla no iba a ser la misma; tanta concentración, tanto visionado de partidos, tanto entrenamiento, tan pocos días de descanso, tanta abnegada entrega a su técnico. Ahí es donde empezaron a cojear los pilares de esta segunda temporada de Bielsa. Del amor se pasó al cariño.

La dureza mental

Si uno repasa la `palabra de Bielsa' durante la pasada temporada, sus mensajes ayudan también a explicar parte de lo que ahora sucede. «Hay un indicativo que es la edad del equipo, 23 años, que presupone que los jugadores no han jugado la cantidad de partidos importantes que es necesario enfrentar (...) Los jugadores se miden por la capacidad de superar los grandes partidos y por tomar los partidos que no son tan grandes como si lo fueran. Y para eso hace falta tiempo. Son jugadores capaces, pero la capacidad de un jugador hay que demostrarla. Una cosa es tenerla y otra poder demostrarla», afirmaba en abril de 2012.

Un mes después, Bielsa nos dejaba otra ilustrativa reflexión: «Si me guío por las condiciones, las posibilidades, por la edad, por la composición del plantel, creo que hay margen de crecimiento; pero también evalúo el grado de sobreexigencia, de tener que competir, y no me refiero al aspecto físico, sino a esa dureza que hay que tener para asimilar que cada tres días los partidos son a todo o nada». Y precisamente esa ha sido la dureza que le ha faltado al Athletic este curso, la de saber competir, la mental, la que, simplemente, te hace ser uno de esos grandes equipos del mundo.

Probablemente llevaba razón Bielsa cuando alertaba de que «los elogios debilitan porque no se corresponden con lo que este equipo debe lograr» (noviembre de 2011) o como dijo ayer mismo Óscar de Marcos, «se aprende más del no que del sí, y esto es un no». Estos jugadores han vivido en apenas unos meses lo mejor y lo peor de este deporte. Quizá haya sido un cursillo acelerado de esa «dureza» de la que Bielsa hablaba, quizá sea ese el principal de los «aportes más importantes que las dos finales» que el argentino aseguró tiempo atrás dejará cuando la temporada toque a su fin.

«No les puedo pedir más»

Queda poco para que ocurra, solo diez partidos, y será tiempo también de que Bielsa deshoje la margarita sobre su continuidad, al menos, su decisión. Decía Román Iucht, autor del libro ``La vida por el fútbol. Marcelo Bielsa'', durante su estancia en Bilbo hace un año, que «es una característica común suya el no irse nunca de los clubes por voluntad propia en un mal momento sino cuando siente que hay el bienestar suficiente para soportar su partida». Quién sabe si terminar la campaña aliviados sea ese «bienestar suficiente». Aunque más pesimista resulta la frase con la que el propio técnico se despidió de sus jugadores, en el vestuario de un Newell´s ya campeón y a falta de un partido, cuando les dijo: «Tuvimos que llegar a este momento en que yo sienta que no les puedo pedir nada más, que me lo dieron todo, para tener que irme». ¿Les suena?

Es pronto para saber si el Loco dará o no carpetazo a su estancia en el Athletic, sobre todo si los suyos tardan en hacer acopio de esos nueve puntos que se calcula les darán la salvación. Hasta entonces, paciencia, esa que según Bielsa nos sobra a los vascos, y comprensión con un plantel en fase de maduración.

ante el sevilla, otra vez en lunes (22.00)

Parece que el Athletic es uno de los equipos con tirón televisivo para los lunes, porque tras jugar ante el Granada el día 1 de abril, otro lunes, el 8, viajará para medirse al Sevilla en el Sánchez Pizjuán, a partir de las 22.00.

De Marcos: «Nos gustaría jugar mañana mismo»

«Nos gustaría que el partido contra el Granada fuese mañana mismo», respondía ayer en Lezama Óscar de Marcos a la pregunta de si la plantilla tiene ganas ya de hacer borrón y cuenta nueva. El jugador alavés, cuya aportación al juego del equipo está al mismo nivel que la mayoría de sus compañeros, solo pudo prometer que «trabajarán muy duro» para sacar esos tres puntos antes de visitar al Sevilla y recibir al Madrid. «Necesitamos salir por nosotros mismos», enfatizó, y no por deméritos de los que están por debajo suyo. Un De Marcos que asumió que «no hemos estado bien en los últimos tres partidos», al tiempo que reconoció que «ahora valoramos lo que conseguimos el año pasado y cuando haya épocas mejores, valoraremos esta». J.V.

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