Palabras. ¿Tan sólo palabras? ¿Pueden las palabras cortar como un cuchillo? Las palabras activan, adormecen, hieren, reconfortan. Pero no es un asunto semántico, es un asunto emocional. Así lo plantea Agurtzane Intxaurraga. Las palabras que responden al arquetipo, que funciona como coartada social, que encubren el despojo, para intentar mantener una estructura relacional basada en la pérdida, en el dolor de la renuncia, en el aplazamiento de las decisiones. Sí, palabras, muchas palabras, pero en escena las palabras deben provocar acciones, y aquí entramos en uno de los escollos de esta propuesta. Cuando las palabras quieren ser un todo y son una parte. Cuando las palabras acarrean emociones, pero no acaban de transmitir más allá de lo anecdótico, circunstancial.

Y más cuando la propia autora despliega un tríptico matriarcal para comprender el uso de las palabras como bálsamo, como placebo que no impide el proceso de deterioro, la escalada de violencia verbal, de desequilibrios emocionales que se intuye deben acabar en una tragedia anunciada. Esta reproducción de la figura femenina frente a lo monolítico del varón, un ser simplón, primario, emocionalmente desequilibrado, inmaduro y acomplejado, nos coloca en el filo de lo tópico, asunto que se resuelve bastante bien, pero que fija involuntariamente una visión del asunto tratado bastante esquemática. Aunque quizás lo que queda de poso final, sea la soledad de ese paisaje interior roto por el tiempo que trasmite la mujer protagonista.

Un espacio escénico, sencillo, operativo, con una iluminación muy descriptiva, un espacio musical muy rico que crea ambientes y subraya situaciones para un equipo actoral solvente, ajustado al texto, que componen sus personajes con claridad y que son en las palabras, algunas veces, donde pierden fuerza expresiva, porque las palabras, precisamente por ser tan sólo palabras, son armas escénicas que deben utilizarse con mucha precisión. Un buen trabajo global, en una línea activa de acercarse a un problema social visto desde la mirada de la mujer, pero tratando con cierta conmiseración al otro, al hombre.