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CRÓNICA | KORRIKA18

El buen tiempo, aliado en Durangaldea

Por si a alguno le quedaba alguna duda, mari volvió a demostrar que su poder no conoce límites. Y su compromiso con el euskara tampoco. La reina de Anboto regaló a sus «súbditos» de Durangaldea con un día espectacular para disfrutar de lo lindo en una carrera que siempre deja imágenes entrañables.

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Mikel PASTOR

Escoltada por más de cien valientes que la acompañaron durante las duras rampas de Urkiola, la comitiva de Korrika encaró con puntualidad británica su entrada en Durango. Allí les aguardaban algunas docenas de personas más que, por arte de magia, se fueron multiplicando a medida que la caravana se iba adentrando, a golpe de canciones de otras ediciones de la carrera por el euskara, en las calles de la localidad más poblada de Durangaldea.

El recibimiento no pudo ser mejor. Cientos de personas de todas las edades, algunas de las cuales llevaban montando guardia un buen rato, crearon una preciosa lengua multicolor por nuestro idioma. Miembros de las diferentes ikastolas, representantes de diversas asociaciones y valientes anónimos tomaron las calles de Durango al grito de ``tipi tapa, tipi tapa, Korrika!''. El buen tiempo, aliado de excepción durante toda la jornada, hizo que la carrera dejara grabados algunos fotogramas difíciles de olvidar en la retina de más de uno.

Tras recibir el respaldo de algunas decenas de corredores en Iurreta, la caravana euskaltzale reemprendió la marcha hacia Abadiño a la sombra del gigantesco Anboto, testigo y guardián de una experiencia tan difícil de narrar mediante palabras como emocionante de vivir junto a generaciones de euskaldunes de toda condición.

La agradable sensación térmica facilitó la labor de una comitiva en la que también fueron visibles las muestras de apoyo a los presos políticos vascos y las peticiones de retirada de la doctrina 197/2006, justo la jornada en que comenzaba su revisión en Estrasburgo.

Elorrio asegura el futuro

Sin embargo, la jornada depararía todavía bastantes sorpresas positivas más. La principal, el impresionante paso de Korrika por Elorrio. Todo un pueblo volcado con la carrera, desde los miembros del Gaztetxe subidos en zancos hasta la participación de miembros de la comunidad internacional que no dudaron en tomar parte en esta iniciativa popular. Para el recuerdo de los que allí estábamos, queda la imagen de cientos de niñas y niños tomando las calles con la ilusión de la primera vez.

Los elorriotarras aguantaron incluso las duras rampas de Miota para que el testigo de Korrika llegara en perfectas condiciones a Berriz, donde se vivió otra fiesta de similar calado. Y así, cruzando Zaldibar, Mallabia, Ermua o Eibar sigue adelante un proyecto único en el mundo capaz de emocionar al más impertérrito. Siempre hacia adelante, como este pueblo y como su lengua.

 

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