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Iñaki LEKUONA Periodista

Abstinencia política

La abstinencia lingüística que la República francesa ha venido inculcando, promoviendo e imponiendo en los últimos dos siglos a la población euskaldun a punto ha estado de conseguir su objetivo, el de uniformizar el hexágono a través del francés como único idioma y como vehículo de una cultura política, la de la nación francesa, con la que cimentar del Estado. Pero ayer las calles de Baiona eran todo promiscuidad verbal, fundamentalmente en euskara, para reivindicar que pesar de todos los métodos profilácticos, esta lengua se expresa, se mueve y se reproduce.

Hace un año, estas mismas calles también eran un hervidero, pero por razones bien distintas. Llegaba a Baiona el entonces presidente en una visita que seguro recuerda con rencor. Era su primera vez, y quizá por ello, o porque en su soberbia siempre se ha creído un seductor, no midió que hacerlo a pelo, pasearse así en una tierra que ha recibido tanto desprecio, conllevaba el riesgo de ser rechazado como lo fue. Y tuvo que dar marcha atrás, envainársela y regresar por donde había venido. Fue el preludio del gatillazo electoral que un suspiro después le descabalgaría de la política activa.

Pero Nicolas Sarkozy no es de los que desisten. Por eso andaba preparando su regreso, fantaseando con una excitante nueva aventura presidencial que ya acariciaba con la punta de sus pensamientos. Sin embargo, esta semana ha despertado como imputado por «abuso de debilidad», acusado de haberse aprovechado de la senilidad de la heredera del imperio L'Oréal, Ingrid Bettencourt, para financiarse la campaña electoral de 2007. No ha sido juzgado aun, pero su política obscena le sigue condenando a la abstinencia política.

 
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